Estudiar en vacaciones es tedioso no sólo para quienes estudian. Desempolvar carpetas y libros suele generar ansiedad en todo el entorno familiar. Lo importante es que esta etapa puede servir como un punto de partida para ejercitar la responsabilidad en los chicos y reflexionar acerca de cómo pueden aprovechar mejor el tiempo durante el ciclo lectivo.
Ante todo, las complicaciones que surgen en el entorno familiar se dan por la programación o el acortamiento de las vacaciones. También generan inquietud en los padres por el no cumplimiento de las expectativas que tienen de sus hijos. “Si bien cada familia tienen sus singularidades, rendir exámenes desordena un orden establecido social y cultural. Además de implicar una renuncia al descanso, genera incertidumbre respecto del resultado final, tanto para el hijo–protagonista de la situación, que ‘debe’ estudiar y está angustiado, como para sus padres, quienes oscilan entre una actitud comprensiva–compasiva, y otra inevitable de enojo y reproche”, analiza Ana Rozenbaum de Schvartzman, médica psicoanalista, coordinadora del Equipo Interdisciplinario de Prevención del Servicio de Pediatría del Hospital Rivadavia.
A los hijos, para colmo, les suele resultar difícil pedir ayuda. Para poder encarar esta etapa de la manera menos conflictiva posible es preciso que los padres tengan en cuenta que la adolescencia es una etapa de profundos cambios y crisis. Para que puedan funcionar como orientadores durante este tiempo, es importante que los padres cambien la mirada que tienen de sus hijos. “Esta debe acompañarse de actitudes contenedoras, como saber esperar para obtener respuestas a las preguntas o indicaciones que siempre deben ser inductivas y motivadoras; no someterlos a comparaciones con hermanos; transmitirles mensajes de carácter positivo acerca de su futuro; ayudarlos a que orienten sus esfuerzos”, dice Enrique Novelli, psicoanalista titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Si bien la ansiedad ante la llegada de los exámenes puede darse a cualquier edad, cuando se produce en jóvenes en edad escolar suele afectar el funcionamiento de toda la familia. Es más: si el rendimiento en los próximos exámenes depende pasar de año, la ansiedad de los padres puede incrementar el problema.
“Es recomendable en este caso que el tema del estudio no se convierta en una especie de monotema. Definido el plan para afrontar la situación, debe tratarse de continuar la vida normal, sólo velando para que dicho plan se cumpla, sin una rigidez extrema. Es también muy importante y requiere aprender a escuchar sin minimizar las emociones y preocupaciones de los hijos. Conviene distinguir si el problema es de falta de interés y compromiso por un lado, o si el problema es de falta de método o específicamente de ansiedad ante los exámenes. En estos últimos casos la consulta especializada puede ser de gran ayuda”, agrega Juan Manuel Bulacio, médico psiquiatra, presidente de la Fundación ICCAp (Ciencias Cognitivas Aplicadas).
Desdramatizar la situación y acomodar los tiempos sin saltar el tiempo libre y el ocio en familia o con amigos también son buenas alternativas para evitar la angustia o el conflicto. Está demostrado que los chicos que cuentan con el apoyo de sus familias tienen más posibilidades de aprobar sus exámenes. La actividad física, las salidas con amigos, el cumplimiento de las horas regulares de sueño y una alimentación sana durante lo que queda de las vacaciones también contribuirán a alcanzar la meta final.
Consejos útiles
Comprenda a su hijo. Es vital que él sepa que usted está a su lado para apoyarlo.
No de espacio al lenguaje negativo. Las frases “no puedo” o “no me sale” deben desaparecer.
Compruebe que su hijo entienda el temario con el que va a ser evaluado.
Compruebe que su hijo entienda el temario con el que va a ser evaluado.
Arme un plan de estudios y trate de no dejar todo el trabajo para el final. Fije horas de estudio pero también momentos de ocio. Permita que maneje el tiempo libre con la libertad del caso.
Haga simulacros de examen. Piense posibles preguntas que pueda hacerle el profesor.
Establezca metas. Afrontarlas paso a paso le ayudará a no saturarse.
Proyecte un buen programa de actividad física, horas de sueño y alimentación.
No se exceda en el control ni en las preguntas o recomendaciones. Genere actividades y conversaciones familiares ajenas al tema.
Pida asesoramiento profesional. Cuando la ansiedad es severa o se presentan situaciones difíciles de manejar es lo más recomendable.
La ansiedad, en el cuerpo
Algunos alumnos tienen una serie de reacciones emocionales negativas frente a la instancia de evaluación. No se trata de un miedo irracional, ya que el resultado determina gran parte del futuro académico de la persona. Pero cuando la ansiedad se da a niveles muy elevados puede interferir seriamente en la vida de la persona. Esta ansiedad puede ser anticipatoria (cuando el sentimiento de malestar se produce a la hora de ponerse a estudiar o al pensar en que pasará en el examen) o situacional (si acontece durante el propio examen). Los efectos de ansiedad se presentan a nivel fisiológico, psicológico y emocional. La taquicardia, tensión muscular, nauseas, sequedad en la boca o sudoración son algunos de los síntomas corporales. A nivel psicológico se puede experimentar una imposibilidad de actuar, tomar decisiones, expresarse uno mismo o manejar situaciones cotidianas. Como consecuencia, se puede tener dificultad a la hora de leer y entender preguntas, organizar pensamientos o recordar palabras. También se puede sufrir un bloqueo mental.
clarin.com
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