sábado, 16 de enero de 2010

Bacterias al acecho

Después de tanto luchar para llegar a ser trasplantado, el principio del fin para Sandro fue el ingreso a su organismo de la Acinetobacter baumannii, una bacteria de fuerte resistencia a los antibióticos, y por eso, altamente mortal. Este microorganismo se descubrió en 1908 pero tomó fama cuando se transformó en el enemigo invisible de los ejércitos de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá en su incursión en Irak y Afganistán. Cuando las emboscadas del enemigo no lograban totalmente su cometido, los soldados heridos internados en las tiendas de campaña contraían neumonías nosocomiales –uno de las principales infecciones que provoca esa bacteria– que terminaban el trabajo que los terroristas habían alcanzado a medias. Por eso se lo conoció como el virus de Irak. Pero no hace falta estar en tierras hostiles para presenciar esta batalla silenciosa. La guerra contra las infecciones producidas por bacterias hospitalarias –la Acinetobacter baumannii es sólo una de ellas– se libra a diario en todas las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), con resultados más penosos de lo que se puede esperar de una pelea que, según los especialistas, podría ganarse, como sucede en los sistemas de salud del Primer Mundo, con prevención. El Consorcio Internacional de Control de Infecciones Nosocomiales (INICC), una institución de origen argentina con alcance mundial, estudió a 23 unidades de cuidados intensivos, en 14 hospitales de 6 ciudades de nuestro país. Sobre 18.471 pacientes que estuvieron internados en terapia intensiva, el 27,5% contrajo neumonía asociada al respirador (NAR); el 11,6% contrajo infección del torrente sanguíneo asociada a catéter vascular central (ITS); y el 11,2% registró infecciones del tracto urinario asociada a sonda vesical (ITU). En los Estados Unidos, la tasa de NAR es 4%; y la de ITS e ITU, de 2%. Volviendo a la Argentina, de los pacientes que contraen neumonía nosocomial el 66% muere; entre los que contraen ITS muere el 45% y de aquellos con ITU fallece el 43%. La tasa de mortalidad de pacientes en terapia intensiva que no contraen ninguna infección hospitalaria es de 18%.
Cómo se contagian. Las principales puertas de entrada de las bacterias al cuerpo de un paciente son los catéteres urinarios, catéteres centrales (utilizados para administración de fluidos y medicación) y los equipos de asistencia respiratoria mecánica. Los pacientes de mayor riesgo de contraerlas son aquellos con internaciones prolongadas en terapia intensiva, entre otros factores de riesgo.
Pero el problema no son los microorganismos en sí, ya que estos pueden alojarse en el cuerpo sin que esto implique una complicación. El verdadero problema son las infecciones que pueden producir, que van desde neumonías hasta infecciones de sangre o urinarias, entre otras y que pueden llevar a un paciente –en condiciones delicadas pero no necesariamente en riesgo su vida– a la muerte. Las tasas de infección hospitalaria (IH) en los centro de salud de la Argentina son alarmantes. Víctor Rosenthal, médico especialista en control de infecciones y epidemiología hospitalaria y fundador del Consorcio Internacional de Control de Infecciones Nosocomiales asegura que cada año en nuestro país 120.000 pacientes contraen IH, de los cuales muere la mitad.
A lavarse las manos. Algo que parece tan básico para un trabajador de la salud como lavarse las manos, no es una práctica tan extendida. “El lavado de manos, la utilización correcta de guantes y camisolines descartables y protectores oculares son medidas básicas, así como tomar precauciones de aislamiento y la limpieza y desinfección del equipamiento”, dice Héctor Laplumé, médico infectólogo y coordinador del Comité de Control de Infecciones del Hospital Posadas.
Para Pablo Bonvehí, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, “hay conciencia pero hay falencias y no siempre la higiene se hace en el momento que se debe. Además, el centro de salud debe proporcionar los elementos en el lugar indicado y eso no siempre sucede”. Llevado a números: en los países en vías de desarrollo, los médicos y enfermeros, de cada 100 pacientes que tocan, se lavan las manos en 40 oportunidades, mientras que en los países desarrollados lo hacen cada 70. Los datos son del INCC.
Por qué matan. La lucha es silenciosa, constante y sin cuartel. O debería serlo. La bacteria que le provocó la neumonía a Sandro pudo haber estado en el tubo del respirador, en los caños de su cama, las cortinas de su cuarto, la almohada, la mano de un enfermero, el equipamiento hospitalario o en el picaporte de su puerta. Y el problema en la Acinetobacter baumannii no es cómo evitarla –está presente en el 40% de los internados en terapia intensiva– sino cómo sacarla una vez producida la infección, por su alta resistencia a los antibióticos. En los últimos años, esta resistencia ha aumentado considerablemente y ha puesto en jaque a los infectólogos de todo el mundo. De hecho, no responde a los antibióticos más comunes, como ceftazidima, aminoglucosidos, fluoroquinolonas, ampicilina sulbactam, imipenem, entre otros. En alguna época se usó el Colistin, pero dejó de aplicarse por los daños que provocaba a los riñones. Actualmente se lo combate con Tygeciclina. Esta resistencia llevó a que la Acinetobacter Baumannii tenga una tasa de mortalidad de un 26 a 68%, independientemente de la infección que desate. “Sin embargo, dice Laplumé, es dificultoso determinar la mortalidad atribuible a esta bacteria por sí misma. Acinetobacter Baumannii constituiría un marcador de una aumentada mortalidad en pacientes con enfermedades de base severa, pero no es un predictor independiente de la mortalidad”.
Para Rosenthal, en cambio, la muerte de un paciente por una infección hospitalaria no necesariamente está unida a su cuadro inicial: en el mismo estudio antes citado, de los pacientes que no tuvieron complicaciones por infecciones murió sólo el 18%. “Es altamente probable que la neumonía hospitalaria de Sandro haya contribuido significativamente a su muerte”, afirma Rosenthal.
Mala praxis. Entre los protocolos para evitar infecciones y la tasa de mortalidad por estas hay un agujero negro. Si son evitables con medidas básicas de higiene y con procedimientos al momento de intervenir al paciente ¿las infecciones hospitalarias son un caso de mala praxis? Los especialistas aseguran que, al no existir tasa cero –ningún país la tiene– no se puede hablar de un error absoluto de los médicos. Sin embargo, en el 2007, el sistema de salud de los Estados Unidos –que ha pagado cifras millonarias por juicios relacionados a muertes por IH– decidió dejar de cubrirles a los hospitales los costos de los pacientes que se enferman en el hospital, porque para el gobierno de ese país son evitables. Así lograron tasas de infecciones inferiores de entre 2 y 4%, mientras que en la Argentina van de 11% al a 27%. Un abismo que se hace más grande existiendo formas de evitarlo.
revista-noticias.com.ar

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