Benedict Carey
The New York Times
LAGUNA WOODS, Estados Unidos.- Las damas están jugando al bridge, y a su edad el juego no es un hobby. Es un modo de vida, un solaz y un desafío, la última batalla antes de que todo se sumerja en la oscuridad.
"Cuando jugamos, corre sangre", dice Ruth Cummins, de 92 años, antes de tomar un trago de su bebida energizante. "Es lo que nos mantiene en movimiento -agrega Georgia Scott, 99-. Es donde están nuestros amigos."
En los últimos años, los científicos han sentido un intenso interés en lo que podría llamarse "el club de la supermemoria": las personas que, como Scott y Cummins, viven hasta pasados los 90 sin huellas de demencia (menos de una cada 200 de los mortales comunes y corrientes). Es un grupo que por primera vez es lo suficientemente grande como para ofrecer una visión del cerebro lúcido en los más alejados extremos de la vida humana y para ayudar a los investigadores a descifrar exactamente qué es esencial para preservar la agudeza mental hasta el final.
"Son los viejos más exitosos de la Tierra y están empezando a enseñarnos qué es importante en sus vidas, en sus genes, en sus rutinas -dice Claudia Kawas, neuróloga de la Universidad de California en Irvine-. Pensamos, por ejemplo, que es muy importante utilizar el cerebro, seguir desafiándolo, pero no todas las enfermedades mentales son iguales. Estamos viendo que un componente social puede ser crucial."
Laguna Woods, una próspera comunidad de retiro de 20.000 personas al sur de Los Angeles, está desde hace décadas en el centro de uno de los mayores estudios sobre salud y agudeza mental en los mayores. Iniciado por investigadores de la Universidad de California del Sur en 1981, y llamado el Estudio 90+, incluye a más de 14.000 personas de más de 65 años y a más de 1000 de más de 90.
Sus resultados están comenzando a alterar la forma en la que los científicos entienden el cerebro envejecido. La evidencia sugiere que las personas que pasan más de tres horas por día envueltas en actividades mentales como jugar a las cartas tienen menor riesgo de desarrollar demencia. Pero los científicos están tratando de separar causa y efecto: ¿se mantienen activos porque todavía están alertas? ¿O están alertas porque se mantienen activos?
LAGUNA WOODS, Estados Unidos.- Las damas están jugando al bridge, y a su edad el juego no es un hobby. Es un modo de vida, un solaz y un desafío, la última batalla antes de que todo se sumerja en la oscuridad.
"Cuando jugamos, corre sangre", dice Ruth Cummins, de 92 años, antes de tomar un trago de su bebida energizante. "Es lo que nos mantiene en movimiento -agrega Georgia Scott, 99-. Es donde están nuestros amigos."
En los últimos años, los científicos han sentido un intenso interés en lo que podría llamarse "el club de la supermemoria": las personas que, como Scott y Cummins, viven hasta pasados los 90 sin huellas de demencia (menos de una cada 200 de los mortales comunes y corrientes). Es un grupo que por primera vez es lo suficientemente grande como para ofrecer una visión del cerebro lúcido en los más alejados extremos de la vida humana y para ayudar a los investigadores a descifrar exactamente qué es esencial para preservar la agudeza mental hasta el final.
"Son los viejos más exitosos de la Tierra y están empezando a enseñarnos qué es importante en sus vidas, en sus genes, en sus rutinas -dice Claudia Kawas, neuróloga de la Universidad de California en Irvine-. Pensamos, por ejemplo, que es muy importante utilizar el cerebro, seguir desafiándolo, pero no todas las enfermedades mentales son iguales. Estamos viendo que un componente social puede ser crucial."
Laguna Woods, una próspera comunidad de retiro de 20.000 personas al sur de Los Angeles, está desde hace décadas en el centro de uno de los mayores estudios sobre salud y agudeza mental en los mayores. Iniciado por investigadores de la Universidad de California del Sur en 1981, y llamado el Estudio 90+, incluye a más de 14.000 personas de más de 65 años y a más de 1000 de más de 90.
Sus resultados están comenzando a alterar la forma en la que los científicos entienden el cerebro envejecido. La evidencia sugiere que las personas que pasan más de tres horas por día envueltas en actividades mentales como jugar a las cartas tienen menor riesgo de desarrollar demencia. Pero los científicos están tratando de separar causa y efecto: ¿se mantienen activos porque todavía están alertas? ¿O están alertas porque se mantienen activos?
Para ahuyentar la demencia
Este y otros estudios también indican que algunos genes pueden ayudar a las personas a mantenerse lúcidas incluso con cerebros que muestran los signos del mal de Alzheimer.
Para mudarse al barrio cerrado de Laguna Woods, un prolijo arreglo de bungalows y condominios, hay que cumplir con varios requisitos, uno de los cuales es no requerir cuidado de tiempo completo. Todos los que llegan están lúcidos, ya sea que tengan 65 o 95 años.
Aquí comienzan una nueva vida. Hacen amigos. Tal vez tengan nuevos intereses románticos. Ensayan nuevas actividades en uno de los centros de actividad física o nuevos hobbies en los de más de 400 clubes de residentes.
"Vivimos el día", dice Leon Manheimer, un antiguo residente que ya está en los 90. Es precisamente la habilidad de formar nuevos recuerdos del día, del presente, lo que usualmente desaparece primero en la demencia, descubrieron los estudios de Laguna Woods y otros. Aquí, muchos residentes lo detectan en un lugar: la mesa de bridge, un juego que requiere una fuerte memoria.
Hasta ahora los científicos reunieron pocas evidencias de que la dieta o el ejercicio afecten el riesgo de demencia de las personas de más de 90. Pero algunos argumentan que el ejercicio mental -hacer palabras cruzadas, leer- puede retrasar la llegada de los síntomas. Y las interacciones sociales pueden ser muy importantes, sospechan. En el aislamiento, una mente humana sana puede quedar en blanco y desorientarse rápidamente, descubrieron los psicólogos.
"Con cuanta más gente uno tenga contacto, tanto en su casa como afuera, mejor le va física y mentalmente -dice la doctora Kawas-. Para interactuar con gente regularmente, incluso con extraños, uno utiliza tantas destrezas mentales como para resolver problemas."
Los científicos sospechan que algunas personas con gran experiencia en un juego como el bridge podrían extraer reservas para protegerse de sus pérdidas de memoria. Pero esto todavía no pudo confirmarse ni refutarse.
Este y otros estudios también indican que algunos genes pueden ayudar a las personas a mantenerse lúcidas incluso con cerebros que muestran los signos del mal de Alzheimer.
Para mudarse al barrio cerrado de Laguna Woods, un prolijo arreglo de bungalows y condominios, hay que cumplir con varios requisitos, uno de los cuales es no requerir cuidado de tiempo completo. Todos los que llegan están lúcidos, ya sea que tengan 65 o 95 años.
Aquí comienzan una nueva vida. Hacen amigos. Tal vez tengan nuevos intereses románticos. Ensayan nuevas actividades en uno de los centros de actividad física o nuevos hobbies en los de más de 400 clubes de residentes.
"Vivimos el día", dice Leon Manheimer, un antiguo residente que ya está en los 90. Es precisamente la habilidad de formar nuevos recuerdos del día, del presente, lo que usualmente desaparece primero en la demencia, descubrieron los estudios de Laguna Woods y otros. Aquí, muchos residentes lo detectan en un lugar: la mesa de bridge, un juego que requiere una fuerte memoria.
Hasta ahora los científicos reunieron pocas evidencias de que la dieta o el ejercicio afecten el riesgo de demencia de las personas de más de 90. Pero algunos argumentan que el ejercicio mental -hacer palabras cruzadas, leer- puede retrasar la llegada de los síntomas. Y las interacciones sociales pueden ser muy importantes, sospechan. En el aislamiento, una mente humana sana puede quedar en blanco y desorientarse rápidamente, descubrieron los psicólogos.
"Con cuanta más gente uno tenga contacto, tanto en su casa como afuera, mejor le va física y mentalmente -dice la doctora Kawas-. Para interactuar con gente regularmente, incluso con extraños, uno utiliza tantas destrezas mentales como para resolver problemas."
Los científicos sospechan que algunas personas con gran experiencia en un juego como el bridge podrían extraer reservas para protegerse de sus pérdidas de memoria. Pero esto todavía no pudo confirmarse ni refutarse.
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