Hay al menos una cosa que todo hombre debe hacer una vez por año después de cumplir los cincuenta (y si tiene antecedentes de fallecimiento entre los varones de la familia por esa causa, a partir de los cuarenta): el examen de su próstata. Consiste en el análisis de laboratorio del antígeno prostático específico (PSA) y, según insisten los urólogos, el examen digital o tacto rectal.
Estos exámenes pueden detectar un posible problema, pero no son suficientes para un diagnóstico, porque además de un tumor, benigno o maligno, hay factores que van desde la alimentación hasta la actividad sexual pueden haber incrementado el PSA o ensanchado la próstata. Será la biopsia, hecha mediante una ecografía transrectal, la que determinará si hay tumor o no, si es benigno o no, y su grado de agresividad.
Durante ese examen ecográfico de la glándula prostática se realizan, visualizando las áreas sospechosas, doce punciones para extraer unas pequeñas muestras de tejido, que serán evaluadas para obtener el llamado score de Gleason, un índice para saber qué grado de peligro representa. Este índice, la edad del paciente y otros factores, ayudarán al urólogo a determinar si es necesario un tratamiento y cuál.
El cáncer de próstata es el segundo en incidencia en el varón, y el tercero como causa de muerte (en la Argentina). Se estima que el 58% se diagnostican a tiempo y que sólo es fatal en un 20% de los casos. Pero se diagnostican 7.600 nuevos cada año. En autopsias de hombres de edad avanzada que se han muerto por otras causas es frecuente que se hallen, también, tumores de próstata. No hay una forma clara de prevenirlo, y aunque se sabe que quienes tienen antecedentes familiares deben prestarle más atención, no hay varón exento de la posibilidad de padecerlo.
En Europa es habitual valerse de una prevención mediante el control de la dieta y los lípidos y también, guiándose por los resultados de otros estudios, también por el perfil hormonal, ya que la baja de testosterona también parece estar ligada con tumores más agresivos. Pero como la incidencia y la agresividad de los cánceres de próstata están tan ligadas a factores genéticos, étnicos y culturales, lo que se está buscando son formas más adecuadas de reducir su incidencia en la Argentina.
Los especialistas intentaron rastrearlo en los más de 3.000 pacientes chequeados gratuitamente en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires durante la reciente "Semana de la Próstata". Por eso este año, a diferencia de otros anteriores, se incorporó a los controles de rutina para el screening y diagnóstico de tumores prostáticos, el chequeo del síndrome metabólico y del nivel de andrógenos. Los lípidos y el síndrome metabólico
El score de Gleason es un indicador basado en las alteraciones de la célula prostática (del núcleo, del citoplasma) y de la forma y la función de la glándula prostática. Scores de 6 ó 7, por ejemplo, indican tumores fáciles de controlar, mientras que valores de 9 ó 10 indican un pronóstico más difícil. El jefe de Urología de este hospital universitario, profesor Osvaldo Mazza, explicó que, aplicado a las personas con cáncer de próstata, de acuerdo con varios estudios hechos en Europa, "los pacientes con síndrome metabólico se asociaron con valores de score de Gleason que los pacientes que no lo tenían". Es decir: tienden a padecer tumores más agresivos, lo que los pone más ceca del riesgo de vida o del último recurso, la prostatectomía radical (extirpación de la próstata).
Se conoce como "síndrome metabólico" a un conjunto de factores que no se manifiestan como síntomas perceptibles, pero cuyo efecto se estudia desde hace unos años como potencial causa de enfermedad cardiovascular y de otras afecciones. ¿Cuáles son los factores que lo identifican? Un perímetro de cintura superior a los 102 centímetros, hiperglucemia con resistencia a la insulina (diabetes), hipertensión arterial, un nivel alto de triglicéridos y un nivel demasiado bajo del colesterol "bueno" o HDL.
¿Significa que controlar adecuadamente ayuda prevenir o controlar el cáncer de próstata? "Hay intentos preventivos desde el punto de vista alimentario", indica el especialista del Hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina de la UBA. Se sabe que el ácido araquidónico presente en la grasa de las carnes rojas produce un estrés oxidativo que está relacionado con la incidencia de cáncer de próstata. También se sabe que los licopenos (presentes e la manufactura de la salsa de tomate, el tuco o el Ketchup), los flavonoides de la soja o el selenio, tendrían propiedades protectoras.
Sin embargo, admite, "todo esto se basa en estudios provenientes de Europa y Estados Unidos, pero nosotros tenemos una diversidad genética, étnica y alimentaria muy diferente, y por eso queremos saber si los argentinos siguen esos patrones o no, porque por ahora estamos repitiendo lo que se publica en otras partes del mundo".
Estos exámenes pueden detectar un posible problema, pero no son suficientes para un diagnóstico, porque además de un tumor, benigno o maligno, hay factores que van desde la alimentación hasta la actividad sexual pueden haber incrementado el PSA o ensanchado la próstata. Será la biopsia, hecha mediante una ecografía transrectal, la que determinará si hay tumor o no, si es benigno o no, y su grado de agresividad.
Durante ese examen ecográfico de la glándula prostática se realizan, visualizando las áreas sospechosas, doce punciones para extraer unas pequeñas muestras de tejido, que serán evaluadas para obtener el llamado score de Gleason, un índice para saber qué grado de peligro representa. Este índice, la edad del paciente y otros factores, ayudarán al urólogo a determinar si es necesario un tratamiento y cuál.
El cáncer de próstata es el segundo en incidencia en el varón, y el tercero como causa de muerte (en la Argentina). Se estima que el 58% se diagnostican a tiempo y que sólo es fatal en un 20% de los casos. Pero se diagnostican 7.600 nuevos cada año. En autopsias de hombres de edad avanzada que se han muerto por otras causas es frecuente que se hallen, también, tumores de próstata. No hay una forma clara de prevenirlo, y aunque se sabe que quienes tienen antecedentes familiares deben prestarle más atención, no hay varón exento de la posibilidad de padecerlo.
En Europa es habitual valerse de una prevención mediante el control de la dieta y los lípidos y también, guiándose por los resultados de otros estudios, también por el perfil hormonal, ya que la baja de testosterona también parece estar ligada con tumores más agresivos. Pero como la incidencia y la agresividad de los cánceres de próstata están tan ligadas a factores genéticos, étnicos y culturales, lo que se está buscando son formas más adecuadas de reducir su incidencia en la Argentina.
Los especialistas intentaron rastrearlo en los más de 3.000 pacientes chequeados gratuitamente en el Hospital de Clínicas de la ciudad de Buenos Aires durante la reciente "Semana de la Próstata". Por eso este año, a diferencia de otros anteriores, se incorporó a los controles de rutina para el screening y diagnóstico de tumores prostáticos, el chequeo del síndrome metabólico y del nivel de andrógenos. Los lípidos y el síndrome metabólico
El score de Gleason es un indicador basado en las alteraciones de la célula prostática (del núcleo, del citoplasma) y de la forma y la función de la glándula prostática. Scores de 6 ó 7, por ejemplo, indican tumores fáciles de controlar, mientras que valores de 9 ó 10 indican un pronóstico más difícil. El jefe de Urología de este hospital universitario, profesor Osvaldo Mazza, explicó que, aplicado a las personas con cáncer de próstata, de acuerdo con varios estudios hechos en Europa, "los pacientes con síndrome metabólico se asociaron con valores de score de Gleason que los pacientes que no lo tenían". Es decir: tienden a padecer tumores más agresivos, lo que los pone más ceca del riesgo de vida o del último recurso, la prostatectomía radical (extirpación de la próstata).
Se conoce como "síndrome metabólico" a un conjunto de factores que no se manifiestan como síntomas perceptibles, pero cuyo efecto se estudia desde hace unos años como potencial causa de enfermedad cardiovascular y de otras afecciones. ¿Cuáles son los factores que lo identifican? Un perímetro de cintura superior a los 102 centímetros, hiperglucemia con resistencia a la insulina (diabetes), hipertensión arterial, un nivel alto de triglicéridos y un nivel demasiado bajo del colesterol "bueno" o HDL.
¿Significa que controlar adecuadamente ayuda prevenir o controlar el cáncer de próstata? "Hay intentos preventivos desde el punto de vista alimentario", indica el especialista del Hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina de la UBA. Se sabe que el ácido araquidónico presente en la grasa de las carnes rojas produce un estrés oxidativo que está relacionado con la incidencia de cáncer de próstata. También se sabe que los licopenos (presentes e la manufactura de la salsa de tomate, el tuco o el Ketchup), los flavonoides de la soja o el selenio, tendrían propiedades protectoras.
Sin embargo, admite, "todo esto se basa en estudios provenientes de Europa y Estados Unidos, pero nosotros tenemos una diversidad genética, étnica y alimentaria muy diferente, y por eso queremos saber si los argentinos siguen esos patrones o no, porque por ahora estamos repitiendo lo que se publica en otras partes del mundo".
¿Cuestión de hormonas?
Al descenso del nivel de testosterona que puede ocurrir con la edad se lo ha dado en llamar "andropausia". Puede dar síntomas tales como el descenso de la libido, sueño excesivo o agresividad (uno de sus nombres familiares es el de "síndrome del viejo gruñón"), pero lo que puntualiza el doctor Mazza es que también está asociado con mayor agresividad en los tumores prostáticos según estudios que se manejan a nivel internacional.
Bajo esta hipótesis se habían hecho en el año 2005 ensayos clínicos para saber si el finasteride, utilizado para el tratamiento de la hiperplasia benigna y para (en diferente aplicación) contra la caída del cabello, podía funcionar como preventivo del cáncer de próstata. "Lograron reducirlo en un 23 por ciento ?indica Mazza? pero el problema es que si bien hubo gente con menos cáncer, éstos tenían un score de Gleason más alto".
Este año se dieron a conocer los resultados con el dutasteride, otro inhibidor (doble) de la 5-alfa reductasa. Los resultados fueron más alentadores, ya que fue capaz de reducir la incidencia de tumores en la misma proporción, pero sin afectar en la agresividad de los pacientes que sí tuvieron tumores.
Pero si bien el hipogonadismo está relacionado con agresividades más altas en los tumores de próstata, no se sabe aún si las terapias de reemplazo hormonal que se promocionan contra la llamada andropausia podrían ser eficaces y seguras, o no, en la prevención. Por ahora sigue siendo casi un dogma no administrar testosterona en pacientes con cáncer de próstata, pero todavía hay muchos estudios por hacer para saber si el tratamiento de la andropausia puede reportar beneficios respecto de este problema de salud que tanto preocupa a los hombres a partir de los cincuenta.
Marcelo Rodríguez
Una relación clave para el diagnóstico
El valor de antígeno prostático específico (PSA) considerado normal a los 50 años es de 2,5 nanogramos por decilitro (ng/dl), y varía según la edad. Ero el urólogo Osvaldo Mazza explica que lo más importante, y que debe determinar la derivación de la persona a diagnóstico por biopsia, es la relación entre el PSA libre y el PSA total, que no debe ser menor a 0,25.
Normalmente, cuando el antígeno prostático total se incrementa por cualquier causa, el PSA, que es una fracción de éste, debe hacerlo en la misma medida, manteniendo esa relación de 4 a 1 (es decir, 0,25). Si sucede eso, detalla el especialista, se está ante una prostatitis o una hiperplasia benigna, que no representa peligro de cáncer. En cambio, un valor de relación entre PSA libre y PSA total inferior a 0.15 puede estar indicando, muy probablemente, la existencia de un tumor maligno.
La gran mayoría de los laboratorios cuentan con la capacidad de obtener este índice, aunque el costo del análisis es mayor que si se obtuviera sólo el valor de PSA total. Ero no hay que olvidar que el diagnóstico definitivo y el score de Gleason, que determinará su agresividad sólo se obtendrán, sin embargo, mediante la biopsia.
lanacion.com
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