Alejadas en el ciclo de vida, dos categorías que venían siendo subestimadas por el marketing ganaron un protagonismo insospechado en la actual tanda publicitaria, por distintos motivos.
Los "tweens" (consumidores de entre 8 y 12 años) y los bisabuelos de más de 90 entraron en el radar de las marcas.
Para lanzar su nuevo eslogan "Destapá felicidad" (que reemplazó a "El lado Coca Cola de la vida"), la bebida gaseosa más vendida del mundo inundó la pauta televisiva en estos días con un comercial filmado en España, que narra el viaje real de Josep Mascaró, mallorquín de 102 años, para conocer a la madrileña recién nacida Aitana Rodríguez, y transmitirle en persona "la importancia de disfrutar de la vida y de los buenos momentos".
El spot, que cierra con un festejo del bisabuelo con sus pares generacionales en su pueblo natal, fue realizado, desde McCann España, por el creativo argentino Leandro Raposo, ex El Hotel de JWT y ex colaborador de la campaña presidencial de Cristina Kirchner; y dirigido por el también argentino Andy Fogwill, el segundo director publicitario más premiado del mundo, según el ranking del Gunn Report.
En el otro extremo, los "tweens" (juego de palabras entre "teen" -adolescente-y "between", en el medio) se convirtieron en la categoría sensación para las marcas. "Históricamente fueron un eslabón perdido para el marketing, que se ocupaba por separado de los chicos y de los adolescentes", cuenta Mariela Mociulsky, psicóloga y directora de Trendsity. En el censo de Argentina de 2001, el porcentaje de chicos de 8 a 12 años fue del 9.57% (3,471,661).
Lo que se ve ahora es que está teniendo un crecimiento exponencial su influencia en las decisiones de compra de los hogares, y particularmente en tecnología. "Y en rubros como software, vacaciones y servicios de Internet", agrega Mónica Lamadrid, especialista en la relación entre las marcas y los segmentos juveniles.
¿Cuánto dinero mueven los rubros en los que más inciden las preferencias de los tweens?
Para tener una aproximación, sólo la categoría de "macrosnacks", que engloba galletitas dulces y saladas, chocolates, alfajores, caramelos, chicles, barras de cereales y snacks, representa en la Argentina un negocio de US$ 1.200 millones al año. "Entender los códigos de esta generación es clave para las marcas y las agencias", dice Pablo Abadie, director de 361.
clarin.com
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