La imagen de la niña vietnamita de 9 años escapando desnuda de un ataque en 1972 con napalm cerca de Saigón -que había consumido su ropa y quemado buena parte de su cuerpo- estremeció al mundo y contribuyó a forjar en los EE.UU. una conciencia contraria a la guerra de Vietnam. Esa niña, que sobrevivió luego de 14 meses de internación y 17 operaciones, se convirtió años después al cristianismo.
Hoy confiesa que su fe le permitió perdonar en 1992 al jefe del ataque cuando se encontró con él cara a cara. Y encabezar una fundación que ayuda en el mundo a los niños víctimas de la guerra.
Kim Phuc tiene hoy 46 años, es embajadora de buena voluntad de Unesco, vive en Canadá, está casada y tiene dos hijos.
Su testimonio ayer emocionó en Buenos Aires a miles de católicos y evangélicos carismáticos que, por quinta vez, se congregaron en el estadio Luna Park durante una jornada de oración.
Luego de unas breves reflexiones del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio y el pastor Norberto Saccaro, con quienes se estrechó en un abrazo, Phuc -apoyada por una estremecedora filmación de su huída, junto a sus hermanos y a varios primos- narró como esa "foto de guerra devino en una vida entregada a la paz".
Phuc creyó que no saldría viva después de las heridas recibidas. Fue decisiva la acción del fotógrafo Nick Ut quien, luego de registrar la histórica foto que le valió un premio Pulitzer, la alzó y la llevó a un hospital. El sufrimiento físico que, en ocasiones, experimenta aún hoy -tiene cicatrices en un brazo y la espalda- continuó y se sumó a la presión del régimen comunista para usarla como herramienta de propaganda contra los EE.UU. Su vida, asegura, cambió en la Navidad de 1982 cuando, leyendo la Biblia, abrazó el cristianismo.
Deseosa de ser médica consiguió estudiar en Cuba. Allí se casó y a la vuelta de su viaje de bodas a Rusia desertó con su marido en Canadá. Desde entonces comenzó su militancia a favor de la paz, potenciada por sus creencias.
Un año clave en su transformación fue 1996. Invitada a un acto en Washington con veteranos de Vietnam habló del perdón. Al final, John Plumier, el oficial que había comandado el ataque, se le acercó y le pidió perdón. Ella lo disculpó y lloraron un largo rato.
Phuc admitió que el proceso para perdonar no fue fácil. "Tuve que rezar, dejar de preguntarme 'por qué a mí' y recibir ese don de Dios", señaló. Y completó: "Así, sigo teniendo a veces dolor y muchas cicatrices, pero el corazón limpio". En ese sentido, dijo que el napalm -que alcanza los mil grados- es muy poderoso, pero la fe y el perdón lo son más".
clarin.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario