domingo, 7 de diciembre de 2008

Patricia Pérez, candidata argentina para el Premio Nobel de la Paz



Comprometer a todos los sectores. A los médicos, a los artistas, a los empresarios y sobre todo a los políticos, a los jefes de Estado cuyas decisiones afectan a toda la comunidad. Patricia Pérez tomó al pie de la letra el mandato de Naciones Unidas que insta a ampliar al máximo el activismo contra la epidemia desde una visión global, que no se limite a los científicos que buscan una cura y a los médicos sanitaristas que abogan por aumentar la prevención.
En esa línea, convocó en la sede local de la Comunidad de Mujeres Viviendo con VIH/Sida –International Comunity of Women (ICW)- a distintas personalidades del ambiente político, artístico, académico y social para la presentación de un libro donde la organización recorre sus orígenes. “Código de Vida” relata la historia de las primeras mujeres con HIV que se juntaron hace 20 años, cuando el Sida era la “peste rosa”, una infección en el mundo gay, y nadie imaginaba que se volvería cada vez más heterosexual y cada vez más femenina. Se encontraron en Londres, en un Congreso Internacional que las convocó por primera vez.
Patricia Pérez llegó porque un amigo llenó una inscripción a su nombre y la convenció de subirse al avión. No sabía ni a donde iba ni que iba a hacer. Era el primer viaje que hacía fuera del país, estaba sola y no entendía el idioma. “Fue el primer contacto que tuve con otras personas con VIH –contó-. Las mujeres éramos más o menos cincuenta, la cantidad sorprendía. En ese momento se pensaba que nosotras no éramos las más afectadas porque el riesgo estaba en la población gay y los usuarios de drogas. La invisibilidad era total, hasta que llegamos a esa reunión y empezamos a organizarnos”.
Las cincuenta mujeres de ICW se multiplicaron por miles, al ritmo que impuso la pandemia, y la peste dejó de ser rosa para volverse multicolor. “La convocatoria tiene que ser amplia para que se entienda el carácter político de esta lucha -explicó Pérez-. Si no hay una accion política contundente, el sida se lleva puesto a la humanidad”.
El ex ministro de salud, Ginés González García, el vicepresidente primero de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, Martín Ferré, el médico Alberto Cormillot, el periodista Horacio Pagani y la actríz Mónica Ayos fueron algunas de las personalidades que respondieron al llamado “multicolor” y se sumaron a la campaña.
CANDIDATA AL PREMIO NÓBEL.
El rostro actual del Sida es un rostro femenino, menor de 25 años, semianalfabeto y muy pobre. La ONU advierte, hace ya varios años, que la epidemia avanza con fuerza entre las mujeres jóvenes, más vulnerables biologica y socialmente al virus.
“Todas las acciones del Estado y de la sociedad tienen que intervenir para ayudar a esta mujer -apuntó Pérez-. Los lideres políticos tienen que involucrarse: las acciones contra el Sida tienen que trascender los Ministerios de Salud”.
Trascender como trascendió su lucha, del drama personal que supone recibir un diagnóstico positivo a la militancia colectiva en la ICW, que abarca a las mujeres y a las niñas que viven con VIH en Argentina, en Latinoamérica y en el mundo, para detener una pandemia que cruzó todas las fronteras.
En reconocimiento a esta militancia es que en 2007 la Primera Dama de Honduras, Xiomara Castro de Zelaya, la candidateó al Premio Nóbel de la Paz. El año pasado, hizo lo propio el Gobierno Argentino, por iniciativa del entonces ministro de Salud González García y de cara al 2009, hará lo mismo la Cancillería de República Dominicana.
“Más paz menos Sida”.
ICW avanza bajo un lema que equipara la erradicación del HIV a la erradicación de la injusticia, de la guerra, y al advenimiento de la Paz. “Más paz menos Sida”, dos anhelos universales. El otro pilar de ICW es la voz de las mujeres y de las niñas que viven con el virus, su participación en la lucha contra la epidemia, su posicionamiento como líderes en la agenda política del HIV. “Los especialistas son los que están más capacitados, los que hacen investigaciones, los que lideran las agencias. Y lo respetamos. Pero las mujeres que vivimos con VIH tenemos una historia personal que no te la enseña nadie en ninguna universidad y es importante que nos escuchen -concluyó Pérez-. No queremos nada para nosotras, sin nosotras”.

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