domingo, 15 de junio de 2008

SANGRE IMPURA-Homosexuales no pueden donar

La historia se repite cada vez que alguna persona cercana va a ser operada o tiene algún problema de salud y necesita una transfusión. Entonces, aparece el cartelito en la puerta del edificio, o el mail, o el llamado de un amigo o familiar: ¿Vos podrías donar sangre? ¿Cuál es tu grupo y factor?
Pero para donar sangre no alcanza con tener grupo y factor adecuado. Además hay que tener la orientación sexual “adecuada”. La resolución 58/2005 del Ministerio de Salud de la Nación, firmada por el ex ministro Ginés González García, establece que cada donante deberá responder a un extenso cuestionario, en el que la mayoría de las preguntas se responden por sí o por no, y de acuerdo con sus respuestas será autorizado o excluido.
Una de las preguntas para los donantes varones:–En los últimos 12 meses, ¿ha tenido contacto sexual con otros hombres?
Y si la donante es mujer:–¿Ha tenido alguna vez relación sexual con un hombre que haya tenido contacto sexual con otro hombre?
Los hombres que hayan tenido sexo con otros hombres y las mujeres que hayan tenido sexo con hombres que a su vez tuvieron sexo con otros hombres (y decidieron contárselo a la mujer que ahora pretende donar sangre) son automáticamente excluidos.
Este diario se comunicó con la ministra de Salud, Graciela Ocaña, para conocer las razones de esta exclusión. Su cartera informó a Crítica de la Argentina que el objetivo de la norma es “evitar la mayor cantidad de riesgos posibles para el receptor al momento de la transfusión. Por ello, se excluye transitoriamente por 12 meses a quienes tengan prácticas sexuales que constituyan situaciones de riesgo aumentado para contraer infecciones que pueden ser transmisibles por transfusión, entendiendo como tales las relaciones sexuales de hombre con otro hombre”.
Para entender esta premisa habrá que remontarse a los orígenes del sida.
Cuando esta enfermedad era conocida como “la peste rosa”, los varones homosexuales, sus primeras víctimas, quedaron estigmatizados como “grupo de riesgo”. Se creía que ser gay aumentaba la posibilidad de contraer el virus de la inmunodeficiencia humana. Hoy se sabe que el riesgo en una relación sexual es el mismo si se trata de héteros o gays, y ya no se habla más de grupos de riesgo sino de conductas de riesgo.
Una conducta riesgosa es, por ejemplo, no usar preservativo. Sin embargo, muchos especialistas siguen defendiendo la exclusión de los homosexuales en la donación de sangre.
El informe elaborado por el Ministerio de Salud para este diario explica que “en 2007 se convocó al Cómite Técnico asesor de VIH/sida representado por la Sociedad Argentina de Infectología y la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología para tratar el tema y la opinión de ambas asociaciones científicas fue contraria a quitar esta restricción”.
La doctora Cristina Freuler, jefa de Infectología del Hospital Alemán, defiende el cuestionario: “La sociedad no está madura para manejar el tema de la homosexualidad, y en este caso estamos discriminando para proteger. Los gays tienen mayor riesgo de ser portadores de VIH: entre los hombres que tienen sexo con hombres hay un 40% que son positivos. La mayoría de mis pacientes son homosexuales, y yo no tengo prejuicios”.
–¿Cómo se puede determinar el porcentaje de homosexuales que viven con VIH?–
Según un estudio de la doctora Weissenbacher, en la Argentina, del 7 al 15% de los hombres que tienen sexo con hombres son VIH positivos. Las cifras de prevalencia del VIH en diferentes grupos sociales son, como puede verse, confusas.
Según Alex Freyre, titular de la Fundación Buenos Aires Sida y secretario de la FALGBT, hablar de un 40% de homosexuales viviendo con VIH “es una fantasía que sólo puede venir del prejuicio”. Hay gran cantidad de estudios e informes que hablan de porcentajes diferentes, pero lo cierto es que la mayoría de la población nunca se hizo el test y, valga una referencia al nombre de esta sección, buena parte de los homosexuales están en el placard. ¿Cómo puede saberse, entonces, cuántos gays –y cuántos heterosexuales– son seropositivos?
Para el doctor Pedro Cahn, presidente de la Fundación Huésped y de la Sociedad Internacional de Sida y jefe de Infectología del Hospital Fernández, “quienes promueven esta restricción se basan en datos reales, pero los usan en forma incorrecta”. Cahn explica que “entre las personas que concurren a los hospitales a hacerse un test de VIH, hay resultados positivos del 25% de los hombres que dicen tener sexo con hombres y del 6% de las personas que se declaran heterosexuales.
Pero eso no significa nada; es como cazar en el zoológico, porque son personas que fueron a hacerse el test, probablemente porque sospechaban que podían tener una condición serológica positiva”.
El cuestionario de exclusión pregunta si en el último año el donante varón tuvo relaciones sexuales con alguien de su mismo sexo. Aun cuando ello fuera relevante, ¿por qué en el último año, si el VIH es una infección crónica que dura toda la vida? ¿Y si tiene una pareja estable de su mismo sexo y ambos se hicieron los test y les dio negativo?Activistas de la CHA quisieron saberlo y, con sus análisis de resultado negativo, se presentaron a donar sangre. La respuesta fue “no” y fueron a la Justicia, pero todo quedó en la nada.
Para César Cigliutti, titular de la entidad, las preguntas del cuestionario “son absolutamente discriminatorias, ya que interrogan sobre la orientación sexual de las personas y no sobre las práticas sexuales consideradas riesgosas –o sea, sin preservativo– que es lo que deberían hacer. Por eso, la CHA hace más de diez años que viene reclamando y hay un dictamen del INADI que nos da la razón”.
Por su parte, la Federación Argentina LGBT viene solicitándole a los sucesivos ministros de Salud la derogación de la resolución que establece este cuestionario. Su presidenta, María Rachid, afirma que el actual director del Programa Nacional de Sida, doctor Claudio Bloch, comparte el reclamo.
El doctor Cahn, considerado el mayor experto argentino en sida, opina que “debería impedirse la donación de sangre a quienes hayan tenido relaciones sin preservativo, sin importar si fue con un hombre o con una mujer. Pero esto reduciría el número de donantes, entonces se recurre a una solución fácil que no sirve: estigmatizar a un grupo, reflotando la idea de los ‘grupos de riesgo’, que es algo que científicamente no existe más hace rato. Lo que debe importar son las conductas de riesgo, no la orientación sexual”.
La doctora Norma Zala es jefa del banco de sangre del hospital Muñiz y una reconocida especialista en la materia. Según su opinión, el problema de fondo es la falta de una política integral de donación de sangre. “No tenemos dadores voluntarios y reiterados, que es la única manera de tener sangre segura. Esos donantes son personas que ya saben que tienen que cuidarse, pueden donar hasta cinco veces por año y se hacen controles periódicos.
Pero en la Argentina, las campañas de concientización son insuficientes y hay pocos esfuerzos en las escuelas para que los chicos aprendan que hay que donar”, explica la doctora Zala.
Freyre coincide y presenta como ejemplo el trabajo de la Fundación Buenos Aires Sida. En los talleres de educación sexual que desarrollan en las escuelas públicas, con cerca de 49.000 adolescentes al año, promueven la concientización de los jóvenes sobre la necesidad de donar de sangre.
–¿Cómo se resuelve el tema en otros países? –preguntó este diario a la doctora Zala. –
En los países desarrollados, el 99% de los donantes son voluntarios. Aquí, sólo el 5%, porque donamos sangre sólo cuando tenemos un familiar enfermo.
–¿Se controla la sangre?–
La sangre se controla, pero el problema es el período ventana, que son los primeros meses en los que una persona puede tener ciertos virus como el VIH sin que salgan en los análisis. En otros países cuentan con técnicas de detección más seguras y rápidas para usar en los bancos de sangre.
Acá no hay normas que obliguen a los bancos de sangre a aplicar técnicas de biología molecular. El Garrahan, por ejemplo, lo hace, pero hay otros hospitales que no pueden, porque es carísimo. –¿Y qué habría que hacer con el cuestionario?–
Debería modificarse, porque para que la sangre sea segura, lo importante es que los donantes sean estables, que no usen drogas y que cuando tienen relaciones usen preservativos, más allá de su orientación sexual. El INADI hizo propuestas muy buenas para trabajar este tema a través de un consenso científico. Habría que seguir ese camino.

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