domingo, 29 de junio de 2008

Como ser Míster Músculo a los 70-parte I

Cada vez más ancianos hacen fierros por recomendación médica
Pesas, aparatos, bicicletas y cintas para correr ya no son un terreno exclusivo de los jóvenes y de quienes buscan verse bien. El fenómeno de las personas mayores que asisten a las salas de musculación. Para qué les sirve.
Crítica de la Argentina
Tamara Florin
29.06.2008

Elba. Trabaja en la máquina de pectorales, además hace cinta y bicicleta varias veces por semana.
“Yo vengo al gimnasio cuatro veces por semana. Hago bici y algo de fierros, pero livianito, viste. ¿Sabés cuántos años tengo?
Soy del 26, de 1926”, contó Diego Sifuente sin que el girar de las piernas sobre los pedales le agitara la respiración. Elba va todas las mañanas con puntualidad. Hace un poco de aeróbico, bastante musculación y después se va a nadar. Tres horas de gimnasia todos los días. Elba tiene 76 años.
Cada vez más hombres y mujeres de más de 70 y 80 años se animan a inscribirse en las salas de musculación de los gimnasios. Levantan pesas, hacen mariposa de pectorales, tríceps, espalda y se codean en el banco plano con veinteañeros y fisicoculturistas. La popular vuelta a la plaza ya no les basta. Aprenden nuevos ejercicios y disfrutan de transpirar. La actividad física les abrió las puertas y ellos aceptaron el desafío.
“Efectivamente, cada vez más gente de tercera edad hace ejercicio y hasta sigue una rutina como hacen los más jóvenes. Teniendo en cuenta por supuesto que los objetivos son distintos y siempre tiene que ser guiada”, dijo Osvaldo Jarast, cardiólogo especializado en medicina del deporte y director de CardioFitness, un instituto orientado a la actividad física, salud y prevención. “Porque básicamente lo que la gente pierde con los años es la fuerza muscular.
Otra de las cuestiones más comunes son las patologías cardiovasculares, que mejoran notablemente con los ejercicios aeróbicos. Es una nueva forma de terapia”, explicó.“Tengo una alumna de 85 años que llega al salón con bastón y corset, pero acá adentro lo deja apoyado al costado y hace todo, es envidiable”, contó Sabrina, instructora de musculación de XXL. Es un gimnasio de barrio en Palermo que parece ser el set de filmación de la publicidad de Villavicencio en la que tres ancianos corren por la ruta y para no empujar un auto descompuesto agarran un palo y simulan usar bastón. “Los aparatos que usa la gente mayor son más que nada sin peso para ejercitar la movilidad, las articulaciones y cuidar los músculos”, explicó Sabrina.
Atrás de ella, Elba y sus 76 años casi irreales se treparon al sillón de cuádriceps y empezó a contar en voz baja.“A partir de los años 80 hubo un cambio de paradigma. Antes la gimnasia era más militarizada y pensada para los más jóvenes”, comentó Lucrecia Rosemberg, profesora de educación física.
“Para la tercera edad, se recomendaba reposo y a lo sumo caminar un poco. Ahora hay nuevas disciplinas, hay un abanico más grande de posibilidades y de elecciones”. Como es el caso de Clarita, de 84 años, que eligió hacer yoga. A Clarita le abren la puerta del gimnasio, pero sube sola los treinta escalones que la llevan a la sala. Con ayuda de la baranda, sube escalón por escalón, con la tranquilidad de quienes el paso del tiempo ya no es una amenaza. “Lo hago dos veces por semana. Me ayuda a relajarme. Pero me dan ejercicios específicos porque yo hago yoga sentada en una silla especial. Es que no tengo fuerza para acostarme y levantarme del piso como todos. Sí, me ayuda mucho para las torsiones, para la columna, para todo. Me gusta muchísimo y se lo recomiendo a todos”, dijo sin ninguna duda al bajar de la escalera.
“Uno de los primeros consejos para tener en cuenta es hacer actividad física no sólo para curarse de algo, sino como prevención”, explicó el profesor de educación física Miguel Seoane. “En un hombre de 65 años, los índices de testosterona bajan y bajan los niveles de fuerza. Si uno genera estímulos, permite que no se pierda tanta fuerza.
Otra cosa que se trabaja mucho es el equilibrio y la coordinación. Así la persona se siente más segura y más cómoda con su cuerpo.”Para Silvia, ir al gimnasio es también una salida, “en vez de estar en mi casa, puedo ocupar mi tiempo con esto que me hace bien. Mejora el ánimo, salgo de mejor humor y me veo con amigas”, contó orgullosa acomodándose en la máquina para pectorales.
“Yo no recomiendo ir a cualquier lugar o hacer cualquier ejercicio. Es muy importante hacerse chequeos médicos, estar al tanto de las pulsaciones, de la presión y tener alguien que guíe y siga la evolución de cada uno”, recomendó Jarast.
Elba tenía el colesterol alto y la internaron, cuando tuvo que elegir entre pastillas o gimnasio no dudó en ponerse las zapatillas. “Mis médicos saben las actividades que hago. En un momento me hicieron una ergometría para ver cómo estaba el corazón. Me acuerdo de que había dos médicos adentro. Dijeron mi nombre, entré, y cuando me vieron me preguntaron si venía con Elba. Yo les dije ‘soy yo’. Se miraron y me pidieron que me subiera a la cinta. ‘Cuando se cansa, nos avisa’, me dijeron. Me subí y se cansaron ellos antes que yo”, contó Elba riéndose con su toalla transpirada al cuello. “Al final se rindieron ellos”.
Para la mayoría, es la primera vez que hace aparatos en su vida. A algunos el deporte les atrajo siempre, a otros no. Pero coinciden en que el gimnasio antes les parecía un espacio ajeno. “La gente descubre un mundo nuevo, vuelven a lo lúdico. Rejuvenecen y realmente se los ve con ganas de vivir la vida de otra manera”, concluyó Jarast.

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