jueves, 26 de junio de 2008

Atracones nocturnos, una nueva respuesta al estrés


Los profesionales afirman que aquellos que se levantan a comer por las noches pueden estar sufriendo del síndrome de ingesta nocturna. Un estudio alerta sobre sus consecuencias sobre la salud
El síndrome de ingesta nocturna (SIN) es un retraso en el patrón de alimentación, cuyas principales características son la hiperfagia vespertina (o consumo del 25% de las cantidad total de ingesta diaria después de la cena y sin control) y despertares en la noche acompañados consumo importante de alimentos, de dos a tres veces por semana. Esta situación lleva, a su vez, al insomnio, anorexia matinal y depresión del estado de ánimo.

Kelly Allison, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pennsylvania, presentó un nuevo estudio en el que analizó las consecuencias que este comportamiento trajo en 15 pacientes de sexo femenino con el síndrome, en comparación con otras 15 que no lo tenían, informó la Sociedad Iberoamericana de Información Científica (SIIC).

Los resultados arrojaron que el estrés sería una de las causas centrales de esta disfunción orgánica. En las mujeres con SIN la serotonina, también llamada "hormona del estrés", se encontraba en niveles superiores a los normales. Por eso, se concluyó que el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, que es manejado por la hormona que pone en marcha el estrés, sufre una necesidad de alimentarse en forma excesiva como una respuesta atenuada a esta situación.

Las cifras del estudio
Las mujeres evaluadas, todas de entre 41 y 49 años, recibieron en tres días tres comidas diarias y entremeces. En tanto, las que sufren de SIN trajeron sus propias viandas para la cena, con alimentos que habitualmente ingieren, a las que los profesionales agregaron suplementos de bajas calorías.

Al finalizar el análisis, se comprobó que todas las pacientes con SIN tuvieron en promedio 15 ingestas durante por lo menos dos de las tres noches de evaluación. Si bien la cantidad de calorías fue igual en ambos grupos, las personas con ingesta nocturna comieron mucho después de las 20: un 26% más que el 10% pautado.

Mientras que el contenido de macronutrientes fue similar en todas las mujeres, las que incurrieron en ingestas nocturnas consumieron el doble de la cantidad de hidratos de carbono y proteínas, y cuatro veces la cantidad de grasas que establecían los controles.

Además, se comprobó que todas las pacientes que se despertaron y levantaron a comer eran concientes de sus actos.

El síndrome se presenta entre las personas de todos los pesos, pero aumenta con el índice de masa corporal. En la población general, tiene una prevalencia del 1,5%, se incrementa del 6% al 16% en los centros de tratamiento de la obesidad y del 8% al 27% en estudios prospectivos de candidatos a la cirugía bariátrica o by-pass gástrico.

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