En la carrera por frenar el aumento de la obesidad en los chicos para prevenir sus consecuencias a futuro -diabetes, enfermedad cardiovascular y problemas renales-, los especialistas están tratando de encontrar señales de alarma temprana para adelantarse a aquellas enfermedades.
Para que eso sea posible hay que encontrar un parámetro que se pueda obtener fácilmente, como una muestra de sangre o de orina. También, en el camino, es necesario descartar aquello que no sea lo suficientemente confiable.
Esto último es lo que a un equipo de investigadores argentinos les permite ostentar una de las cinco mejores investigaciones en nefrología publicadas. Su trabajo, publicado en la revista Pediatrics Diabetes, demostró que, a diferencia de lo que ocurre en los adultos, medir el nivel de microalbuminuria (una proteína muy pequeña) en la orina no sirve para identificar en los chicos un proceso de deterioro del tejido de los riñones, el corazón o las arterias.
"La microalbuminuria elevada está generalmente asociada con la presión alta y otros factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad y la diabetes. En los diabéticos, se la asocia con la nefropatía [daño renal] y la hipertensión", explicó a LA NACION la doctora Valeria Hirschler, del Departamento de Nutrición y Diabetes del hospital Durand.
El análisis de microalbuminuria busca en una muestra de orina pequeñas cantidades de la proteína llamada albúmina. Su nivel aumenta en los obesos, los hipertensos, los diabéticos o los cardíacos. Pero en los chicos ocurre todo lo contrario, según comprobó el equipo en 1564 alumnos sanos, de entre 5 y 14 años, de 9 escuelas primarias.
"A medida que los chicos son más gordos, menor es la concentración de esas proteínas pequeñas que se filtran por el riñón -precisó-. Los chicos delgados tenían la microalbuminuria más alta que los chicos con sobrepeso."
El motivo, sospecha el equipo, es que los chicos con peso normal hacen más actividad física espontánea que los chicos con sobrepeso. Y la actividad física, las infecciones urinarias y hasta pasar mucho tiempo de pie pueden dar un falso positivo.
Además, al dividir entre los alumnos sin factores de riesgo cardiovascular o con por lo menos uno de ellos (sobrepeso/obesidad, mayor circunferencia de cintura para la edad o presión alta), el equipo comprobó, al contrario de lo que se esperaría, que los chicos con factores de riesgo tenían una menor concentración de microalbuminuria que el resto.
En los chicos con kilos de más para la talla y la edad, los varones con sobrepeso u obesidad tenían un 23% menos de posibilidad de tener un valor alto en este indicador de riesgo renal y cardiovascular, mientras que las mujeres tenían 2,5 veces más riesgo de tenerlo.
"No parecería ser una medida confiable en los chicos, por lo que no habría que pedirla, o tomarla con pinzas en los chicos saludables", sugirió Hirschler.
Fabiola Czubaj
lanacion.com
Para que eso sea posible hay que encontrar un parámetro que se pueda obtener fácilmente, como una muestra de sangre o de orina. También, en el camino, es necesario descartar aquello que no sea lo suficientemente confiable.
Esto último es lo que a un equipo de investigadores argentinos les permite ostentar una de las cinco mejores investigaciones en nefrología publicadas. Su trabajo, publicado en la revista Pediatrics Diabetes, demostró que, a diferencia de lo que ocurre en los adultos, medir el nivel de microalbuminuria (una proteína muy pequeña) en la orina no sirve para identificar en los chicos un proceso de deterioro del tejido de los riñones, el corazón o las arterias.
"La microalbuminuria elevada está generalmente asociada con la presión alta y otros factores de riesgo cardiovascular, como la obesidad y la diabetes. En los diabéticos, se la asocia con la nefropatía [daño renal] y la hipertensión", explicó a LA NACION la doctora Valeria Hirschler, del Departamento de Nutrición y Diabetes del hospital Durand.
El análisis de microalbuminuria busca en una muestra de orina pequeñas cantidades de la proteína llamada albúmina. Su nivel aumenta en los obesos, los hipertensos, los diabéticos o los cardíacos. Pero en los chicos ocurre todo lo contrario, según comprobó el equipo en 1564 alumnos sanos, de entre 5 y 14 años, de 9 escuelas primarias.
"A medida que los chicos son más gordos, menor es la concentración de esas proteínas pequeñas que se filtran por el riñón -precisó-. Los chicos delgados tenían la microalbuminuria más alta que los chicos con sobrepeso."
El motivo, sospecha el equipo, es que los chicos con peso normal hacen más actividad física espontánea que los chicos con sobrepeso. Y la actividad física, las infecciones urinarias y hasta pasar mucho tiempo de pie pueden dar un falso positivo.
Además, al dividir entre los alumnos sin factores de riesgo cardiovascular o con por lo menos uno de ellos (sobrepeso/obesidad, mayor circunferencia de cintura para la edad o presión alta), el equipo comprobó, al contrario de lo que se esperaría, que los chicos con factores de riesgo tenían una menor concentración de microalbuminuria que el resto.
En los chicos con kilos de más para la talla y la edad, los varones con sobrepeso u obesidad tenían un 23% menos de posibilidad de tener un valor alto en este indicador de riesgo renal y cardiovascular, mientras que las mujeres tenían 2,5 veces más riesgo de tenerlo.
"No parecería ser una medida confiable en los chicos, por lo que no habría que pedirla, o tomarla con pinzas en los chicos saludables", sugirió Hirschler.
Fabiola Czubaj
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