miércoles, 29 de abril de 2009

La globalización viral


Fabiola Czubaj
LA NACION
NUEVA YORK.- Ahora que la Guerra Fría es cosa del pasado, ya no nos enfrentamos a una amenaza única y puntual sino a una serie de amenazas transnacionales y descentralizadas: el terrorismo, la crisis financiera mundial, el calentamiento global, la proliferación nuclear y, como vemos esta semana, posibles pandemias, como la gripe porcina.
Estas amenazas son fruto del creciente avance de la globalización y son magnificadas también por ella. La comunicación global instantánea puede hacer que esas amenazas tengan a veces un impacto sistémico universal. La quiebra de un banco o la aparición de un virus ya no son, entonces, fenómenos aislados, sino que tienen la capacidad de hacer sentir sus efectos en todas partes al mismo tiempo.
¿Qué hacer, entonces, para lidiar con estas situaciones? ¿Hay que construir instituciones globales centralizadas lo suficientemente fuertes para responder a amenazas transnacionales? ¿O debemos confiar en diversas comunidades descentralizadas y en los Estados nacionales?
John Ikenberry, de la Universidad de Princeton, escribió un ensayo a favor de una respuesta centralizada, en el que argumentaba que Estados Unidos debería crear una serie de instituciones multinacionales que se ocuparan de los problemas globales.
Si aplicamos esa lógica al caso de la gripe porcina, podríamos decir que el mundo debería fortalecer a la Organización Mundial de la Salud (OMS), para dotarla del poder de organizar una respuesta global.
Si contáramos con un organismo así, no tendríamos que presenciar las fricciones que está suscitando el abordaje descentralizado actual. Europa ha ofendido a Estados Unidos al aconsejar a sus ciudadanos que no crucen el Atlántico. Algunos países han comenzado a restringir sus importaciones de cerdo. Europa podría acaparar las vacunas y abandonar a su suerte a Estados Unidos, que cuenta con apenas una planta que fabrica esa vacuna. El miedo a una pandemia podría disparar una ola de restricciones, donde los países compitan por impedir los viajes y construir paredes.
Todos esos peligros son reales. Sin embargo, la lección que está dejando esta crisis no es ésa. La respuesta que se dio a la gripe porcina sugiere que el abordaje descentralizado es el mejor. Hace apenas unos días que se produjo el brote y, sin embargo, ya se implementaron medidas muy agresivas y de alto impacto.
En primer lugar, la respuesta descentralizada es mucho más rápida. México respondió unilateralmente con fuertes medidas, como la cancelación de eventos públicos. Estados Unidos ha respondido con asombrosa rapidez. Si la respuesta estuviera coordinada por un organismo mundial, los funcionarios locales no tendrían tantas atribuciones. El poder estaría en manos de funcionarios de países lejanos, emocionalmente ajenos a lo que sucede en la "zona cero".
En segundo lugar, el abordaje descentralizado es mucho más creíble. Es un hecho de la naturaleza humana que en los momentos críticos la gente se siente más protegida por los suyos, y sólo deposita su confianza en quienes comparten su experiencia histórica, entienden sus prejuicios culturales y cuentan con la legitimidad necesaria para tomar decisiones brutales.
Finalmente, el abordaje descentralizado ha sabido hacer frente a la incertidumbre con bastante eficiencia. Hasta el momento, la respuesta a la crisis puso en evidencia que existe una red informal de científicos que se reúnen desde hace años y que llegaron a ciertos consensos, aunque también hay mucho que aún no saben.
Una respuesta global única resultaría en un abordaje uniforme del problema. Una respuesta descentralizada fomenta la experimentación.
La conclusión es que la crisis de gripe porcina entraña dos problemas que se superponen. Por debajo está la dinámica propia del brote, que se retroalimenta en un complejo ciclo que incluye al propio virus, a la movilidad de los humanos que lo transmiten y a factores ambientales que lo hacen cada vez más fuerte. Por encima de esto, está la psicología del miedo que despierta la enfermedad, que se alimenta de rumores, partes de noticias y advertencias de expertos.
La respuesta adecuada a estos problemas nuevos, dinámicos y descentralizados, es la creación de autoridades nuevas, dinámicas y descentralizadas: redes de funcionarios locales, agencias estatales, gobiernos nacionales y organismos internacionales que sean tan flexibles como el problema en sí.
La gripe porcina no es sólo una emergencia sanitaria. Es una prueba de cómo vamos a organizarnos en el siglo XXI. Y la subsidiariedad es la mejor respuesta.
Traducción de Jaime Arrambide

lanacion.com

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