Desde el Caribe hasta al Cuerno de Africa, la piratería cambió su eje de acción territorial a lo largo de los siglos pero no su metodología. Los nuevos corsarios blanden lanzacohetes, ametralladoras Kalashnicov y UZI en lugar de espadas, seleccionan sus presas a través de sistemas satelitales, las abordan en modernas lanchas rápidas y administran cuentas en paraísos fiscales para triangular los millonarios rescates por sus botines.
En las aguas del Océano Indico, donde se calcula que operan unos 1.500 corsarios, se concentra el grueso de la actividad de los piratas en el siglo XXI. En las costas de Somalia se registraron 111 de los 293 incidentes durante 2008. Un informe presentado en marzo por el secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, destacó el accionar de dos ramas principales en el país africano por sus recursos y capacidad de despliegue en las regiones de Puntland y Xarardheere, norte y centro del país. Según la ONU, “estos grupos rivalizan con las autoridades somalíes en términos de sus capacidades militares y recursos”.
“Existe una razón social en la piratería somalí vinculada al nivel de desempleo y la pobreza. Por eso, la ONU trabaja fuertemente en garantizar su estabilidad. No es una región sencilla porque desde 1991 no tiene prácticamente un gobierno consolidado”, comentó a PERFIL Ariel Fernández, director del Area de Africa Subsahariana de la Cancillería argentina.
Gran parte de quienes engrosan las filas bucaneras son antiguos pescadores que perdieron su principal fuente de ingresos cuando las potencias europeas se hicieron con los derechos marítimos a cambio de mínimas retribuciones a los gobiernos débiles de Mogadiscio. Muchas de estas antiguas embarcaciones recicladas con el dinero de los botines conforman la flota de naves nodrizas con las que surcan las aguas para dar caza a los pesados cargueros. La escasa velocidad de los pesados transportes, que ronda los 27 km/h, y su dificultad para maniobrar los vuelve presas fáciles ante la destreza de las lanchas piratas una vez que asoman en el horizonte. “No sólo están bien organizados sino que han demostrado ser sumamente adaptables a los cambios en el entorno estratégico”, aseguró la revista Foreign Policy en su último número.
Para contrarrestar el aumento de los patrullajes, los marinos somalíes han redireccionado sus operaciones mar adentro y trocado sus rutas de aprovisionamiento habituales por puertos alternativos como los de Al Mukalla y Al Shishr en Yemen. El corredor marítimo del Mar Rojo es una fuente de tesoros incalculables para los piratas: 30 mil barcos navegan sus aguas cada año con un tercio del petróleo mundial y millones de dólares en víveres destinados a Africa.
En 2008 se pagaron a los piratas somalíes casi 100 millones de dólares en los rescates de 40 barcos y, en lo que va de 2009, se contabilizan ya 60 incidentes y el monto abonado trepa hasta 50 millones. Todavía siguen en poder de los piratas 16 barcos y 260 personas.
“Los tripulantes de los barcos capturados no se defienden porque jugar con armas en botes repletos de químicos volátiles podría desencadenar explosiones desastrosas”, explicó la publicación Newsweek. Por eso, las empresas recomiendan a sus empleados no resistir los abordajes y, en cambio, prefieren pagar las primas de seguro y, eventualmente, el dinero del rescate, antes que asumir el riesgo de perder la carga.
Desde fines de 2008, la OTAN y la Unión Europea organizaron misiones armadas en las aguas del Indico para cazar piratas. Pero mientras estos grupos sigan contando con el apoyo popular de la sociedad somalí y la connivencia de los extremistas islámicos de Al Shaba, vinculados a la red Al Qaeda, el viento no soplará a favor de los aliados.
En las aguas del Océano Indico, donde se calcula que operan unos 1.500 corsarios, se concentra el grueso de la actividad de los piratas en el siglo XXI. En las costas de Somalia se registraron 111 de los 293 incidentes durante 2008. Un informe presentado en marzo por el secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, destacó el accionar de dos ramas principales en el país africano por sus recursos y capacidad de despliegue en las regiones de Puntland y Xarardheere, norte y centro del país. Según la ONU, “estos grupos rivalizan con las autoridades somalíes en términos de sus capacidades militares y recursos”.
“Existe una razón social en la piratería somalí vinculada al nivel de desempleo y la pobreza. Por eso, la ONU trabaja fuertemente en garantizar su estabilidad. No es una región sencilla porque desde 1991 no tiene prácticamente un gobierno consolidado”, comentó a PERFIL Ariel Fernández, director del Area de Africa Subsahariana de la Cancillería argentina.
Gran parte de quienes engrosan las filas bucaneras son antiguos pescadores que perdieron su principal fuente de ingresos cuando las potencias europeas se hicieron con los derechos marítimos a cambio de mínimas retribuciones a los gobiernos débiles de Mogadiscio. Muchas de estas antiguas embarcaciones recicladas con el dinero de los botines conforman la flota de naves nodrizas con las que surcan las aguas para dar caza a los pesados cargueros. La escasa velocidad de los pesados transportes, que ronda los 27 km/h, y su dificultad para maniobrar los vuelve presas fáciles ante la destreza de las lanchas piratas una vez que asoman en el horizonte. “No sólo están bien organizados sino que han demostrado ser sumamente adaptables a los cambios en el entorno estratégico”, aseguró la revista Foreign Policy en su último número.
Para contrarrestar el aumento de los patrullajes, los marinos somalíes han redireccionado sus operaciones mar adentro y trocado sus rutas de aprovisionamiento habituales por puertos alternativos como los de Al Mukalla y Al Shishr en Yemen. El corredor marítimo del Mar Rojo es una fuente de tesoros incalculables para los piratas: 30 mil barcos navegan sus aguas cada año con un tercio del petróleo mundial y millones de dólares en víveres destinados a Africa.
En 2008 se pagaron a los piratas somalíes casi 100 millones de dólares en los rescates de 40 barcos y, en lo que va de 2009, se contabilizan ya 60 incidentes y el monto abonado trepa hasta 50 millones. Todavía siguen en poder de los piratas 16 barcos y 260 personas.
“Los tripulantes de los barcos capturados no se defienden porque jugar con armas en botes repletos de químicos volátiles podría desencadenar explosiones desastrosas”, explicó la publicación Newsweek. Por eso, las empresas recomiendan a sus empleados no resistir los abordajes y, en cambio, prefieren pagar las primas de seguro y, eventualmente, el dinero del rescate, antes que asumir el riesgo de perder la carga.
Desde fines de 2008, la OTAN y la Unión Europea organizaron misiones armadas en las aguas del Indico para cazar piratas. Pero mientras estos grupos sigan contando con el apoyo popular de la sociedad somalí y la connivencia de los extremistas islámicos de Al Shaba, vinculados a la red Al Qaeda, el viento no soplará a favor de los aliados.
diarioperfil.com.ar
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