Soledad Gallego-Díaz
Diario El País
Una cosa es recibir ayuda psicológica por Internet, algo que está más extendido de lo que se puede suponer y que se ofrece desde hace ya bastantes años en la Red, con resultados razonables, y otra, someterse a un proceso completo de psicoanálisis vía online. Esta última posibilidad se va abriendo camino en medio de una fuerte polémica, entre quienes creen que el contacto vía chat o Skype solo puede ser un apoyo puntual, para momentos en los que el psicoanalizado tiene que viajar o no puede salir de casa, y quienes mantienen que no existe razón para que todo el proceso no se pueda desarrollar sin contacto personal y exclusivamente vía Internet. ¿Acaso los psicoanalizados no se sientan de forma que no vean directamente al analista?
Argentina, un país caracterizado por su gran número de psicólogos y psicoanalistas, y por la enorme variedad de terapias que manejan, es desde hace unos meses el escenario preferente de ese nuevo debate. Hay infinidad de páginas web en las que psicólogos acreditados, prácticamente de todos los puntos del mundo, ofrecen sus servicios online.
Parece evidente que, en algunos casos, Internet presenta ventajas indiscutibles. Por ejemplo, cuando alguien se ve obligado a desplazarse a un país cuya lengua no domina. Gracias a la Web, puede requerir ayuda en su idioma materno. Es una ventaja también en casos de personas que no pueden salir de sus domicilios, por enfermedad, fobias o impedimentos físicos graves, o para quienes tienen horarios difíciles de trabajo. Incluso, simplemente, para quienes no se sienten con ánimo para solicitar ayudar en persona y prefieren conservar el anonimato.
La mayoría de los grupos profesionales especializados en psicología online ofrecen terapias relacionadas con ansiedad, problemas familiares, relaciones sexuales y sentimentales, abuso de drogas y alcohol, desórdenes alimenticios, fobias, estrés, situaciones traumáticas y duelo.
En términos generales, la primera consulta (incluso la segunda, en ocasiones) es gratuita y posteriormente se pasa a pagar una tarifa determinada. En Europa, suele oscilar en torno a los 50-70 euros por sesión o consulta. En Argentina, donde una sesión presencial con el psicólogo ronda los 150-200 pesos (entre 30 y 40 euros), las consultas vía web son razonablemente más baratas.
Un grupo de psicólogos argentinos tomó la iniciativa de brindar sesiones de psicoterapia con recursos tales como la videoconferencia y el chat.
Por primera vez, se va a poner en marcha, también en Argentina, un experimento de terapia de grupo vía chat, en el que van a participar, durante seis meses, ocho voluntarios. El proyecto, dirigido por Adriana Zadunaisky y Carlos Pachuk, pretende comprobar si través de la web, con videoconferencias y chats, es posible crear una intimidad parecida a la que se consigue en sesiones grupales presenciales.
"Todo eso es razonable, pero el psicoanálisis es otra cosa y exige la presencia del cuerpo del otro, la presencia física", mantiene Jorge Añón, de la Asociación de Psicólogos de la Ciudad de Buenos Aires. Añón no cree posible desarrollar un proceso de psicoanálisis exclusivamente a través de un chat o de un videoconferencia. Él niega que el clásico diván equivalga ya, de alguna forma, a una ausencia directa del analista. Primero, porque existen muchas maneras de realizar el psicoanálisis, con diván o sin él. "Y segundo", añade, "porque no es lo mismo no estar viendo al analista, no mirarle, que saber que no esta ahí. Precisamente, el psicoanálisis requiere esa presencia física, sustraída o no a la vista, pero imprescindible para que se genere esa relación o vínculo transferencial clásica del psicoanálisis".
Añón no quiere descalificar el trabajo de sus colegas online pero insiste en que un psicoanalista que trabaje con chat o skype se perdería muchas cosas. "Es imprescindible la tensión que se genera en esa relación terapéutica. Se trata, precisamente, de crear una atmósfera artificial de relación que ayude al paciente a conocer su inconsciente. No se trata de curar nada, sino que la cura es una consecuencia derivada del conocimiento del uno mismo", precisa.
Diana Sahovaler, que prepara en la actualidad un libro sobre psicoanálisis y realidad virtual, piensa de otra forma. "Yo empecé a atender a alguien que no podía acudir a mi consulta y comprobé que el proceso era francamente positivo", explica. "Yo les pido que escriban con libertad y que no borren nada. Si quieren cambiar o decir otra cosa, que simplemente lo añadan. Lo importante es que se respete la regla de la asociación libre".
Según Sahovaler, el vínculo de transferencia entre el paciente y el analista se mantiene sin problemas vía Internet: "No es lo mismo hablar que escribir, por supuesto, pero lo que le interesa al analista es el discurso del paciente, la apertura de su inconsciente y eso se respeta con el psicoanálisis online". Sahovaler mantiene que el psicoanálisis tiene que estar abierto a las nuevas tecnologías y aceptar que Internet es, precisamente, un mecanismo que favorece extraordinariamente el intercambio y la comunicación. "¿La privacidad? Por supuesto, hay que garantizar la privacidad entre el analista y su paciente, igual que garantizar la ética profesional. Pero las dos cosas se pueden lograr en la web".
© El Pais, SL
Una cosa es recibir ayuda psicológica por Internet, algo que está más extendido de lo que se puede suponer y que se ofrece desde hace ya bastantes años en la Red, con resultados razonables, y otra, someterse a un proceso completo de psicoanálisis vía online. Esta última posibilidad se va abriendo camino en medio de una fuerte polémica, entre quienes creen que el contacto vía chat o Skype solo puede ser un apoyo puntual, para momentos en los que el psicoanalizado tiene que viajar o no puede salir de casa, y quienes mantienen que no existe razón para que todo el proceso no se pueda desarrollar sin contacto personal y exclusivamente vía Internet. ¿Acaso los psicoanalizados no se sientan de forma que no vean directamente al analista?
Argentina, un país caracterizado por su gran número de psicólogos y psicoanalistas, y por la enorme variedad de terapias que manejan, es desde hace unos meses el escenario preferente de ese nuevo debate. Hay infinidad de páginas web en las que psicólogos acreditados, prácticamente de todos los puntos del mundo, ofrecen sus servicios online.
Parece evidente que, en algunos casos, Internet presenta ventajas indiscutibles. Por ejemplo, cuando alguien se ve obligado a desplazarse a un país cuya lengua no domina. Gracias a la Web, puede requerir ayuda en su idioma materno. Es una ventaja también en casos de personas que no pueden salir de sus domicilios, por enfermedad, fobias o impedimentos físicos graves, o para quienes tienen horarios difíciles de trabajo. Incluso, simplemente, para quienes no se sienten con ánimo para solicitar ayudar en persona y prefieren conservar el anonimato.
La mayoría de los grupos profesionales especializados en psicología online ofrecen terapias relacionadas con ansiedad, problemas familiares, relaciones sexuales y sentimentales, abuso de drogas y alcohol, desórdenes alimenticios, fobias, estrés, situaciones traumáticas y duelo.
En términos generales, la primera consulta (incluso la segunda, en ocasiones) es gratuita y posteriormente se pasa a pagar una tarifa determinada. En Europa, suele oscilar en torno a los 50-70 euros por sesión o consulta. En Argentina, donde una sesión presencial con el psicólogo ronda los 150-200 pesos (entre 30 y 40 euros), las consultas vía web son razonablemente más baratas.
Un grupo de psicólogos argentinos tomó la iniciativa de brindar sesiones de psicoterapia con recursos tales como la videoconferencia y el chat.
Por primera vez, se va a poner en marcha, también en Argentina, un experimento de terapia de grupo vía chat, en el que van a participar, durante seis meses, ocho voluntarios. El proyecto, dirigido por Adriana Zadunaisky y Carlos Pachuk, pretende comprobar si través de la web, con videoconferencias y chats, es posible crear una intimidad parecida a la que se consigue en sesiones grupales presenciales.
"Todo eso es razonable, pero el psicoanálisis es otra cosa y exige la presencia del cuerpo del otro, la presencia física", mantiene Jorge Añón, de la Asociación de Psicólogos de la Ciudad de Buenos Aires. Añón no cree posible desarrollar un proceso de psicoanálisis exclusivamente a través de un chat o de un videoconferencia. Él niega que el clásico diván equivalga ya, de alguna forma, a una ausencia directa del analista. Primero, porque existen muchas maneras de realizar el psicoanálisis, con diván o sin él. "Y segundo", añade, "porque no es lo mismo no estar viendo al analista, no mirarle, que saber que no esta ahí. Precisamente, el psicoanálisis requiere esa presencia física, sustraída o no a la vista, pero imprescindible para que se genere esa relación o vínculo transferencial clásica del psicoanálisis".
Añón no quiere descalificar el trabajo de sus colegas online pero insiste en que un psicoanalista que trabaje con chat o skype se perdería muchas cosas. "Es imprescindible la tensión que se genera en esa relación terapéutica. Se trata, precisamente, de crear una atmósfera artificial de relación que ayude al paciente a conocer su inconsciente. No se trata de curar nada, sino que la cura es una consecuencia derivada del conocimiento del uno mismo", precisa.
Diana Sahovaler, que prepara en la actualidad un libro sobre psicoanálisis y realidad virtual, piensa de otra forma. "Yo empecé a atender a alguien que no podía acudir a mi consulta y comprobé que el proceso era francamente positivo", explica. "Yo les pido que escriban con libertad y que no borren nada. Si quieren cambiar o decir otra cosa, que simplemente lo añadan. Lo importante es que se respete la regla de la asociación libre".
Según Sahovaler, el vínculo de transferencia entre el paciente y el analista se mantiene sin problemas vía Internet: "No es lo mismo hablar que escribir, por supuesto, pero lo que le interesa al analista es el discurso del paciente, la apertura de su inconsciente y eso se respeta con el psicoanálisis online". Sahovaler mantiene que el psicoanálisis tiene que estar abierto a las nuevas tecnologías y aceptar que Internet es, precisamente, un mecanismo que favorece extraordinariamente el intercambio y la comunicación. "¿La privacidad? Por supuesto, hay que garantizar la privacidad entre el analista y su paciente, igual que garantizar la ética profesional. Pero las dos cosas se pueden lograr en la web".
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lanacion.com
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