jueves, 23 de abril de 2009

Las cifras del paco


Un informe exclusivo del Observatorio de Drogas del gobierno porteño sobre consumo de estupefacientes en la ciudad de Buenos Aires asegura que por lo menos diez chicos deben ser internados por día en hospitales porteños con graves daños neurológicos y variados niveles de intoxicación ocasionados por el uso de paco.
Los datos le imprimen rigor matemático a las declaraciones hechas por el cardenal Jorge Bergoglio y el colectivo de curas villeros en los últimos días. Los consumidores de paco en la población general –dice el informe– son en su mayoría varones de hasta 25 años.
“El paco y los inhalantes –sigue el texto– son las drogas que se consumen a más temprana edad entre los adolescentes escolarizados; resultando la media de edad de inicio en los 12 años para ambas sustancias.
El promedio de edad de inicio en el consumo de otras drogas se verifica mucho más tardíamente”. Y agrega: “Los niños en situación de calle resultan el grupo de población con mayor vulnerabilidad, sea por la falta de referentes adultos, períodos de escolarización extremadamente breves y discontinuos, la falta de residencia fija y el autosustento que complejizan el cuadro de salud física y mental.
Pero en la provincia de Buenos Aires el escenario parece más crítico. Según un relevamiento realizado por la Red de Madres contra el Paco y por la Vida del Conurbano Sur, sólo en la zona de Cuartel Quinto, partido de Lomas de Zamora, hay alrededor de 400 chicos internados en centros de rehabilitación.
“Se internan a razón de cuatro por día”, aseguró Isabel Vázquez, titular de la organización, y agregó un dato más escalofriante: “Entre 8 y 10 pibes se mueren todas las semanas por sobredosis o causas derivadas del consumo de paco como desnutrición, suicidios o enfrentamientos entre bandas o con la policía”.
“En la 21-24, todos saben dónde conseguir paco”
Bajo estricta reserva de identidad, un habitante del barrio donde se habría producido la amenaza denunciada por Bergoglio, contó a Crítica de la Argentina: “Yo recuerdo que al paredón de barrio Zabaleta van muchos que venden paco y en la villa de la 21-24 todo el mundo sabe quién vende y quién no. También sabemos que hay un centro de distribución muy cerca de la Escuela Nº 12 donde venden sólo paco.
En la villa, todos saben donde conseguir Paco. Lo que sucede es que las drogas siempre se prueban primero con la gente de la villa, si sale una droga nueva de diseño se prueba primero ahí y después la sacan al mercado, ven a qué precio, qué tipo de adicción genera. Pero el laboratorio de conejitos humanos está en las personas que viven en la villa”.
criticadigital

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