Si alguna vez sintió hormigueo en la punta de los dedos, tuvo el brazo o la mano "dormida", experimentó una molestia puntual en la nuca, padeció dolores de cabeza en la cuenca o detrás de los ojos, tuvo la sensación de que algo como un cuchillo se clavaba en medio de la espalda o aguantó dolores en la zona pectoral, pudo haber sido víctima de una de las tantas contracturas que genera el estrés. Por el aumento en las presiones laborales y la crisis ecónomica, entre otros motivos personales y sociales, se produce un importante desgaste físico y psíquico que suele disparar el nivel de estrés en la gente.
La crisis actual no es una excepción a la regla: con ella aumentaron las consultas a traumatólogos y kinesiólogos por contracturas. "Se ha observado un aumento de las consultas por contracturas musculares, tanto a nivel hospitalario como a nivel privado; también aumentó el síndrome llamado fibromialgia o reumatismo de partes blandas, relacionado generalmente con cuadros de estrés", asegura Pablo G. Rivas, presidente de la Asociación Argentina de Terapía Física.
"Cuando hay un estado de tensión permanente a causa de una situación social, familiar o laboral, se generan cuadros de depresión o ansiedad. Una de las manifestaciones de la ansiedad es el estrés, que genera una repercusión global en el cuerpo. Y una de las consecuencias es no lograr relajar el músculo", detalla Liliana Geijo, miembro de la Asociación de Kinesiología y docente de la UBA.
La contractura es una contracción sostenida e involuntaria de uno o más músculos que puede provocar un dolor intenso. Si bien todo el cuerpo puede estar sujeto a contracturas, el estrés tiene sus zonas preferidas. "El cuello (cervicales), la espalda (dorso e interescapulares), y la cintura con prolongación dolorosa en el miembro inferior (lumbalgia y ciatalgia) son las zonas más afectadas por el efecto del estrés", puntualiza el kinesiólogo Sergio Maslo.
Según los especialistas, las causas más frecuentes se relacionan con el sedentarismo, por eso afectan en su mayoría a los oficinistas. "Los trabajos que implican estar sentado durante varias horas diarias -fijando la mirada en la computadora o sentado en el mostrador- concentran la mayoría de los casos que atendemos", aclara Rivas. "Ocurre que el ritmo de vida de hoy va a contramano de las recomendaciones de nutricionistas, psicólogos, médicos y kinesiólogos.
Un gran aumento de demanda, competitividad, compromisos económicos, atentan contra la vida al aire libre, con la posibilidad de hacer deporte, de llevar una buena dieta y de tener sosiego" comenta Rivas. Nadie está a salvo de las contracturas.
Es más, se nota un aumento de los casos en las mujeres de edad mediana (de entre 35 y 45 años) y en los mayores de 50 años, tanto entre los hombres como entre las mujeres. Una tendencia preocupante es que la edad de las personas que las sufren es cada vez más baja.
"Los chicos de los últimos años de la primaria comienzan a tenerlas por la cantidad de tiempo que pasan frente a la computadora y por la agresividad que se vive en las escuelas (eso es algo que les genera mucho estrés)", agregó Geijo.
Frente a este cuadro pesimista, la solución es la actividad física. "Hagan los ejercicios recomendados por los profesionales, huyan del sedentarismo. ¡Muévanse, repito, muévanse, por favor!" aconseja el kinesiólogo Maslo.
clarin.com
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