Graciela Iglesias
Para LA NACION
OXFORD.- "En la mochila tengo el celular, pero apagado, una botella de agua mineral, un par de medias extra"
Daisy Rooper, estudiante de historia de 19 años, recita en voz baja la lista de lo que cargará en su hombro durante tres jornadas de marcha a pie, a razón de 30 kilómetros diarios. Con tatuajes de sirenas en los brazos y pendiente en la nariz, esta joven no se prepara para participar de una maratón ni para asistir a un concierto de rock. Su cita es una peregrinación religiosa. Y está lejos de ser la única en responder a la convocatoria.
Las caminatas espirituales se han convertido en un fenómeno social que puede movilizar, en un fin de semana, a medio millón de europeos. que, solos o en familia, se unen a alguna procesión religiosa de larga distancia. Lo más interesante es que no se trata sólo de musulmanes en su habitual viaje hacia La Meca o algo limitado a un grupo de nostálgicos de las Cruzadas en unos pocos países católicos. El entusiasmo por "seguir los pasos de Jesús" está movilizando también a los protestantes de Europa del Norte.
Del furor por las peregrinaciones ha surgido también una verdadera industria, que incluye agencias de turismo especializadas, fábricas de ropa, alimentos y souvenirs , guías espirituales y hasta CD de música creada especialmente para la ocasión. Al mismo tiempo, muchas de las peregrinaciones han dejado de organizarse en las sacristías para hacerlo a través de foros de encuentro social de Internet como Facebook y MySpace.
El número de los que hacen a pie o en bicicleta el Camino de Santiago que atraviesa medio continente hasta la famosa catedral gallega se ha cuadruplicado en los últimos 20 años, de unos 2500 peregrinos en 1986 a más de 100.000 en 2006.
Una serie de apariciones de la Virgen de Medjugorje en Bosnia-Herzegovina desde 1981 logró sumar ese destino a otros hitos marianos de larga data como Lourdes, en Francia; Fátima, en Portugal, y Czestochowa, en Polonia.
La catedral de Canterbury, escenario del martirio de Thomas Becket, sigue siendo el principal centro de atracción religioso en el Reino Unido, pero le sigue de cerca el santuario anglicano y católico de Walsingham. Un cuarto de millón de personas -incluida Daisy- visita anualmente este rincón rural del norteño condado inglés de Norfolk, donde una aristocrática mujer, siguiendo instrucciones de la Virgen, hizo instalar en 1060 una réplica del pesebre donde se crió Jesús. Tras las huellas de los santos
Otros prefieren transitar los caminos de santos. El primer sábado de julio, unos 1500 peregrinos atraviesan los campos que separan la villa inglesa de Bradwell y la aislada capilla sajona de San Pedro, en el condado de Essex, para rezar, compartir un picnic, bailar y cantar en honor a San Cedd. En Gales, los caminantes que llegan a la fuente de Santa Winefrida son autorizados a refrescarse con una rápida zambullida.
Este fin de semana, los 120 kilómetros que separan la abadía de Melrose, en Escocia, de la de Lindisfarne, en el condado inglés de Northumberland, ya están poblados de cientos de fieles de todas las edades que, portando la tradicional cruz celta, rinden homenaje a San Cutberto, el monje anglosajón protector de la región.
Lejos de seguir el derrotero dejado por la historia, esta ruta celta fue abierta en 1997, el mismo año en el cual el príncipe heredero de Noruega, Haakon Magnus, inauguró los 643 kilómetros del Camino de San Olav, conocido ahora como la versión nórdica del Camino de Santiago.
Comunidades protestantes ecuménicas en Taizé, en Borgoña, y en Iona, la mística isla del oeste de Escocia, atraen ahora a cientos de miles de jóvenes. Iglesias luteranas hicieron abrir más de 280 kilómetros de vías de peregrinación en Jutlandia, Dinamarca, al igual que una red de 950 kilómetros que sigue la ruta de escape hacia Alemania, tomada por franceses protestantes perseguidos en el siglo XVII.
El doctor Ian Bradley, profesor de Teología Práctica e Historia de la Iglesia en la universidad escocesa de St. Andrews y autor del libro Pereginación: un viaje cultural y espiritual , atribuye el renacer de esta práctica a un profundo cambio social, que se refleja en las prácticas religiosas.
"A mucha gente le molesta tener que expresar su espiritualidad arrodillándose en la iglesia, siguiendo ritos institucionalizados. En un mundo plagado de incertidumbres y de soledad, encuentran más fácil caminar que hablar sobre su fe y se sienten alentados al saber que están siguiendo los pasos de otros tantos fieles, junto a personas que los comprenden", sostiene Bradley.
Toda la comercialización que rodea a las peregrinaciones parecería apuntar hacia un materialismo muy poco religioso. Pero John Urry, profesor de Sociología en la Universidad de Lancaster, interpreta el boom de la peregrinación como "una señal de la desilusión con lo que ofrece el turismo de masa y el consumismo".
"Los peregrinos buscan una forma alternativa de encontrar significado y valores al nuevo orden social. No son meros turistas -subrayó-. Puede ser que lo único que alguno saque de la experiencia sea comprarse una remera, pero la gran mayoría vuelve a su casa con algo mucho más trascendente."
Un argentino, a cargo de Lourdes
Un sacerdote argentino es el primer rector no francés en la historia del santuario de Lourdes, uno de los más visitados del mundo, que en 2008 recibió 9 millones de peregrinos. Es el padre tucumano Horacio Brito, de 60 años, que tiene a cargo 450 empleados en el santuario.
OXFORD.- "En la mochila tengo el celular, pero apagado, una botella de agua mineral, un par de medias extra"
Daisy Rooper, estudiante de historia de 19 años, recita en voz baja la lista de lo que cargará en su hombro durante tres jornadas de marcha a pie, a razón de 30 kilómetros diarios. Con tatuajes de sirenas en los brazos y pendiente en la nariz, esta joven no se prepara para participar de una maratón ni para asistir a un concierto de rock. Su cita es una peregrinación religiosa. Y está lejos de ser la única en responder a la convocatoria.
Las caminatas espirituales se han convertido en un fenómeno social que puede movilizar, en un fin de semana, a medio millón de europeos. que, solos o en familia, se unen a alguna procesión religiosa de larga distancia. Lo más interesante es que no se trata sólo de musulmanes en su habitual viaje hacia La Meca o algo limitado a un grupo de nostálgicos de las Cruzadas en unos pocos países católicos. El entusiasmo por "seguir los pasos de Jesús" está movilizando también a los protestantes de Europa del Norte.
Del furor por las peregrinaciones ha surgido también una verdadera industria, que incluye agencias de turismo especializadas, fábricas de ropa, alimentos y souvenirs , guías espirituales y hasta CD de música creada especialmente para la ocasión. Al mismo tiempo, muchas de las peregrinaciones han dejado de organizarse en las sacristías para hacerlo a través de foros de encuentro social de Internet como Facebook y MySpace.
El número de los que hacen a pie o en bicicleta el Camino de Santiago que atraviesa medio continente hasta la famosa catedral gallega se ha cuadruplicado en los últimos 20 años, de unos 2500 peregrinos en 1986 a más de 100.000 en 2006.
Una serie de apariciones de la Virgen de Medjugorje en Bosnia-Herzegovina desde 1981 logró sumar ese destino a otros hitos marianos de larga data como Lourdes, en Francia; Fátima, en Portugal, y Czestochowa, en Polonia.
La catedral de Canterbury, escenario del martirio de Thomas Becket, sigue siendo el principal centro de atracción religioso en el Reino Unido, pero le sigue de cerca el santuario anglicano y católico de Walsingham. Un cuarto de millón de personas -incluida Daisy- visita anualmente este rincón rural del norteño condado inglés de Norfolk, donde una aristocrática mujer, siguiendo instrucciones de la Virgen, hizo instalar en 1060 una réplica del pesebre donde se crió Jesús. Tras las huellas de los santos
Otros prefieren transitar los caminos de santos. El primer sábado de julio, unos 1500 peregrinos atraviesan los campos que separan la villa inglesa de Bradwell y la aislada capilla sajona de San Pedro, en el condado de Essex, para rezar, compartir un picnic, bailar y cantar en honor a San Cedd. En Gales, los caminantes que llegan a la fuente de Santa Winefrida son autorizados a refrescarse con una rápida zambullida.
Este fin de semana, los 120 kilómetros que separan la abadía de Melrose, en Escocia, de la de Lindisfarne, en el condado inglés de Northumberland, ya están poblados de cientos de fieles de todas las edades que, portando la tradicional cruz celta, rinden homenaje a San Cutberto, el monje anglosajón protector de la región.
Lejos de seguir el derrotero dejado por la historia, esta ruta celta fue abierta en 1997, el mismo año en el cual el príncipe heredero de Noruega, Haakon Magnus, inauguró los 643 kilómetros del Camino de San Olav, conocido ahora como la versión nórdica del Camino de Santiago.
Comunidades protestantes ecuménicas en Taizé, en Borgoña, y en Iona, la mística isla del oeste de Escocia, atraen ahora a cientos de miles de jóvenes. Iglesias luteranas hicieron abrir más de 280 kilómetros de vías de peregrinación en Jutlandia, Dinamarca, al igual que una red de 950 kilómetros que sigue la ruta de escape hacia Alemania, tomada por franceses protestantes perseguidos en el siglo XVII.
El doctor Ian Bradley, profesor de Teología Práctica e Historia de la Iglesia en la universidad escocesa de St. Andrews y autor del libro Pereginación: un viaje cultural y espiritual , atribuye el renacer de esta práctica a un profundo cambio social, que se refleja en las prácticas religiosas.
"A mucha gente le molesta tener que expresar su espiritualidad arrodillándose en la iglesia, siguiendo ritos institucionalizados. En un mundo plagado de incertidumbres y de soledad, encuentran más fácil caminar que hablar sobre su fe y se sienten alentados al saber que están siguiendo los pasos de otros tantos fieles, junto a personas que los comprenden", sostiene Bradley.
Toda la comercialización que rodea a las peregrinaciones parecería apuntar hacia un materialismo muy poco religioso. Pero John Urry, profesor de Sociología en la Universidad de Lancaster, interpreta el boom de la peregrinación como "una señal de la desilusión con lo que ofrece el turismo de masa y el consumismo".
"Los peregrinos buscan una forma alternativa de encontrar significado y valores al nuevo orden social. No son meros turistas -subrayó-. Puede ser que lo único que alguno saque de la experiencia sea comprarse una remera, pero la gran mayoría vuelve a su casa con algo mucho más trascendente."
Un argentino, a cargo de Lourdes
Un sacerdote argentino es el primer rector no francés en la historia del santuario de Lourdes, uno de los más visitados del mundo, que en 2008 recibió 9 millones de peregrinos. Es el padre tucumano Horacio Brito, de 60 años, que tiene a cargo 450 empleados en el santuario.
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