domingo, 26 de septiembre de 2010

El robot que quiere ser artista

Compraría usted una obra de arte firmada por un robot? Lo más probable es que incluso tenga dudas sobre si una máquina puede ser creativa. Simon Colton, profesor de Informática del Imperial College de Londres, asegura sin embargo que sí es posible y lo está demostrando con 'The Painting Fool', un software que imita el comportamiento de un artista y que ha tardado siete años en desarrollar. Según el investigador inglés, su programa informático "piensa de manera emocional" e intenta pintar como si fuese una persona y no una máquina.

Colton, que ha ofrecido esta semana en Madrid una de las conferencias organizadas por el British Council para celebrar su 70 aniversario en España, es un experto en Inteligencia Artificial (IA), la ciencia e ingeniería que permiten diseñar y programar máquinas capaces de realizar tareas que requieren inteligencia. En concreto, Colton está especializado en una rama denominada Creatividad Computacional. Como su nombre sugiere, el objetivo es hacer que las máquinas lleven a cabo un proceso cognitivo y sean creativas.

Expresar estados de ánimo
Uno de los proyectos consistió en seleccionar 22 imágenes del rostro de la actriz Audrey Tautou en la película Amélie. A partir de estas fotografías, 'The Painting Fool' creó 222 retratos con diferentes estilos.

Para expresar distintos estados de ánimo (felicidad, tristeza, miedo, furia, etc.) el programa eligió diversas paletas de colores y modificó los rasgos del rostro (en la web thepaintingfool.com hay algunos ejemplos y varios vídeos en los que se explica el proceso).

"No pretendo frivolizar diciendo que el resultado es una maravilla pero sí es un programa que aprecia el arte y parte del proceso que desarrolla es cognitivo. El software es capaz de detectar el estilo pictórico que puede resaltar un estado de ánimo", explica Colton.

Otra de las demostraciones consistió en combinar 'The Painting Fool' con un software diseñado por Maja Pantic y Michel Valstar para grabar un vídeo de una persona expresando emociones (sonriendo, frunciendo el ceño o mirando con sorpresa). El programa detectó el estado de ánimo, determinó en qué zonas del rostro se reflejaba y seleccionó de entre las imágenes grabadas en el vídeo la secuencia que mejor lo expresaba.

Esta información pasó entonces a 'The Painting Fool', que procedió a pintar un retrato del protagonista del vídeo a partir de la imagen seleccionada previamente. El software escogió los materiales, la paleta de colores y el nivel de abstracción en función del estado de ánimo que se quería plasmar. Por ejemplo, para expresar felicidad eligió colores vibrantes mientras que para mostrar tristeza optó por una paleta de tonos apagados. Asimismo, fue capaz de utilizar la información sobre las zonas de la cara que reflejan estados de ánimo para conseguir un parecido. De esta forma, enfatizó los ojos, la nariz y la boca del rostro o alargó la cara para expresar diferentes estados de ánimo.

Críticas de artistas
Pero, ¿puede considerarse arte la obra creada por una máquina? Según admite Colton, su programa ha recibido fuertes críticas por parte de la comunidad artística aunque también cuenta con apoyos. "La gente teme que la Inteligencia Artificial sustituya a los humanos y que éstos dejen de ser necesarios. Sin embargo, nuestro software ayudará a la gente a pensar más, no menos. Se trata de hacer obras diferentes, no sólo copias, cediendo la responsabilidad creativa al software. El buen arte te hace pensar", añade. Aunque ya hay artistas que utilizan en sus obras sistemas digitales, Colton cree que el mundo del arte tardará tiempo en aceptar a un robot artista.

El investigador reconoce que, de momento, las obras realizadas con su software no son muy buenas. Sin embargo, el objetivo final es que el software (que pronto será aplicado a un robot articulado) se tome en serio como pintor creativo y que algún día sea considerado como un artista de pleno derecho.

De momento, las obras no están a la venta aunque sí se han hecho ediciones limitadas de láminas de algunas de ellas, que pueden adquirirse a través de su página web por un precio que oscila entre los entre 30 y 46 euros, según el tamaño de la impresión. Una selección de los cuadros se exhibe de forma permanente en el Imperial College de Londres.

elmundo.es

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