jueves, 30 de septiembre de 2010

Cinco inventos de Argentina para el mundo

Ayer, como cada 29 de septiembre desde 1990, se conmemoró en la Argentina el Día del inventor. En esa fecha, pero en 1899, nacía Ladislao José Biro, el inventor del bolígrafo (o birome).
Hoy, muchos argentinos le siguen los pasos a Biro. Según datos del Foro Argentino de Inventores, la Argentina está en el puesto número 14, a nivel mundial, en lo que se denomina Coeficiente de Inventiva, que se determina por el número de solicitudes de patentes nacionales por cada 10.000 habitantes. Aquí, cinco historias de inventos de los últimos años que han triunfado más allá de las fronteras nacionales.

Pochoclos libres de grasas
Carlos Arcusín (56) patentó su primera creación en 1986, y desde entonces no paró. En 1989 dio a luz una jeringa que impide su reutilización. Ese invento ganó una medalla de oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), y en 2003 fue adoptado y recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Por estos días, Arcusín se ocupa de sus últimas creaciones, pochoclos libres de grasa, y un proceso de bajo costo para fabricar dulce de leche. “Los pochoclos para el microondas vienen recubiertos de grasa, que es lo que hace que los granos exploten. Yo, de casualidad, descubrí que se podía lograr lo mismo con otra sustancia libre de grasa”, explica Arcusín. Sus pochoclos se venden ahora en Brasil, Uruguay, Chile, España, Bulgaria y Grecia. En cuanto a su sistema de producción de dulce de leche, ya está siendo adoptado por Chocolates Kopenhagen, una firma brasileña con más de 200 sucursales.

Sacacorchos cómodo y seguro
El Descorjet es un lujoso sacacorchos para usar con una sola mano que evita que el corcho de las botellas de vinos espumantes salga despedido. Lo crearon Hugo Olivera y Eduardo Fernández.
Todo empezó cuando en una fiesta, un mozo conocido le dijo a Hugo: “Estoy muerto, tuve que descorchar más de cien botellas de champán; por qué no inventás algo para solucionar esto”. Olivera tomó nota. Hoy ya se han producido unas 300.000 unidades del Descorjet, que recogió varios premios internacionales y se vende en 25 países.
“No creemos ni en las ideas, ni en la suerte, ni en la inspiración; inventar es, ante un problema técnico concreto que es a la vez una oportunidad de negocio, hacer posible lo necesario”, dice Eduardo Fernández, que es director de la Escuela Argentina de Inventores.

Señalador siglo XXI
Nicolás Di Prinzio (37) tuvo la idea que le cambiaría su vida una madrugada, cuando abrió el libro que estaba leyendo y se le cayó el señalador. Entonces se le ocurrió mejorar los señaladores. La idea era demasiado sencilla, por eso desconfió de ella. Pero siguió adelante y creó Flaps, un indicador magnético de página y renglón que no se cae de los libros y que es a la vez un espacio publicitario. Con él ganó, entre otros, un premio de la OMPI.
Años atrás, Di Prinzio tuvo que rechazar un pedido de 250 mil unidades por no poder producirlas, hoy su empresa puede fabricar hasta tres millones de Flaps mensuales, que vende en el país y en Europa.

Envases que son ladrillos
Luis Pittau (63) es el creador del Emium (Envase Modular Interconectable de Usos Múltiples). Se trata de envases plásticos descartables que, una vez vacíos, pueden funcionar como módulos encastrables entre sí, para aplicar a diferentes estructuras recreativas o funcionales.
El Emium, creado por Pittau para reducir los desechos plásticos, recogió una larga lista de premios nacionales e internacionales, y fue incluido entre los cien productos que cambiarán el mundo en el nuevo milenio.

“Brazo” para cámaras de fotos
Marcos Shayo (46), de la Asociación Argentina de Inventores, entidad que cumplió ayer 20 años, también es de los inventores seriales. Una de sus últimas creaciones es el Spaghetti Click!, un alambre flexible (una especie de “brazo”) para adosar a cámaras de fotos y que, según la forma que se le dé, puede ser un trípode, un extensor, o servir para colgar la cámara.
Otra de las creaciones de Shayo es la Jabonera Banus, una jabonera que se coloca en el interior de los lavabos y que evita que el jabón “ensucie” las mesadas. Estos productos se venden en el país, en EE.UU. y en Europa. Shayo destaca que los inventores deben sumarle diseño a sus creaciones, “así podrán llevarlas a su máximo potencial”, dice.

clarin.com

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