sábado, 5 de septiembre de 2009

La salud emocional es muy contagiosa


La salud emocional, íntimamente ligada a la felicidad (sea lo que ésta sea), se contagia de unos a otros. Ése es el principal hallazgo del segundo “Estudio latinoamericano sobre salud emocional, bienestar y felicidad”, realizado por un grupo de investigadores argentinos. Además, como ya había surgido en el primer estudio difundido el año pasado, se confirmó que es una tarea cotidiana y dinámica que se comparte y desarrolla junto a familiares y amigos. “Tiene que ver directamente con los vínculos cercanos”, dice Paula Magariños, la socióloga que condujo la investigación.

Juan llega a su trabajo de mal humor, no le sonríe a nadie y de su boca no sale ni de casualidad un gracias o un por favor. Seguramente Juan esté angustiado, nervioso y estresado. Sus compañeros no reciben ninguna buena vibra. Si, por el contrario, Juan estuviera en un día de paz mental y bienestar emocional, su buena onda sería contagiosa, capaz de crear un círculo virtuoso: sus compañeros se pondrían contentos. “La salud emocional se irradia y se contagia desde el plano personal al de los vínculos y afectos”, explica Magariños. Ése es el dato.

LA INVESTIGACIÓN.
Fue realizada por sociólogos y antropólogos con la colaboración de la consultora IPSOS, para Coca-Cola, marca que busca ser identificada con la idea de la felicidad, con un mensaje positivo. El trabajo de campo –apuntado a hogares– se desarrolló en la Argentina, Chile y Bolivia, tres países que, pese a sus diferencias culturales y de idiosincrasia entre sus sociedades, comparten prácticas y definiciones en cuanto a salud emocional.

¿Y cómo se logra estar sano emocionalmente? El estudio revela que tiene mucho que ver con la familia y con las relaciones y poco que ver con lo material. Es una tarea que tiene tres ejes básicos en torno a los cuales se construye una convivencia emocionalmente saludable: la organización, entendida como prácticas que estructuran y sirven como contención; el intercambio y la comunicación fluida entre las personas y el entorno en el que viven, y la existencia de un sentido de pertenencia a una familia y a una comunidad. La organización se refiere a rutinas diarias, por ejemplo, a algo tan simple como lavar los platos después de cenar. El intercambio es estar presente, es ayudar al otro. La pertenencia es saberse parte de una familia, de un grupo de íntimos. Sentarse a una mesa familiar es algo a lo que los argentinos le dan vital trascendencia a la hora responder qué les hace bien.

Entre las prácticas que también hacen a la construcción de la salud emocional, ocupa un lugar clave el humor, por ser el “recurso ideal” para resolver pequeños conflictos cotidianos: permite aliviar, distender y ofrecer una salida a situaciones tensas. Asimismo, el estudio afirma que seis de cada diez hogares argentinos enfatiza las actitudes de formación de redes entre los miembros de la familia y los grupos o espacios de participación. Esas redes, que favorecen la salud emocional, se basan en estar al tanto del otro, aunque sea con una llamada por celular. También es interesante el rol que ocupan los miembros de una familia en la construcción del bienestar emocional: la madres son quienes sostienen el entramado de relaciones familiares (andá a busca a tu hermanita al club) mientras que los padres contribuyen a dinamizar el grupo “con intervenciones puntuales”. “Como proponer ir todos a una pizzería”, dice Magariños. Los hijos son los que aportan con pequeños gestos a la armonía de las relaciones. El estudio concluye que la mayoría de los latinoamericanos se declaran satisfechos y felices con sus vidas.
criticadigital.com

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