sábado, 19 de septiembre de 2009

Capricho teen, Fiestas de 15


Por Florencia Canale

Con un año de anticipación, las teens excitadas vuelven locos a sus padres para lograr la fiesta tan ansiada. Algunas por extorsión, otras con súplicas de por medio, llegan a concretar el sueño de sus vidas, la fiesta de 15. Una práctica que había comenzado su decadencia y encontró la forma de reciclarse en el siglo XXI. En estos días y como nunca, las ninfas tomaron la batuta y la celebración de su paso de niña a mujer cotiza en dólares con varios ceros. Algunos padres adscriben, para establecer su lugar en el mundo, otros para cumplir el capricho de la nena. “Estos rituales son necesarios. En las tribus más primitivas hay muchas ceremonias, y la de la pubertad es muy importante. Enfrenta a las chicas a la posibilidad de ser madres. Las ayuda a tener una identidad. Es la despedida de niña para ser recibidas como mujeres. Pasan del osito al vecinito”, afirma el psicólogo Alfredo Moffat, con algo de ironía.

Las diferencias que se plantean entre géneros son abismales. Los varones no tienen festejo adquirido. Son las nenas quienes ostentan el poder celebratorio. Lucila Sperber es una party planner que se instaló en el mercado hace siete años y actúa como artífice del sueño cumplido. “Empecé en esto cuando me quise casar y necesité que alguien se ocupara de todo porque yo no tenía tiempo.” Y así fue como luego amplió horizontes y organizó también la celebración quinceañera, como si fuera un mini-casamiento. “Ahora las fiestas son más cancheras. Las chicas dejaron el vestido largo y armado de princesa, y pasaron a realizar dos cambios de ropa: el vestido primero y después los minishorts con pailletes”, revela Sperber sobre el hecho más tradicional de la edad: el vestido largo.

La entrada de la niña bonita y prolija al salón donde todos los invitados la esperaban expectantes –luego de la pregnancia que lograran Casi ángeles y la saga de Hannah Montana–, se convirtió en un ingreso triunfal y coreografiado, junto a bailarines contratados que hacen el relleno perfecto. Las chicas prefieren mostrarse más decontracté.

Las fiestas de 15 cumplen las fantasías de las menores y también el sueño de los progenitores. Dependiendo de la cantidad de invitados y del presupuesto a derrochar, una noche de festejo oscila entre 18.000 y 65.000 dólares. “No es lo mismo una fiesta en el Alvear que una en una estancia, y hay padres que tienen 400 invitados, entre las nenas y sus relaciones”, agrega Sperber.

El requisito indispensable para que las señoritas en edad de merecer queden conformes es la presencia de chiches tecnológicos: juegos de láser, sistema de 50 bolas de espejos de dos metros, pistas de baile Leds (que cambian de color al ritmo de la música).

Pero como para todo, la tipología parental oscila entre dos frentes. Y Sperber sabe bien cómo responder al pedido de cada quien: “Están los que dicen ‘quiero que mi nena tenga todo lo que quiere’, y los que dicen ‘quiero que la fiesta no supere este número’.” Pero unos y otros contratan animación, desde un show de cobres de bailanta, hasta Miranda! por 45.000 pesos.
Aunque las organizadoras de estas reuniones arengan a su masa con el lema de “hay fiesta para rato”, también presentan la opción de un viaje en dulce montón, que muchas quinceañeras prefieren.

Lily Miedvietzky es la creadora del formato Fun Time, por el cual las chicas hacen su viaje iniciático en las playas de la Florida. “Nosotros no hablamos de viaje, decimos que es una fiesta que dura 15 días; comienza el día que las chicas se anotan, y termina el día que se juntan para recibir el video del viaje. Van solas a Orlando, Miami y hacen un crucero por el Caribe con un grupo de profesionales entrenados especialmente para eso.” La fiesta eterna de la niña bonita en cuestión cuesta 4.970 dólares. Y no es excluyente de hacer una fiesta al regresar. “Este viaje cuesta más o menos lo mismo que un DJ para un salón, las chicas vuelven agotadas, es como un Gran Hermano. Están llenas de actividades”, concluye Miedvietzky. Una de las que volvió cansada fue Marcela Kloosterboer, cuando cumplió sus 15.

La semana pasada Nazarena Vélez presentó en sociedad –si es que algo le faltaba presentar– a Barbarita. A base de canje y venta de exclusivas, con todos los medios a su disposición, la mediática reclamó las bolas de espejo y demás condiciones obligadas en el festejo de moda. Algunos padres ofrecen cientos de miles, otros canjean la privacidad. Pero todos quieren mostrar a la nena en todo su esplendor. Aunque cueste un departamento de tres ambientes.

elargentino.com

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