viernes, 22 de agosto de 2008

Cuando un reencuentro sexual con un ex termina en embarazo inesperado

Los especialistas advierten sobre los riesgos de dejar los anticonceptivos tras una separación.
Por: Georgina Elustondo
Se juraba a sí misma y a todo aquel que le prestara el oído que la relación había terminado. Para siempre. "No volveré a bancarme las cosas que soporté. Esta vez se acabó", dice Carmen que se decía y les decía a sus amigos con absoluta convicción. Tanta, que le devolvió la ropa y los libros que su ex pareja dejaba en su departamento y, "lo peor", abandonó las pastillas anticonceptivas. "No voy a seguir con las píldoras estando sola y, por ahora, no quiero ver un tipo ni en foto", cuenta que decidió, hace seis meses, cuando se separó para no volver. "Pero empezó a llamar, me bombardeó a mensajitos y una noche cayó en casa. Hablamos, lloramos y terminamos juntos", repasa.
El reencuentro duró poco, pero se eternizó en su vientre. "En tres meses nace Natalia. Tendrá padres separados desde la cuna, pero los dos vamos a cuidarla y amarla mucho", lagrimea.

El caso de Carmen, que pidió reserva de identidad por su hija, no es excepcional. Según datos del Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM), "gran cantidad de mujeres suspende la toma de anticonceptivos inmediatamente después de pelearse con su pareja, quedando sin protección segura frente a un eventual reencuentro sexual y asumiendo el riesgo de quedar embarazadas sin planificarlo", dice la doctora Alicia Figueroa.

"Las estadísticas dicen que cerca del 10% de las mujeres quedarán embarazadas en una única relación sin protección adecuada. En Argentina, según nuestros relevamientos, se ve sobre todo en jóvenes", cuenta Figueroa.


"Muchas mujeres deciden apresuradamente suspender las píldoras como una manera de mostrar a los demás y asegurarse a sí mismas y a su pareja que no van a volver a tener relaciones con él. Pero en la mayoría de los casos se repite imprevistamente un encuentro sexual, ya sin pastillas y, muchas veces, sin preservativo porque ese no era el método habitual que utilizaban", dice la psicóloga Andrea Gómez, del equipo del CELSAM.

La interrupción de una relación amorosa supone momentos de tirantez, de enojo y de dolor, en los que las conductas impulsivas comienzan a repetirse con una peligrosa frecuencia.


"Ni la mujer ni el varón deberían dejar la decisión del cuidado anticonceptivo a merced de los conflictos sentimentales que puedan surgir entre ellos durante la relación. Durante el transcurso de un desengaño y en las idas y vueltas que a veces supone una separación, el cuidado debería acentuarse", aconsejan en CELSAM.

La licenciada Gómez explica que en el caso de las adolescentes esta situación puede resultar aún más riesgosa. "Por lo general, las relaciones afectivas entre ellos suelen ser muy intensas desde lo emocional, pero muy lábiles y poco duraderas. Por lo tanto, el riesgo de exponerse a relaciones sexuales sin buena protección, a embarazos no planificados y a enfermedades de transmisión sexual es aun mayor", dice.
La doctora Figueroa aclara un error frecuente: "Algunas mujeres creen que sólo pueden tomar pastillas cuando tienen relaciones sexuales, y no es así". Y recomienda: "No conviene dejarlas ni bien uno se pelea. No hay apuro ni hay contraindicaciones desde el punto de vista médico. Es mejor esperar a ver cómo evoluciona esa ruptura", dice la ginecóloga.
La psicóloga Stella Maris Gulian, del Centro Dos, coincide en que los casos en que la fantasía (consciente o inconsciente) de un hijo asoma como "salvación" de la pareja es frecuente. Pero esa fuga hacia adelante no suele salir bien. "¿Es éste un lugar propiciatorio para un hijo que viene?", reflexiona. "Que una mujer quede embarazada para evitar una separación no sólo no soluciona el problema de base, sino que lo incrementa. Un hijo no puede salvar ni unir sus padres. Y pesadísima carga tendría si así lo hiciera", enfatiza.

Cuidarse, ¿de qué?
Adriana Arias
Algo de lógica tiene que la mujer deje de tomar anticonceptivos tras la separación: ya no están juntos, no hace falta cuidarse con el método acordado.
Ella ¿razona?: para qué se va a llenar de hormonas sin sentido si, con él, no va a tener sexo y, si se acuesta con otro, deberá usar un anticonceptivo que no sólo cubra la fertilidad sino los demás riesgos que con su ex --pareja estable-- no tenía. Deberá acostumbrarse al preservativo, pero está tan deprimida que ni piensa en sexo. Lo extraña a él, y a todos los proyectos en común, los realizados, los "en vías de", los soñados. los hijos, obviamente.
Y de golpe, acontece la posibilidad de volver a estar juntos. Comienzan a transitar los tramos del "re-cortejo" y se avecina la reconciliación. ¿Quién va a pensar en tan particulares momentos que "deben cuidarse"? ¿Cuidarse de qué? Ninguno va a tener, en tiempos de tanta sensibilidad, el "mal gusto" de preguntar sobre anticonceptivos.
El puede creer que ella sigue con las píldoras; ella no le va a pedir que se ponga un preservativo. Casualmente o causalmente se des-cuidan. Una nueva prueba de la existencia del inconsciente. Quedan embarazados. ¿Sorpresa?, ¿alegría?, ¿horror? Nunca lo sabrán. La estructura deseante no estuvo por delante del hecho. La pareja se apoyará en el hecho para definir futuro con el altísimo riesgo de que no sea el vínculo la auténtica razón para la continuidad. Y el hijo será siempre para ellos un enorme interrogante.
Adriana AriasPSICOLOGA Y SEXOLOGA

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