viernes, 15 de agosto de 2008

Llegan los servicios de citas basados en análisis genéticos



Comer sin engordar, nadar tan rápido como Michael Phelps, sudar sin olor, la orientación sexual, la propensión a la violencia, la adicción al cigarrillo, la predilección por los dulces.
El reduccionismo genético se entromete en conversaciones y desparrama su frase de cabecera: “Todo está en los genes”, un lema hace años descartado por biólogos moleculares, que prefieren hablar de dos elementos clave, el ambiente y la experiencia. Sin embargo, la genética siempre vuelve, adoptando nuevas formas. La última tal vez sea su versión más romántica: servicios de citas basado en análisis genéticos.
Justo como en la película Gattaca, la compañía suiza GenePartner (www.genepartner.com) afirma ser capaz de encontrarle la pareja ideal a cualquier soltero (o soltera) que, luego de depositar 199 dólares, le envíe una muestra de saliva para analizar su ADN y testear su compatibilidad genética con otros desesperados (o desesperadas) que buscan una vida sexual diez puntos, hijos que no se resfríen y un certificado de “perfección garantizada”.
Con el apoyo de Instituto Suizo de Genética Conductual, esta compañía, dirigida por una tal Tamara Brown, detecta en el ADN de sus clientes la predisposición a ciertas enfermedades y la presencia de unos genes llamados “HLA”, que se encuentran en el cromosoma 6, se heredan de padres a hijos, están relacionados con el sistema inmunológico (por ejemplo, son responsables de la aceptación o rechazo de los órganos trasplantados) e influyen de manera significativa en el olor corporal.
De hecho, estos servicios se basan en uno de los experimentos más curiosos de la ciencia: aquel conducido en 1995 por el suizo Claus Wedekind. Con el objetivo de saber si las mujeres podían diferenciar entre hombres con sistemas inmunes diferentes, cada voluntaria debía confesar cuánto se sentía atraída por el sexo opuesto después de oler remeras transpiradas de hombres. “¡Encuentre la pareja ideal de su vida!”, se lee en el sitio web de GenePartner, con el mismo entusiasmo desbordado y las burdas explicaciones científicas que caracterizan a estos bioemprendimientos.
“El amor no es coincidencia. Nuestro método está basado en la investigación de cientos de parejas y analiza el modelo de combinaciones genéticas que está presente en aquellas relaciones con éxito. Podemos determinar cuál es la probabilidad de que se dé una relación larga y satisfactoria entre dos personas.”
Cada interesado, luego de mandar sus escupitajos en un kit, recibe un código de perfil personal (“GenePartnerID”) y contraseña para ingresar a la página web y buscar, como si se tratara de un mercado de carne virtual, a quien le interesa, al menos visualmente. “Cuando conozca a una persona que le guste, por ejemplo en una página de contactos, pueden intercambiar sus códigos. Lo introduce y pone en marcha una búsqueda de compatibilidad. Recibirá los resultados de inmediato.”Y listo.
Así de simple es en la “era del genoma”: si son compatibles, intercambiarán números de teléfono y dirección de MSN. Si no, a otra cosa. GenePartner ofrece seguridad hasta para el más inseguro: “Tanto si se acaban de conocer, como si se han estado citando durante varios meses, es importante saber si usted y su pareja tienen una base sólida para una vida gratificante”.
Un poco más caros –1.995 dólares– son los servicios de Scientific Match: The Science of Love (www.scientificmatch.com), asentada en Boston, Estados Unidos: además de analizar los genes, tiene en cuenta valores morales, pasado criminal y orientaciones ideológicas. Ideal para aquellos que ya se hartaron de rondar por los boliches hasta las seis de la madrugada y prefieren conocer a su media naranja desde el otro lado del monitor.
Crítica de la Argentina

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