Por M.D.A.
Oidos dañados. Afectarían al gusto y llevarían a comer mal.
Oidos dañados. Afectarían al gusto y llevarían a comer mal.
En una investigación como para refutar a aquellos que señalan que la ciencia se ocupa de confirmar cosas que todo el mundo suponía, científicos norteamericanos aseguran haber encontrado una relación entre las infecciones de oídos y problemas de amígdalas en la infancia con una adultez de obesidad.
Se trata, en rigor, de una serie de estudios presentados en la conferencia anual de la Asociación Psicológica de los Estados Unidos, llevada a cabo en Boston, que establecen la relación. En uno de ellos, se revisó la historia clínica de más de 6 mil adultos, de entre 16 y 92 años, de los cuales aquellos con antecedentes de ese tipo de enfermedades tendían a ser más obesos: un 62% más que aquellos que no. El trabajo fue liderado por Linda Bartoshuk, de la universidad de Florida College.
La hipótesis es que ese tipo de infecciones afectarían los nervios que intervienen en el sentido del gusto.
Otro de los estudios señaló la relación entre niños tratados con infecciones de oídos y un aumento del Indice de Masa Corporal.
El tercero de los estudios presentados es, en realidad, una encuesta hecha en 14 mil personas. Y marca que, entre aquellos que tenían las amígdalas extirpadas, había una mayor tendencia a sufrir sobrepeso durante la adultez. Además, pusieron ese número en un 40% .
El cuarto trabajo señala que, en mujeres de mediana edad, las que tenían daños en los nervios gustativos eran más proclives a los dulces y, por ende, tenían una cintura más grande.
Por supuesto, ya se oyen voces que proclaman que la relación es extremadamente insólita. Y argumentan respecto del abuso de la estadística que supondría unir situaciones que se dan al mismo tiempo pero que no tienen una relación causal.
De todos modos, si finalmente es algo que los médicos deban tener en cuenta se sabrá con futuros trabajos que, posiblemente, deban contener más cantidad de parámetros.
Se trata, en rigor, de una serie de estudios presentados en la conferencia anual de la Asociación Psicológica de los Estados Unidos, llevada a cabo en Boston, que establecen la relación. En uno de ellos, se revisó la historia clínica de más de 6 mil adultos, de entre 16 y 92 años, de los cuales aquellos con antecedentes de ese tipo de enfermedades tendían a ser más obesos: un 62% más que aquellos que no. El trabajo fue liderado por Linda Bartoshuk, de la universidad de Florida College.
La hipótesis es que ese tipo de infecciones afectarían los nervios que intervienen en el sentido del gusto.
Otro de los estudios señaló la relación entre niños tratados con infecciones de oídos y un aumento del Indice de Masa Corporal.
El tercero de los estudios presentados es, en realidad, una encuesta hecha en 14 mil personas. Y marca que, entre aquellos que tenían las amígdalas extirpadas, había una mayor tendencia a sufrir sobrepeso durante la adultez. Además, pusieron ese número en un 40% .
El cuarto trabajo señala que, en mujeres de mediana edad, las que tenían daños en los nervios gustativos eran más proclives a los dulces y, por ende, tenían una cintura más grande.
Por supuesto, ya se oyen voces que proclaman que la relación es extremadamente insólita. Y argumentan respecto del abuso de la estadística que supondría unir situaciones que se dan al mismo tiempo pero que no tienen una relación causal.
De todos modos, si finalmente es algo que los médicos deban tener en cuenta se sabrá con futuros trabajos que, posiblemente, deban contener más cantidad de parámetros.
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