viernes, 15 de agosto de 2008

Secretos y costumbres de los conductores radiales


No son pocos los conductores de radio que por trayectoria, coherencia y popularidad tienen un público fiel que los sigue, conoce sus pensamientos, forma de ser, sus lazos familiares y muchos de sus gustos personales. Si bien en la actualidad, muchas figuras hacen pública cada situación que viven en el micrófono, aquí revelamos algunas situaciones pintorescas y curiosas que protagonizan famosos conductores radiales.
Los profesionales de la radio generalmente asisten a su labor vestidos de manera informal o deportiva y, en verano, no son pocos los que ingresan con pantalones, bermudas y zapatillas (con ojotas, los días muy calurosos). Pergolini, en Rock & Pop, y Lalo Mir, en FM 100, rivalizan en lo que a remeras con inscripciones excéntricas se refiere (Lalo posee además una colección de sombreros increíbles). Magdalena Ruiz Guiñazú suele llegar con un look informal, pero elegante portando su bolsa cargada de cartas, diarios, discos y hasta cajas con sándwiches de miga para convidar a todo su equipo. Chiche Gelblung (con esa combinación de colores tan singular que suele mostrar en TV) generalmente llega de traje o de elegante sport y prueba que es un gran coleccionista de relojes y lapiceras. Rolando Hanglin siempre trabaja de riguroso jogging.
En materia alimenticia, podemos afirmar taxativamente que el mate y las medialunas son patrimonio nacional del medio radial. Lo que resulta curioso es saber que la gente de radio puede comer cualquier cosa y en cualquier horario, por ejemplo picadas mezcladas con tortas de crema y bombones.
En todos los controles de las radios del país, pegados a los costados de la consola tal y como suelen encontrarse en las heladeras de las casas de sus oyentes, hay imanes con el teléfono de panaderías, cafés, pizzerías, panaderías y restaurantes del barrio (no por nada es otra frase casi hecha que en la radio casi todos engordan). El menú del éter
A la hora de censar las costumbres alimenticias de las luminarias de la radio, se descubre que Nelson Castro no come durante el programa y sólo después desayuna con té y tostadas (sólo los viernes se permite medialunas). Fernando Niembro, por su parte, almuerza al aire una vez por semana junto con su equipo en su ciclo de Del Plata. Los conductores de Rock & Pop, como Juan Di Natale, tienen entre su menú: tallarines, guisos o churrascos y una gran selección de helados.
Dady Brieva, en Mitre, implora que alguien cebe mate. Es que tiene el suyo propio, que no lo comparte con nadie. Cuando está a dieta, manda a comprar manzanas verdes (pero, dicen las malas lenguas, a mitad de mañana se muere de hambre y va a la producción para comer lo que haya allí). Cuando el operador pone música de candombe, baila en el estudio y suele contestar durante el programa los e-mails de los oyentes. Nunca tiene lapicera encima y vive perdiendo las de los demás. A Brieva le gusta que vengan sus hijos a visitarlo (ritual al que adhieren Mónica Cahen D´Anvers y Fernando Bravo). El conductor canta al aire los temas musicales que le gustan y suele pelearse con los oyentes que le dicen que canta mal.
Víctor Hugo Morales toma mate permanentemente durante su ciclo en Continental y tiene en Mario Caballero a su "optimizador de facilidades" (como él lo denomina). El look de la radio
Marcelo Longobardi recibe críticas de sus compañeros de Radio 10 por su cabellera despeinada y su curiosa forma de usar los auriculares o utilizar los de sus compañeros. Mónica Cahen D´Anvers y César Mascetti, por su parte, rivalizan en el uso de boinas. Mientras Mónica se cuida en lo que come, César no tiene límites y pide baguetes bien cargadas al bufete de la radio (después llega el doctor Ravenna, columnista de su ciclo, y recibe la lógica reprimenda). Elizabeth Vernaci utiliza sus exquisitos perfumes para mejorar el ambiente del estudio en el que realiza su ciclo vespertino.
Fernando Bravo come, convida y regala todo a su equipo de producción. Es riguroso en la utilización de la música (es casi el musicalizador de su programa) y trabaja de manera muy coordinada con el operador. Lalo Mir -en FM 100- decidió transformar la mesa de trabajo en una oficina, con lapiceras, marcadores de colores y todos los elementos necesarios. Allí puede vérselo usando los auriculares al revés: de frente y para atrás.
A Marcelo Zlotogwiazda se lo puede ver en Mitre hablando por celular con sus hijas (a las que también ha llamado al aire). Héctor Larrea se anima a bailar temas de Abba y está muy atento a que no lo sorprenda la luz roja cuando está contando a su equipo un cuento subido de tono (algo que preocupa también a Enrique Llamas de Madariaga).
Ari Paluch, en radio Uno, pone una piedra blanca sobre la mesa de trabajo y cierra los ojos para entrevistar. Sólo bebe agua durante las largas horas frente al micrófono, mientras que la siempre elegante Teté Coustarot (Belgrano) come sándwiches de mortadela.
Maniático de la limpieza, Julio Lagos se lava las manos antes de empezar el programa y lleva de todo en su valija, desde tijeritas hasta adhesivos (ahora, en Despierto y por la calle , regala café y alfajores a los oyentes que visita). Esteban Mirol degusta capuchinos y, en las tandas, se lo ve chatear con los más de 1100 contactos de MSN que tiene y a los que hace participar activamente durante el programa.
En Metro, Fernando Peña ha tomado alguna vez una cervecita por la mañana. También Matías Martin, Gabriel Schultz y "Cabito" hacen brindis con un buen vino tinto los viernes, después de degustar suculentos almuerzos. Pareciera que para ser un buen conductor radial hay que mantener cordial relación con la buena mesa.
Por Alicia Petti

No hay comentarios: