martes, 11 de agosto de 2009

Prevención cardíaca: cuanto antes, mejor


Nora Bär LA NACION

Como seres mortales, sabemos que todos tenemos una espada de Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas. Frecuentemente consideramos que ésta es una expresión metafórica, pero un estudio de investigadores de la Fundación Favaloro indica que incluso en personas jóvenes, aparentemente sanas, puede ser literalmente cierta.

"Vimos algo impactante -dice el doctor Enrique Gurfinkel, jefe del Departamento de Medicina Cardiovascular de la Fundación Favaloro e investigador del Conicet-. Que en una colección de corazones donados para trasplantes, provenientes de personas de entre 45 y 55 años que habían fallecido por causas no cardíacas, todos tenían placas arterioscleróticas, pero el 57% tenía por lo menos una que, a pesar de que no obstruía la luz de la arteria, presentaba rasgos histológicos propios de las formaciones que pueden generar un coágulo y, por lo tanto, era capaz de producir la muerte. Por lo menos 1,1 placas por individuo."

¿Esto es casi lo mismo que decir muchas de las personas aparentemente sanas de esa edad en realidad están en riesgo?

"Exacto", contesta.

Hace tiempo se sabía que las placas de grasa empiezan a depositarse en las arterias ya desde la niñez. Las primeras publicaciones datan de mediados del último siglo, cuando se analizaron corazones de muchachos de 20 años muertos en la Guerra de Corea. En los años setenta, autopsias de soldados fallecidos en la Guerra de Vietnam fueron coincidentes: todos las tenían. A partir de estas evidencias, los médicos empezaron a preguntarse cuáles, de entre éstas, eran las verdaderas "bombas de tiempo".

"Ahí nació el concepto de placa vulnerable -dice el investigador-, que es aquella en la que comienzan a acumularse células inflamatorias sobre el borde de la placa, al lado de la luz del interior de la arteria. La arteriosclerosis es un proceso por el cual el colesterol oxidado, el «malo», infiltra la pared de la arteria. Las células inflamatorias lo secuestran, aumentan su volumen y mueren. Entonces las membranas celulares se vuelven ávidas de calcio y comienza a formarse la estructura de la placa, que tiene componentes de inflamación, grasa y calcio. Y dentro de la placa comienza a haber migraciones celulares. Cuando ciertas células se ponen en contacto con la luz de la arteria, pueden provocar la coagulación sanguínea. Esta placa no duele, no da síntomas, es silenciosa. Ahora sabemos que estas formaciones estarían presentes en individuos sanos a razón de 1,1 cada uno."

Y enseguida agrega: "Por primera vez, podemos ver por qué indicamos la prevención: es para que estas placas no estallen. Es un llamado de atención a los médicos y a los gobiernos".

Para realizar su estudio, Gurfinkel y su equipo, integrado por Carlos Vigliano, Julieta Janavel, Diego Fornoni, Gaspar Caponi, Patricia Meckert, Alejandro Bertolotti, Roberto Favaloro y Rubén Laguens, seleccionaron entre 652 corazones donados para trasplantes entre 1996 y 2007 los 160 que provenían de individuos aparentemente sanos de más de 40 años que habían fallecido de accidente cerebrovascular o por causas traumáticas. Por los criterios de exclusión del Incucai, ninguno provenía de una persona diabética.

Seccionaron las arterias coronarias en fragmentos de 3 mm de grosor y procesaron esas muestras con tinciones y anticuerpos monoclonales para ver qué tipo de actividad tenían las células.

"Lo que vimos es que los corazones provenientes de individuos más pesados tenían más placas -dice Gurfinkel-. Que el género masculino tiene más que el femenino, que es algo que sabíamos y ahora hemos probado [en las mujeres, encontraron en promedio 0,82 placas por corazón]. Que la diabetes no es el único factor de riesgo, ya que el Incucai excluye a los diabéticos. Algo muy interesante es que el estado de vulnerabilidad puede cambiar: lo que nosotros obtuvimos es una foto de un momento histórico, pero las células pueden redistribuirse, como un volcán que empieza a apagarse sin haber llegado a la erupción."

Para la doctora Liliana Grinfeld, que no intervino en el trabajo y es jefa del Servicio de Hemodinamia el Hospital Italiano y presidenta de la Fundación Cardiológica Argentina, el mensaje importante de esta investigación es que la enfermedad arteriosclerótica empieza desde que la persona es muy joven y también la prevención debe iniciarse precozmente.

"Creemos que tenemos que empezar a cuidarnos a los cuarenta años -dice la especialista-, pero la prevención debe empezar en la niñez. Nuestros corazones pocas veces son absoluta y totalmente sanos. Este estudio es un llamado de alerta: comamos bien, hagamos actividad física y tratemos de ser felices, que en este país no siempre es fácil..."

Dado que la gran mayoría de los infartos en la Argentina se presenta en la sexta década de vida, se impone diseñar estrategias para identificar quiénes son los que más están en riesgo. "Esa franja etaria es la que mantiene un país, la que produce, la que ofrece servicios, la que educa... ¿Cómo vamos a cuidar a esas personas? -se pregunta Gurfinkel-. Aunque ya se buscan métodos que permitan hacer un pronóstico, todavía no hay ninguno totalmente satisfactorio. Es el desafío que tenemos por delante."

lanacion.com

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