lunes, 31 de agosto de 2009

Las burlas sobre el nombre, la forma más común de 'bullying'


VICENTE S. FONT

MADRID.- Un insulto por tener unos kilos de más, un mote ofensivo por llevar gafas, o difundir rumores maliciosos son sólo algunos de los agravios que sufren las víctimas de 'bullying' o acoso escolar. Un 47% de los niños afirma padecerlo a menudo, y un 37% haberlo practicado contra otras personas.

Son datos que aparecen en un estudio neozelandés publicado en 'Journal of Adolescence', donde se detallan las formas más comunes de acoso. Así, en un 29% de los casos se ridiculiza el nombre de pila o se hace burla de ello, la propagación de falsos rumores es la segunda manera más común. En tercer lugar, la exclusión, y en cuarto el maltrato psicológico, algo que se da sobre todo en chicos. Además, el envío de mensajes a través de móvil ofensivos e intimidantes es cada vez mayor.

El trabajo se ha realizado con 1.169 estudiantes en 20 de las 27 escuelas de secundaria de la región de Otago, en Nueva Zelanda. Otro de los datos que arroja el estudio es que los chicos suelen sufrir más acoso que las chicas. Un 50% de ellos afirma haberse sentido intimidado o agredido a veces o a menudo durante el último año escolar. El porcentaje es algo más bajo en ellas, con un 45%.

A pesar de que en estudios anteriores se afirmaba que las secuelas eran más severas, este nuevo trabajo revela que las víctimas que sufren 'bullying' electrónico -aquel que se practica a través de Internet o mediante los mensajes de móvil- sufren las mismas consecuencias que aquellas que soportan el acoso "tradicional".

En cuanto al perfil de la víctima, según cuenta la psicóloga María Luisa Pérez Caballero, se puede hablar de dos tipos: activa y pasiva. Tienen en común que viven una situación social de aislamiento y se encuentran en una posición de inferioridad respecto de sus acosadores.

La víctima activa (aquella que reacciona y se subleva ante el abuso), además, sufre problemas de concentración, tiene una tendencia excesiva e impulsiva a actuar, una marcada impopularidad dentro del grupo y tendencia a reaccionar con conductas irritantes sin importarle el lugar donde se encuentre.

Todo lo contrario le sucede a las víctimas pasivas, que se sienten indefensas, tienen una baja autoestima, ansiedad, inseguridad, dificultad de comunicación, y una vulnerabilidad que les provoca temor ante la violencia.

Los jóvenes que realizan 'bullying' a sus compañeros suelen tender a abusar de la fuerza, acusan falta de empatía y dificultad para ponerse en la piel del otro, identifican el modelo social basado en el dominio y la sumisión y buscan el protagonismo humillando e imponiendo su autoridad a otros niños. Además, son impulsivos, no toleran la frustración, tienen escasas habilidades sociales, no respetan las normas y tienen una relación especialmente difícil con los padres o profesores, que representan para ellos la autoridad.

Todo ello, según apunta Pérez Caballero, desemboca en unas consecuencias que acaban repercutiendo de manera notable en la víctima: una perdida de confianza tanto en sí mismo como en los demás y un rechazo al contexto en el que se sufre la violencia (generalmente los centros educativos, con lo que también se perjudica el rendimiento académico del alumno). Todo ello puede desembocar en conductas destructivas.

El 'bullying' es un proceso que se caracteriza por no ser un acontecimiento aislado, sino que se repite y prolonga en el tiempo (en el estudio de 'Journal of Adolescence' todas las víctimas afirman haberlo sufrido frecuentemente o a veces, nunca como algo excepcional). Suele mantenerse debido a la pasividad e ignorancia de las personas que rodean al agresor y la víctima.

Algunas de las medidas a tomar para disminuir en lo posible este fenómeno pasan por fomentar, tanto en casa como en la escuela, unos modelos de comportamiento entre iguales basados en la tolerancia y el respeto; y establecer unos modelos sociales positivos y solidarios.

elmundo.es

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