MARÍA SAINZ
MADRID.- La felicidad es, quizás, el sentimiento más codiciado por la raza humana. Bálsamo de todos los males, son muy pocas las personas que se implican verdaderamente en alcanzarla. Algunos creen que sólo los 'simples' podrán lograrla; otros creen que no existe; y varios prefieren centrarse en la opuesta y complementaria tristeza. La 'emoción de la sonrisa' existe pero hay que trabajar duro para disfrutar de ella.
Con el objetivo de mejorar la autoestima de los españoles en tiempos de crisis, el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, junto con 18 empresas privadas, ha lanzado una campaña publicitaria en la que distintos personajes anónimos y famosos (Buenafuente, Pau Gasol o Angels Barceló, entre otros) alientan a la población a 'tirar' para adelante. Posibles intereses económicos aparte -la sociedad compra menos por miedo a la falta de dinero- lo cierto es que la iniciativa da con algunas de las claves de la felicidad: "Recuperar la confianza", "contagiar la esperanza", "buscar los motivos para animarse"...
¿Por qué ser feliz?
La principal razón para buscar y encontrar el 'paraíso emocional' es la salud. Hace escasas dos semanas, la revista de la Sociedad Europea de Cardiología ('European Heart Journal') se hacía eco de un trabajo en el que se muestra una relación entre el "afecto positivo" (sentimientos de alegría, entusiasmo, felicidad, excitación y satisfacción) y una mejor salud cardiovascular.
Sus autores, procedentes de la Universidad de Columbia (EEUU) y dirigidos por Karina W. Davidson, analizaron y relacionaron las emociones optimistas y depresivas y los signos de enfermedad cardiaca de más de 1.700 personas. Tras un periodo de seguimiento de 10 años, vieron que estos componentes están íntimamente ligados. Los más 'felices' tuvieron un 22% menos de riesgo de padecer un problema cardiovascular que los que presentaron alguna emoción negativa. Y cuanto peor era el estado emocional, mayor la probabilidad de que el corazón sufriera, literalmente.
Así que, igual que la felicidad protege, la depresión perjudica. Un editorial, aparecido en la misma publicación, comenta la existencia de un 'circulo vicioso': estar deprimido perjudica al corazón y esta enfermedad aumenta, a su vez, los niveles de tristeza. Contra esto, el uso de antidepresivos no siempre ayuda. Como explica a ELMUNDO.es el firmante del comentario, Bertram Pitt, de la Universidad de Michigan (EEUU), estos medicamentos a veces no protegen al paciente ya que, por ejemplo, sus efectos secundarios pueden incrementar la posibilidad de sufrir un episodio cardiaco.
Los efectos sobre la salud van mucho más allá. Un artículo recogido hace unos años en 'Jano', y firmado por J. A. Flórez-Lozano (Universidad de Oviedo), incidía en varias enfermedades que se ven propiciadas por los pensamientos y actitudes negativas: "asma, artritis, cefaleas, úlceras pépticas, enfermedades infecciosas [...] De ahí la importancia terapéutica de rebatir los pensamientos pesimistas que nos anulan y coartan".
Por si estas razones médicas no fueran suficientes, la felicidad también puede buscarse por los demás. Para apoyar al resto tenemos que ayudarnos primero a nosotros. Nuestra alegría impacta en el entorno que nos rodea y esto, como última consecuencia, también acabará beneficiándonos.
¿Por qué no lo somos?
La tendencia actual es la tristeza, algo que muchos estudiosos no acaban de entender. Éste es el caso del psiquiatra Jaime Adán-Manes que lamenta la preponderancia de un sentimiento que empaña la realidad. En un trabajo firmado por él, y aparecido en 'Atención Primaria', este especialista denuncia el sobrediagnóstico de los casos de depresión por parte de los médicos de cabecera; un resultado que le hizo reflexionar en las causas del pesimismo de las sociedades de consumo.
La educación tiene mucho que ver con este predominio del lamento. "En la actualidad, estamos acostumbrados a obtener una satisfacción inmediata de todos los caprichos, con lo que desarrollamos una tolerancia muy baja a la frustración. Esto también fomenta que busquemos una solución rápida a los problemas optando, por ejemplo, por tomar una pastilla para que nos 'anestesie', sin solventar realmente la razón por la que nos encontramos mal", declara a ELMUNDO.es Adán-Manes.
Como aclara este experto, existe alegría porque existe tristeza, las dos son necesarias, y si se anulan estos sentimientos es "como si viviéramos en 'el mundo feliz' de Aldous Huxley, en el que todos los habitantes son homogéneos y todo es de color gris". En este sentido, tanto los médicos como los pacientes tienen la culpa de esta infelicidad y de que se considere la tristeza como una enfermedad.
"Los médicos de cabecera deberían poder alentar a las personas y diferenciar si lo que les pasa es legítimo o patológico. Pero la falta de tiempo a menudo les impide realizar esta distinción de forma adecuada [...] Por otro lado, es más sencillo para los individuos el no responsabilizarse y optar por que sufren una enfermedad como la depresión; algo que no siempre es cierto", apunta este experto español.
Como él mismo añade: "A veces nos encontramos mal y lo que tenemos es que aguantarnos y hacer frente a la situación, no huir de ella. Por ejemplo, si una relación sentimental no funciona o si se sufre en el entorno laboral [...] La psicoterapia puede ayudar mucho en la búsqueda de los detonantes de este malestar, que no siempre se identifican pero cuya presencia se hace evidente mediante síntomas, como la ansiedad".
¿Cómo serlo?
Además de los budistas, que parecen haber dado con la clave para ser felices, los 'ciudadanos de a pie' también pueden conquistar este sentimiento. Eso sí, para ello hay que ponerse manos a la obra y hacer un importante trabajo de introspección y de toma de responsabilidades.
Para Jaime Adán-Manes, que se declara seguidor de la filosofía estoica, el problema básico es que estamos buscando el tesoro en el lugar inadecuado. "No se encuentra en las cosas efímeras ni en las que dependen de factores externos [...] La felicidad nos la proporciona lo que depende de nosotros", apunta este psiquiatra. Pensar en lo que nos satisface, valorar más lo que tenemos, realizar una justa medida de las cosas... El trabajo psicológico es esencial para acercarse a 'las ocho letras'.
No puede olvidarse el ámbito social. Como explica el artículo aparecido en 'The European Heart Journal', las relaciones con otras personas pueden ser muy beneficiosas: sentir el apoyo del grupo y cumplir un rol dentro de él. Aquí nos encontramos otro 'pez que se muerde la cola': somos felices con los demás y éstos nos hacen felices.
También se tiene que trabajar mucho a nivel conductual y físico. Hacer por sentirse bien, combatir los pensamientos negativos, desarrollar actitudes más respetuosas y, a la vez, hacer ejercicio, cuidar nuestra dieta y nuestro descanso, etc.
Un proyecto de felicidad
Parece, por lo tanto, que las emociones positivas se trabajan. Una máxima que tiene muy claro Gretchen Rubin una escritora que ha dedicado un año entero de su vida a desarrollar lo que ella denomina su 'proyecto de felicidad'. Como recoge en su blog y en su libro, tras 12 meses logró sentirse mucho mejor.
Su ardua labor comenzó con la identificación de una serie de mandamientos: "Ser Gretchen", "Dejarlo pasar", "Actuar como quiero sentirme", "Hacerlo ahora", "Ser educada y justa", "Disfrutar el proceso"... Y así hasta 12. "Cada uno tiene que elegir sus propias resoluciones, pueden ser más o menos, pero es básico identificarlas y seguir una disciplina", asegura esta escritora a elmundo.es.
Con sus decisiones en mente, Rubin se propuso cada semana mejorar algún aspecto de su vida. Desde dormir más, hasta abandonar la comida 'basura', pasando por cantar con sus hijas por la mañana, probar la meditación, tener más tiempo libre, llamar a viejos amigos o reírse bien alto. "Es un reto actuar de una forma feliz y, sobre todo, serlo [...] Algunas personas creen que ser feliz muestra una falta de valores y que la infelicidad es una señal de profundidad", sentencia.
Por las 'entradas' en su blog y por el éxito que está teniendo su libro, que ha alcanzado el número uno en la lista de superventas de 'The New York Times', parece que muchas personas han captado la importancia de tomar un papel activo en su felicidad. Nada tan valioso viene regalado.
MADRID.- La felicidad es, quizás, el sentimiento más codiciado por la raza humana. Bálsamo de todos los males, son muy pocas las personas que se implican verdaderamente en alcanzarla. Algunos creen que sólo los 'simples' podrán lograrla; otros creen que no existe; y varios prefieren centrarse en la opuesta y complementaria tristeza. La 'emoción de la sonrisa' existe pero hay que trabajar duro para disfrutar de ella.
Con el objetivo de mejorar la autoestima de los españoles en tiempos de crisis, el Consejo Superior de Cámaras de Comercio, junto con 18 empresas privadas, ha lanzado una campaña publicitaria en la que distintos personajes anónimos y famosos (Buenafuente, Pau Gasol o Angels Barceló, entre otros) alientan a la población a 'tirar' para adelante. Posibles intereses económicos aparte -la sociedad compra menos por miedo a la falta de dinero- lo cierto es que la iniciativa da con algunas de las claves de la felicidad: "Recuperar la confianza", "contagiar la esperanza", "buscar los motivos para animarse"...
¿Por qué ser feliz?
La principal razón para buscar y encontrar el 'paraíso emocional' es la salud. Hace escasas dos semanas, la revista de la Sociedad Europea de Cardiología ('European Heart Journal') se hacía eco de un trabajo en el que se muestra una relación entre el "afecto positivo" (sentimientos de alegría, entusiasmo, felicidad, excitación y satisfacción) y una mejor salud cardiovascular.
Sus autores, procedentes de la Universidad de Columbia (EEUU) y dirigidos por Karina W. Davidson, analizaron y relacionaron las emociones optimistas y depresivas y los signos de enfermedad cardiaca de más de 1.700 personas. Tras un periodo de seguimiento de 10 años, vieron que estos componentes están íntimamente ligados. Los más 'felices' tuvieron un 22% menos de riesgo de padecer un problema cardiovascular que los que presentaron alguna emoción negativa. Y cuanto peor era el estado emocional, mayor la probabilidad de que el corazón sufriera, literalmente.
Así que, igual que la felicidad protege, la depresión perjudica. Un editorial, aparecido en la misma publicación, comenta la existencia de un 'circulo vicioso': estar deprimido perjudica al corazón y esta enfermedad aumenta, a su vez, los niveles de tristeza. Contra esto, el uso de antidepresivos no siempre ayuda. Como explica a ELMUNDO.es el firmante del comentario, Bertram Pitt, de la Universidad de Michigan (EEUU), estos medicamentos a veces no protegen al paciente ya que, por ejemplo, sus efectos secundarios pueden incrementar la posibilidad de sufrir un episodio cardiaco.
Los efectos sobre la salud van mucho más allá. Un artículo recogido hace unos años en 'Jano', y firmado por J. A. Flórez-Lozano (Universidad de Oviedo), incidía en varias enfermedades que se ven propiciadas por los pensamientos y actitudes negativas: "asma, artritis, cefaleas, úlceras pépticas, enfermedades infecciosas [...] De ahí la importancia terapéutica de rebatir los pensamientos pesimistas que nos anulan y coartan".
Por si estas razones médicas no fueran suficientes, la felicidad también puede buscarse por los demás. Para apoyar al resto tenemos que ayudarnos primero a nosotros. Nuestra alegría impacta en el entorno que nos rodea y esto, como última consecuencia, también acabará beneficiándonos.
¿Por qué no lo somos?
La tendencia actual es la tristeza, algo que muchos estudiosos no acaban de entender. Éste es el caso del psiquiatra Jaime Adán-Manes que lamenta la preponderancia de un sentimiento que empaña la realidad. En un trabajo firmado por él, y aparecido en 'Atención Primaria', este especialista denuncia el sobrediagnóstico de los casos de depresión por parte de los médicos de cabecera; un resultado que le hizo reflexionar en las causas del pesimismo de las sociedades de consumo.
La educación tiene mucho que ver con este predominio del lamento. "En la actualidad, estamos acostumbrados a obtener una satisfacción inmediata de todos los caprichos, con lo que desarrollamos una tolerancia muy baja a la frustración. Esto también fomenta que busquemos una solución rápida a los problemas optando, por ejemplo, por tomar una pastilla para que nos 'anestesie', sin solventar realmente la razón por la que nos encontramos mal", declara a ELMUNDO.es Adán-Manes.
Como aclara este experto, existe alegría porque existe tristeza, las dos son necesarias, y si se anulan estos sentimientos es "como si viviéramos en 'el mundo feliz' de Aldous Huxley, en el que todos los habitantes son homogéneos y todo es de color gris". En este sentido, tanto los médicos como los pacientes tienen la culpa de esta infelicidad y de que se considere la tristeza como una enfermedad.
"Los médicos de cabecera deberían poder alentar a las personas y diferenciar si lo que les pasa es legítimo o patológico. Pero la falta de tiempo a menudo les impide realizar esta distinción de forma adecuada [...] Por otro lado, es más sencillo para los individuos el no responsabilizarse y optar por que sufren una enfermedad como la depresión; algo que no siempre es cierto", apunta este experto español.
Como él mismo añade: "A veces nos encontramos mal y lo que tenemos es que aguantarnos y hacer frente a la situación, no huir de ella. Por ejemplo, si una relación sentimental no funciona o si se sufre en el entorno laboral [...] La psicoterapia puede ayudar mucho en la búsqueda de los detonantes de este malestar, que no siempre se identifican pero cuya presencia se hace evidente mediante síntomas, como la ansiedad".
¿Cómo serlo?
Además de los budistas, que parecen haber dado con la clave para ser felices, los 'ciudadanos de a pie' también pueden conquistar este sentimiento. Eso sí, para ello hay que ponerse manos a la obra y hacer un importante trabajo de introspección y de toma de responsabilidades.
Para Jaime Adán-Manes, que se declara seguidor de la filosofía estoica, el problema básico es que estamos buscando el tesoro en el lugar inadecuado. "No se encuentra en las cosas efímeras ni en las que dependen de factores externos [...] La felicidad nos la proporciona lo que depende de nosotros", apunta este psiquiatra. Pensar en lo que nos satisface, valorar más lo que tenemos, realizar una justa medida de las cosas... El trabajo psicológico es esencial para acercarse a 'las ocho letras'.
No puede olvidarse el ámbito social. Como explica el artículo aparecido en 'The European Heart Journal', las relaciones con otras personas pueden ser muy beneficiosas: sentir el apoyo del grupo y cumplir un rol dentro de él. Aquí nos encontramos otro 'pez que se muerde la cola': somos felices con los demás y éstos nos hacen felices.
También se tiene que trabajar mucho a nivel conductual y físico. Hacer por sentirse bien, combatir los pensamientos negativos, desarrollar actitudes más respetuosas y, a la vez, hacer ejercicio, cuidar nuestra dieta y nuestro descanso, etc.
Un proyecto de felicidad
Parece, por lo tanto, que las emociones positivas se trabajan. Una máxima que tiene muy claro Gretchen Rubin una escritora que ha dedicado un año entero de su vida a desarrollar lo que ella denomina su 'proyecto de felicidad'. Como recoge en su blog y en su libro, tras 12 meses logró sentirse mucho mejor.
Su ardua labor comenzó con la identificación de una serie de mandamientos: "Ser Gretchen", "Dejarlo pasar", "Actuar como quiero sentirme", "Hacerlo ahora", "Ser educada y justa", "Disfrutar el proceso"... Y así hasta 12. "Cada uno tiene que elegir sus propias resoluciones, pueden ser más o menos, pero es básico identificarlas y seguir una disciplina", asegura esta escritora a elmundo.es.
Con sus decisiones en mente, Rubin se propuso cada semana mejorar algún aspecto de su vida. Desde dormir más, hasta abandonar la comida 'basura', pasando por cantar con sus hijas por la mañana, probar la meditación, tener más tiempo libre, llamar a viejos amigos o reírse bien alto. "Es un reto actuar de una forma feliz y, sobre todo, serlo [...] Algunas personas creen que ser feliz muestra una falta de valores y que la infelicidad es una señal de profundidad", sentencia.
Por las 'entradas' en su blog y por el éxito que está teniendo su libro, que ha alcanzado el número uno en la lista de superventas de 'The New York Times', parece que muchas personas han captado la importancia de tomar un papel activo en su felicidad. Nada tan valioso viene regalado.
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