jueves, 10 de septiembre de 2009

ANTICIPO DEL LIBRO FÍSICA DE LO IMPOSIBLE


Como físico, he aprendido que “imposible” suele ser un término relativo. Recuerdo a mi profesora en la escuela dirigiéndose al mapa de la Tierra que había colgado en la pared mientras señalaba las costas de Sudamérica y África.
¿No eran extraña coincidencia, decía, que las dos líneas costeras encajaran tan bien, casi como piezas de un rompecabezas? Algunos científicos, decía, conjeturaban que quizás en otro tiempo fueron parte de un mismo y enorme continente. Pero eso era una tontería. Ninguna fuerza podía separar dos continentes gigantes. Esa idea era imposible, concluía ella.Más avanzado el curso, estudiamos los dinosaurios.
¿No era extraño, nos dijo un profesor, que los dinosaurios dominaran la Tierra durante millones de años y que un buen día desaparecieran todos? Nadie sabía por qué habían muerto. Algunos paleontólogos pensaban que quizás un meteorito procedente del espacio había acabado con ellos, pero eso era imposible, algo que pertenecía más al ámbito de la ciencia ficción.
Hoy sabemos por la tectónica de placas que los continentes se mueven, y también que es muy probable que hace 65 millones de años un meteorito gigante de unos diez kilómetros de diámetro acabara con los dinosaurios y con buena parte de la vida en la Tierra.
Durante mi no muy larga vida he visto una y otra vez cómo lo aparentemente imposible se convertía en un hecho científico establecido. Entonces, ¿no cabe pensar que un día podremos ser capaces de teletransportarnos de un lugar a otro o construir una nave espacial que nos lleve a estrellas a años luz de distancia?
Normalmente tales hazañas serían consideradas imposibles por los físicos actuales. ¿Serían posibles dentro de algunos pocos siglos? ¿O dentro de diez mil años, cuando nuestra tecnología esté más avanzada? ¿O dentro de un millón de años? Por decirlo de otra manera, si encontráramos una civilización un millón de años más avanzada que la nuestra, ¿nos parecería “magia” su tecnología cotidiana?
Sólo porque algo es “imposible” hoy, ¿seguirá siéndolo dentro de unos siglos o de millones de años?
Gracias a los extraordinarios avances científicos del siglo pasado, especialmente la creación de la teoría cuántica y de la relatividad general, ahora es posible hacer estimaciones grosso modo de cuándo, si alguna vez, podrán hacerse realidad alguna de estas fantásticas tecnologías. Con la llegada de teorías aún más avanzadas, como la teoría de cuerdas, incluso conceptos que bordean la ciencia ficción, como los viajes en el tiempo y los universos paralelos, están siendo reconsiderados por los físicos.
Pensemos sólo en los avances tecnológicos que hace 150 años fueron considerados “imposibles” por los científicos de la época y que ahora forman parte de nuestra vida cotidiana.
Julio Verne escribió en 1863 la novela París en el siglo XX, la cual quedó arrinconada y relegada al olvido durante un siglo hasta que fue accidentalmente descubierta por su bisnieto y publicada por primera vez en 1994.
En ella Verne predecía cómo sería París en el año 1960. Su novela estaba llena de tecnología, que incluía faxes, una red mundial de comunicaciones, rascacielos de vidrio, automóviles impulsados por gas y trenes elevados de alta velocidad, lo que claramente se consideraba imposible en el siglo XIX.
No es sorprendente que Verne pudiera hacer predicciones tan precisas, porque él estaba inmerso en el mundo de la ciencia y aprendía de las mentes de los científicos que tenía alrededor. Una profunda apreciación de los fundamentos de la ciencia es lo que le permitió hacer tan extraordinarias especulaciones. Lamentablemente, algunos de los más grandes científicos del siglo XIX adoptaron la postura contraria y declararon que algunas tecnologías eran imposibles sin esperanza alguna.
Lord Kelvin, quizás el físico más preeminente de la era victoriana, declaró que aparatos “más pesados que el aire” como los aeroplanos eran imposibles. Pensaba que los rayos X eran un fraude y que la radio no tenía futuro. Hasta no hace mucho, los agujeros negros se consideraban ciencia ficción.
El propio Einstein escribió un artículo en 1929 que “demostraba” que nunca podrían formarse agujeros negros. Pero hoy día, el telescopio espacial Hubble y el telescopio Chandra de rayos X han revelado la existencia de miles de agujeros negros en el espacio.
La razón por la que estas tecnologías se consideraban imposibles es que en el siglo XIX y comienzos del XX no se conocían las leyes básicas de la física y la ciencia. Dadas las enormes lagunas en el conocimiento científico en esa época, especialmente en el plano atómico, no sorprende que tales avances se consideraran imposibles.
CREER Y REVENTAR.
Una y otra vez vemos que el estudio de lo imposible ha abierto perspectivas completamente nuevas y ha desplazado las fronteras de la física y la química, obligando a los científicos a redefinir lo que entendían por “imposible”. Como dijo en cierta ocasión sir William Osler, “las filosofías de una época se han convertido en los absurdos de la siguiente, y las locuras de ayer se han convertido en la sabiduría del mañana”.
Muchos físicos suscriben la famosa sentencia de T. H. White, que escribió en Camelit: “¡Lo que no está prohibido es obligatorio!”. En física encontramos pruebas de ello continuamente. A menos que haya una ley física que impida explícitamente un nuevo fenómeno, tarde o temprano encontramos que existe. Un corolario de la afirmación de T. H. White podría ser muy bien: “¡Lo que no es imposible es obligatorio!”.Por ejemplo, el cosmólogo Stephen Hawking intentó demostrar que el viaje en el tiempo es imposible, para lo cual trató de encontrar una nueva ley física que lo prohibiera, a la que llamó la “conjetura de protección de la cronología”. Desgraciadamente, tras muchos años de arduo trabajo fue incapaz de probar este principio. De hecho, los físicos han demostrado ahora que una ley que impida el viaje en el tiempo está más allá de nuestras matemáticas actuales. Hoy día, debido a que no hay ninguna ley de la física que impida la existencia de máquinas del tiempo, los físicos han tenido que tomar muy en serio tal posibilidad.
LA INFANCIA TECNOLÓGICA.
Siempre es peligroso hacer predicciones, especialmente sobre lo que pasará dentro de siglos o milenios. Al físico Niels Bohr le gustaba decir: “Predecir es muy difícil. Especialmente, predecir el futuro”. Pero hay una diferencia fundamental entre la época de Julio Verne y la actual.
Hoy se conocen básicamente las leyes fundamentales de la física. Los físicos actuales comprenden las leyes básicas que cubren desde el interior del protón al universo en expansión. Como resultado, los físicos pueden afirmar, con razonable confianza, cuáles podrían ser las líneas generales de la tecnología futura, y distinguir mejor entre las tecnologías que son simplemente improbables de las que son verdaderamente imposibles.
Hay muchas tecnologías en la ciencia ficción que son despachadas por los físicos como totalmente imposibles, cuando lo que realmente quieren decir es que son imposibles para una civilización primitiva como la nuestra.
Las visitas de alienígenas, por ejemplo, se consideran habitualmente imposibles porque las distancias entre las estrellas son inmensas. Aunque el viaje interestelar es claramente imposible para nuestra civilización, puede ser posible para una civilización que esté cientos, o miles, o millones de años por delante de nosotros.
Tecnologías que son imposibles para nuestra civilización actual no son necesariamente imposibles para civilizaciones de otro tipo.Carl Sagan escribió: “¿Qué significa para una civilización tener un millón de años? Tenemos radiotelescopios y naves espaciales desde hace unas pocas décadas; nuestra civilización técnica tiene sólo unos pocos cientos de años... una civilización avanzada de millones de años de edad está mucho más allá de nosotros que nosotros lo estamos de un lemur o de un macaco”.
En mi investigación profesional me centro en tratar de completar el sueño de Einstein de una “teoría del todo” que unificara las leyes de la física en una única teoría. Personalmente encuentro muy estimulante trabajar en una “teoría final” que pueda responder definitivamente a algunas de las más difíciles preguntas “imposibles” en la ciencia actual, como sie es posible el viaje en el tiempo, qué hay en el centro de un agujero negro o qué sucedió antes del big bang.
Sigo soñando despierto sobre mi duradera relación amorosa con lo imposible, y me pregunto si, y cuándo, alguna de estas imposibilidades podría entrar en el ámbito de lo cotidiano.
criticadigital.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

espectacular!!!.. simplemente un libraso... lo recomiendo para todo aquel que ama la buena fisica y le apasiona el conocimiento