martes, 11 de agosto de 2009

Los oídos, otras víctimas del estrés


La autoexigencia desmedida, la vida hiperactiva y el estrés pueden afectar el oído, dando lugar a la enfermedad de Ménière. Este es un desorden del equilibrio relacionado con el movimiento de los fluidos en los canales del oído interno, que puede comenzar como un zumbido o una sensación de oído tapado, o con una disminución auditiva y vértigo, cuya intensidad puede ir desde un simple mareo hasta hacer caer a la persona por la sensación de giro.
Su aparición es fluctuante, y cada crisis es precedida por un aura. Estas crisis son provocadas por "un aumento de la presión de los líquidos del oído interno, o líquido endococlear, que normalmente tienen un equilibrio de producción y reabsorción", explica el médico otorrinolaringólogo Vicente Diamante, director del Centro de Implantes Cocleares.
Los síntomas pueden ser invalidantes en algunos casos, y provocar una disminución de la audición o hipoacusia. Hoy es posible relacionar la hipertensión de los líquidos del oído con los períodos de hiperactividad y estrés.
Las personas que sufren la enfermedad de Ménière son en su mayoría adultos (de entre 20 y 50 años, con un predominio de las mujeres), "hiperactivos, muy autoexigentes, ansiosos y responsables, o tienen conflictos en el área personal y laboral", señala Diamante, que también es director de la Fundación Argentina de Otorrinolaringología.
Esta afección debe su nombre al médico francés Prosper Ménière, que describió sus síntomas en 1861. En la Argentina se diagnostican alrededor de 8 mil casos por año, pero no todos los mareos son por enfermedad de Ménière, así como hay muchos casos en los que la enfermedad no se diagnostica porque sus síntomas son incompletos. Consulta precoz
Por lo general, los síntomas se presentan en un solo oído, aunque en un 30% de los casos, se pueden trasladar a ambos. Los ataques aparecen en cualquier momento del día o la noche, y pueden durar desde minutos a varias horas.
Al principio se presenta esporádicamente, 2 o 3 veces al año, hasta hacerse más frecuente y puede repetirse varias veces a la semana y estar acompañado de náuseas. Lo importante es consultar apenas aparecen los síntomas. A veces, con su descripción alcanza para diagnosticar la enfermedad. En otros casos es necesario hacer un electrococleograma para medir la presión interna del oído.
En el 90% de los casos las molestias remiten con el tratamiento, que se basa en la modificación de hábitos alimentarios, medicación y apoyo psicológico. Los pacientes deben evitar el consumo de sal, y en algunos casos se les administra un diurético para bajar la presión de los líquidos en el oído. De ser necesario, se usa un ansiolítico o antidepresivo. Si esto fracasa, se puede optar por distintas técnicas quirúrgicas.
Ultimamente se ha perfeccionado la administración de drogas a través del tímpano, como la gentamicina, que reduce la producción de líquidos en el oído interno. El sistema de "aplicación a demanda" consiste en utilizar fármacos después de observar la reacción del paciente luego de la primera aplicación.
Este tratamiento es ambulatorio, no tiene efectos secundarios y permite seguir con las actividades habituales después de cada aplicación. Los resultados son comparables con los de la neurectomía vestibular, una cirugía exitosa, pero algo compleja.
El objetivo es preservar la audición y el equilibrio, y eliminar los mareos, zumbidos y sensaciones molestas en el oído.
María Naranjo
Señales de alerta
La enfermedad de Ménière suele presentarse con zumbidos, una sensación de oído tapado y mareos.
Estos ataques son precedidos por un "aura" que anuncia la aparición de los síntomas.
En general se presenta en un solo oído, pero en un 30% de los casos afecta a ambos.
Los ataques son esporádicos al principio (dos o tres veces al año), y luego pueden hacerse más frecuentes y aparecer hasta varias veces por semana.
En general afecta a personas de entre 20 y 50 años (más mujeres que hombres), con características de personalidad ansiosa, hiperactiva, autoexigente y vulnerable al estrés.
El tratamiento consiste en un cambio de hábitos alimentarios, apoyo psicológico y medicación específica. Si esto fracasa, se puede acudir a alguna alternativa quirúrgica.
lanacion.com

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