martes, 9 de marzo de 2010

¿Qué hay detrás de un dolor de tripa?

PATRICIA MATEY
MADRID.- No lo cuentan con palabras pero sí lo expresan a su manera. Porque cuando un niño o una niña se queja de dolores de tripa de forma frecuente y no hay una causa que los provoque puede que en realidad esté 'hablando' de otro tipo de sufrimiento, el que ocasionan los malos tratos.
Este es el panorama recogido en un nuevo estudio, liderado por Miranda van Tilburg, de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos). La investigación ha sido posible gracias a los 'Estudios Longitudinales de los Niños que han sufrido Malos Tratos o Negligencia'. Se trata de un consorcio de cinco trabajos prospectivos realizados con 1.354 menores que han sufrido distintos niveles de abusos físicos, psíquicos o sexuales o con elevado riesgo de padecerlos.
Los autores finalmente centraron su observación en 845 de todos estos menores (por tener dolores de tripa) a los que realizaron un seguimiento desde los dos años hasta los 12.
"La mitad o un tercio de los pacientes adultos que acuden a consulta de Gastroenterología tiene detrás una historia de abusos. Nuestro objetivo ha sido investigar la relación entre maltrato y los síntomas abdominales sin causa médica de niños y adolescentes. Nuestra hipótesis es que la historia de abusos o negligencia incrementa el riesgo de este tipo de problemas, y el estrés psicológico puede ser, en parte, el mediador de esta relación", comentan los autores de la investigación en el último 'Annals of Family Medicine'.
En declaraciones a ELMUNDO.es, la doctora Tilburg ha puntualizado que existe "una conexión cerebro-intestino por la que el dolor influye en el estrés y éste también causa dolor. Todos estamos familiarizados con las mariposas en el estómago, por amor o por miedo. Los malos tratos son muy estresantes, pero si reducimos su impacto con intervención psicológica también podremos disminuir las molestias abdominales".
Durante la investigación, los cuidadores de los servicios de protección del menor (CPS, de sus siglas en inglés) rellenaron un cuestionario sobre los problemas gastrointestinales (dolor, náuseas, vómitos, calambres) y su frecuencia en los pequeños. La evaluación se llevó a cabo cada dos años desde que los niños cumplieron los 24 meses hasta los 12 años. A esta edad fueron los mismos adolescentes los que respondieron a estas pruebas.
Asimismo se realizó una evaluación del estrés psicológico, que incluyó los problemas emocionales y de comportamiento, así como los trastornos de ansiedad o depresión de los chavales.
Los datos revelan que "los menores que han sufrido abusos de cualquier tipo tienen un elevado riesgo de experimentar síntomas gastrointestinales en comparación con los que no han pasado por este trance", aclaran los autores.
Distintos tipos de abuso
El estudio documenta, además, que el abuso físico es menos frecuente en las niñas que en los niños. En cambio, el sexual y el psicológico es más común en ellas que en ellos, como también lo son los dolores de tripa.
Por el contrario, "no se encontró una asociación tan significativa entre la incidencia de náuseas y de vómitos en los infantes maltratados". Además, el "abuso sexual precede o coincide con dolor abdominal en el 91% de los casos", se insiste en las conclusiones.
"Este estudio hace hincapié en que el maltrato puede preceder el dolor abdominal crónico y esto tiene que estar en el 'radar' de un médico, especialmente si hay otros factores de riesgo. Sin embargo, también hay que valorar que hay muchos niños que lo sufren y que no han sido objeto de abusos", insiste la investigadora principal.
Los autores defienden que el estrés psicológico que ocasionan los abusos "es un mediador de las molestias gástricas. No obstante, los abusos físicos también pueden asociarse a lesiones en esta zona del cuerpo, lo que elevaría el riesgo de padecer dolor en la zona".
La doctora Tilburg defiende la realización de nuevas investigaciones debido, fundamentalmente, "a que que existen normas sobre cómo tratar el dolor abdominal crónico y sobre cómo abordar a un paciente si ha sufrido malos tratos. Pero no sabemos aún si estas terapias deben ser diferentes para aquéllos que han sido maltratados y padecen dichas molestias físicas".

elmundo.es

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