Fabiola Czubaj
LA NACION
Natalia luce feliz su quinto mes de embarazo y asegura que los cuidados para controlar el hipotiroidismo, una disfunción de la glándula tiroides, ya es parte de su vida. "En 2007, el médico me dijo que tenía que empezar un tratamiento para controlarme y no iba a tener problemas con el embarazo. Y así fue", comenta esta treintañera licenciada en relaciones públicas.
Ocurre que cualquier alteración de la glándula tiroides en el embarazo puede exponer a la mamá y al bebe a graves complicaciones. Por eso es tan importante detectar y tratar a tiempo las disfunciones de esa glándula en las mujeres en edad reproductiva.
"El embarazo es para la glándula tiroides como una ergometría: puede hacer evidente una insuficiencia funcional desconocida. Es importante identificar cualquier disfunción antes de buscar un embarazo. Pero si la mujer ya está embarazada, es indispensable darle un tratamiento apropiado", explica la doctora Silvia Gutiérrez, jefa del Grupo de Trabajo Tiroides de la División Endocrinología del Hospital Durand.
En un intervalo del I Simposio Internacional de Actualización en Patología Tiroidea y Embarazo, Gutiérrez y el doctor Marcos Abalovich, presidente electo de la Sociedad Latinoamericana de Tiroides, dialogaron con La Nacion. Estiman que entre el 40 y el 60% de los abortos espontáneos son por alteraciones tiroideas no tratadas. "Pero también hay otras complicaciones, como la hipertensión en el embarazo (preeclampsia) y el riesgo de tener un parto prematuro o un desprendimiento placentario", aclara Abalovich.
La glándula tiroides, que pesa unos 25 gramos y tiene forma de mariposa, abraza la tráquea a la altura de la base del cuello. Su centro de control se encuentra en otra glándula endocrina, la hipófisis, que está en el cerebro. Desde allí, recibe la orden de producir dos hormonas ?la T4 y la T3? que ayudan a regular el metabolismo. Esa comunicación glandular es posible a través de la hormona estimulante de la glándula tiroides (TSH).
Además de la herencia familiar ?la disfunción tiroidea es más frecuente en las hijas que en los hijos?, existen "gatillos" en la vida cotidiana, como el estrés por distintas causas (fallecimiento de un familiar, tensión laboral, divorcio, robos o mudanzas), los virus y el consumo de fármacos. Para saber si la glándula funciona bien, se utiliza un análisis de sangre para medir los niveles de T3, T4 y TSH, la más "sensible". La TSH aumenta cuando la tiroides no produce lo suficiente (hipotiroidismo) y se hace casi indetectable cuando produce en exceso (hipertiroidismo).
"Tanto en el feto como en el recién nacido, el hipertiroidismo es grave y puede condicionar el 15-25% de las pérdidas fetales ?indica Gutiérrez?. Es cierto que ahora es más difícil que lleguen a la consulta embarazos avanzados, pero todavía ocurre."
El problema más frecuente entre las mujeres en edad reproductiva es el hipotiroidismo: afecta a unas 315.000 mujeres de entre 15 y 49 años (3,5%). "Sin tratar, puede provocar alteraciones neurocognitivas al bebe", precisa Abalovich, que representó a América latina en la redacción de las últimas guías mundiales para el manejo de los males tiroideos en el embarazo. Allí se recomienda controlar a los grupos de riesgo: las embarazadas con antecedentes familiares, las mujeres con enfermedades autoinmunes, las diabéticas, las mujeres con pérdidas recurrentes de embarazos y las que alguna vez tomaron hormona tiroidea. "Cada vez se pide más el análisis de función tiroidea, pero no se está haciendo de rutina a todas las embarazadas porque no existe una indicación ?dice?. Pero vamos a eso por los riesgos que tiene para la mujer."
Natalia, que heredó el hipotiroidismo de su mamá, sólo tuvo que hacer un par de cambios en el cuidado de su salud cuando se embarazó. Además de tomar una pastilla al levantarse, va al endocrinólogo cada dos meses para controlar la dosis y le recuerda al obstetra que incluya en cada análisis de sangre los de tiroides. "Me siento bien y mi embarazo está perfecto, pero tengo que ocuparme de controlarlo y de cuidarme", asegura.
Natalia luce feliz su quinto mes de embarazo y asegura que los cuidados para controlar el hipotiroidismo, una disfunción de la glándula tiroides, ya es parte de su vida. "En 2007, el médico me dijo que tenía que empezar un tratamiento para controlarme y no iba a tener problemas con el embarazo. Y así fue", comenta esta treintañera licenciada en relaciones públicas.
Ocurre que cualquier alteración de la glándula tiroides en el embarazo puede exponer a la mamá y al bebe a graves complicaciones. Por eso es tan importante detectar y tratar a tiempo las disfunciones de esa glándula en las mujeres en edad reproductiva.
"El embarazo es para la glándula tiroides como una ergometría: puede hacer evidente una insuficiencia funcional desconocida. Es importante identificar cualquier disfunción antes de buscar un embarazo. Pero si la mujer ya está embarazada, es indispensable darle un tratamiento apropiado", explica la doctora Silvia Gutiérrez, jefa del Grupo de Trabajo Tiroides de la División Endocrinología del Hospital Durand.
En un intervalo del I Simposio Internacional de Actualización en Patología Tiroidea y Embarazo, Gutiérrez y el doctor Marcos Abalovich, presidente electo de la Sociedad Latinoamericana de Tiroides, dialogaron con La Nacion. Estiman que entre el 40 y el 60% de los abortos espontáneos son por alteraciones tiroideas no tratadas. "Pero también hay otras complicaciones, como la hipertensión en el embarazo (preeclampsia) y el riesgo de tener un parto prematuro o un desprendimiento placentario", aclara Abalovich.
La glándula tiroides, que pesa unos 25 gramos y tiene forma de mariposa, abraza la tráquea a la altura de la base del cuello. Su centro de control se encuentra en otra glándula endocrina, la hipófisis, que está en el cerebro. Desde allí, recibe la orden de producir dos hormonas ?la T4 y la T3? que ayudan a regular el metabolismo. Esa comunicación glandular es posible a través de la hormona estimulante de la glándula tiroides (TSH).
Además de la herencia familiar ?la disfunción tiroidea es más frecuente en las hijas que en los hijos?, existen "gatillos" en la vida cotidiana, como el estrés por distintas causas (fallecimiento de un familiar, tensión laboral, divorcio, robos o mudanzas), los virus y el consumo de fármacos. Para saber si la glándula funciona bien, se utiliza un análisis de sangre para medir los niveles de T3, T4 y TSH, la más "sensible". La TSH aumenta cuando la tiroides no produce lo suficiente (hipotiroidismo) y se hace casi indetectable cuando produce en exceso (hipertiroidismo).
"Tanto en el feto como en el recién nacido, el hipertiroidismo es grave y puede condicionar el 15-25% de las pérdidas fetales ?indica Gutiérrez?. Es cierto que ahora es más difícil que lleguen a la consulta embarazos avanzados, pero todavía ocurre."
El problema más frecuente entre las mujeres en edad reproductiva es el hipotiroidismo: afecta a unas 315.000 mujeres de entre 15 y 49 años (3,5%). "Sin tratar, puede provocar alteraciones neurocognitivas al bebe", precisa Abalovich, que representó a América latina en la redacción de las últimas guías mundiales para el manejo de los males tiroideos en el embarazo. Allí se recomienda controlar a los grupos de riesgo: las embarazadas con antecedentes familiares, las mujeres con enfermedades autoinmunes, las diabéticas, las mujeres con pérdidas recurrentes de embarazos y las que alguna vez tomaron hormona tiroidea. "Cada vez se pide más el análisis de función tiroidea, pero no se está haciendo de rutina a todas las embarazadas porque no existe una indicación ?dice?. Pero vamos a eso por los riesgos que tiene para la mujer."
Natalia, que heredó el hipotiroidismo de su mamá, sólo tuvo que hacer un par de cambios en el cuidado de su salud cuando se embarazó. Además de tomar una pastilla al levantarse, va al endocrinólogo cada dos meses para controlar la dosis y le recuerda al obstetra que incluya en cada análisis de sangre los de tiroides. "Me siento bien y mi embarazo está perfecto, pero tengo que ocuparme de controlarlo y de cuidarme", asegura.
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