Susana Gallardo
Para LA NACION
La cordillera de los Andes, enorme y majestuosa, no está todo lo quieta que parece. Está en pleno ascenso en San Juan, pero pierde altura en el sur de Mendoza y en el norte de Neuquén. Así lo afirma un equipo de geólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la Universidad de Buenos Aires en un trabajo que acaba de publicarse en la revista Tectonophysics.
"Antes se creía que los Andes eran producto de un levantamiento ocurrido hace 12 millones de años, pero ahora se sabe que son más antiguos y que no crecen en forma continua, sino que tienen pulsos de ascenso", dice Andrés Folguera, investigador de la FCEyN, que publicó sus resultados junto con su colega Víctor Ramos, ambos investigadores del Conicet.
Lo curioso de estos resultados es que "la elevación de los Andes no es uniforme, porque algunos segmentos ascienden, mientras que otros se desploman", dice Folguera. ¿Cómo se advirtió eso? "Se ven cicatrices en el terreno, discontinuidades. Por ejemplo, saltos en la planicie de un río que pueden tener entre 2 y 5 metros de altura y muestran desplazamientos de rocas jóvenes", explica.
Esos escalones indican que los Andes están descendiendo en ese sitio. Por ejemplo, en el embalse del río Atuel, cerca de San Rafael, hay una pared natural, labrada en la roca, que forma una de esas cicatrices del desplome de la Cordillera.
Además, en esas discontinuidades puede aflorar lava. Una muestra de ello es la Payunia, en el sur de Mendoza, en el departamento de Malargüe, que posee más de 800 conos volcánicos. "Tenemos un mapa con las edades de formación de esos conos, que no tienen más de 2 millones de años y están asociados con un desplome", indica Folguera.
Por otro lado, la gran cantidad de conos volcánicos y su baja altura es algo característico de zonas que se están fracturando, porque el magma se dispersa en esas fallas y se distribuye generando pequeños centros.
El primer levantamiento de los Andes se habría registrado hace unos 120 millones de años; otro, hace 90 millones; el siguiente, hace 35, y el último, hace 12 millones de años. Tras largas etapas de estabilidad, hubo períodos en que los Andes se derrumbaron, según los expertos.
"Identificamos dos etapas de desplome: la más reciente se inicia hace unos 5 o 6 millones de años -asegura Folguera-. Actualmente, los Andes de Neuquén y el sur de Mendoza se encuentran en desplome activo."
La cordillera de los Andes, enorme y majestuosa, no está todo lo quieta que parece. Está en pleno ascenso en San Juan, pero pierde altura en el sur de Mendoza y en el norte de Neuquén. Así lo afirma un equipo de geólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la Universidad de Buenos Aires en un trabajo que acaba de publicarse en la revista Tectonophysics.
"Antes se creía que los Andes eran producto de un levantamiento ocurrido hace 12 millones de años, pero ahora se sabe que son más antiguos y que no crecen en forma continua, sino que tienen pulsos de ascenso", dice Andrés Folguera, investigador de la FCEyN, que publicó sus resultados junto con su colega Víctor Ramos, ambos investigadores del Conicet.
Lo curioso de estos resultados es que "la elevación de los Andes no es uniforme, porque algunos segmentos ascienden, mientras que otros se desploman", dice Folguera. ¿Cómo se advirtió eso? "Se ven cicatrices en el terreno, discontinuidades. Por ejemplo, saltos en la planicie de un río que pueden tener entre 2 y 5 metros de altura y muestran desplazamientos de rocas jóvenes", explica.
Esos escalones indican que los Andes están descendiendo en ese sitio. Por ejemplo, en el embalse del río Atuel, cerca de San Rafael, hay una pared natural, labrada en la roca, que forma una de esas cicatrices del desplome de la Cordillera.
Además, en esas discontinuidades puede aflorar lava. Una muestra de ello es la Payunia, en el sur de Mendoza, en el departamento de Malargüe, que posee más de 800 conos volcánicos. "Tenemos un mapa con las edades de formación de esos conos, que no tienen más de 2 millones de años y están asociados con un desplome", indica Folguera.
Por otro lado, la gran cantidad de conos volcánicos y su baja altura es algo característico de zonas que se están fracturando, porque el magma se dispersa en esas fallas y se distribuye generando pequeños centros.
El primer levantamiento de los Andes se habría registrado hace unos 120 millones de años; otro, hace 90 millones; el siguiente, hace 35, y el último, hace 12 millones de años. Tras largas etapas de estabilidad, hubo períodos en que los Andes se derrumbaron, según los expertos.
"Identificamos dos etapas de desplome: la más reciente se inicia hace unos 5 o 6 millones de años -asegura Folguera-. Actualmente, los Andes de Neuquén y el sur de Mendoza se encuentran en desplome activo."
La geometría del relieve
La causa del derrumbe está asociada con el ángulo con el cual el fondo oceánico del Pacífico se introduce por debajo de la placa continental de América del Sur (proceso de subducción). Hay períodos (millones de años) en que el plano de subducción es casi horizontal, lo que coincide con una etapa de levantamiento. En otros, el plano tiende a ser más vertical (entre 30 y 45 grados), lo que genera el desplome de la Cordillera.
Esa subducción del fondo oceánico bajo el continente sudamericano se puede visualizar mediante el estudio de las ondas sísmicas, cuya velocidad depende, entre otras cosas, de la rigidez de los materiales, que tiene que ver con su temperatura.
En el proceso de subducción, los materiales que se generan en la superficie se sumergen a mucha velocidad (unos 6-7 centímetros por año) y están mucho más fríos que el manto que los circunda, lo que incide en la velocidad de las ondas sísmicas. Midiendo esa velocidad se puede visualizar el material que está cayendo hacia el interior de la Tierra y, en consecuencia, el ángulo que forma.
Con información de la trayectoria y velocidad de las ondas sísmicas, proveniente de sismos naturales o inducidos (mediante golpes producidos en la superficie), los investigadores pueden relacionar las cicatrices del terreno con lo que sucede a grandes profundidades. Así pueden inferirse ciertas características de la corteza terrestre que inciden en el ángulo del plano de subducción.
Lo cierto es que en Neuquén y en el sur de Mendoza los Andes están en descenso, y en esa región el ángulo de subducción de la placa oceánica, que hace 12 millones de años era horizontal, ahora posee entre 30 y 45 grados.
En cambio, en el norte de Mendoza y San Juan el plano es casi horizontal, y la región está en pleno ascenso. En otras palabras, el levantamiento andino no es un proceso uniforme, sino que se encuentra segmentado por latitudes.
Por otro lado, cuando una zona de subducción horizontal tiende a ser vertical, se comienzan a desplomar los márgenes orientales, cercanos a La Pampa, y luego los sectores más occidentales. Esto se determina por la edad de las rocas volcánicas asociadas a las fracturas. "Son más viejas en la región oriental, y progresivamente más jóvenes a medida que nos acercamos a la cordillera principal", relata el geólogo.
El desplome en el sur de Mendoza constituye un descenso incipiente, pero si el proceso no se revierte, en millones de años puede producirse un colapso total.
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas, UBA
Premio Bunge y Born 2009
El doctor Víctor Ramos, uno de los más prestigiosos geólogos argentinos, acaba de recibir el premio de la Fundación Bunge y Born. Además de haber desplegado una carrera científica y docente excepcional, con cientos de trabajos publicados y charlas a lo largo y a lo ancho del mundo, Ramos, profesor titular de Geotectónica y Tectónica Andina en la UBA, tiene tres hijos y nueve nietos, todos amantes de la montaña. El mismo es un montañista consumado, con varias ascensiones al Aconcagua y a otras montañas de la alta cordillera de los Andes.
La causa del derrumbe está asociada con el ángulo con el cual el fondo oceánico del Pacífico se introduce por debajo de la placa continental de América del Sur (proceso de subducción). Hay períodos (millones de años) en que el plano de subducción es casi horizontal, lo que coincide con una etapa de levantamiento. En otros, el plano tiende a ser más vertical (entre 30 y 45 grados), lo que genera el desplome de la Cordillera.
Esa subducción del fondo oceánico bajo el continente sudamericano se puede visualizar mediante el estudio de las ondas sísmicas, cuya velocidad depende, entre otras cosas, de la rigidez de los materiales, que tiene que ver con su temperatura.
En el proceso de subducción, los materiales que se generan en la superficie se sumergen a mucha velocidad (unos 6-7 centímetros por año) y están mucho más fríos que el manto que los circunda, lo que incide en la velocidad de las ondas sísmicas. Midiendo esa velocidad se puede visualizar el material que está cayendo hacia el interior de la Tierra y, en consecuencia, el ángulo que forma.
Con información de la trayectoria y velocidad de las ondas sísmicas, proveniente de sismos naturales o inducidos (mediante golpes producidos en la superficie), los investigadores pueden relacionar las cicatrices del terreno con lo que sucede a grandes profundidades. Así pueden inferirse ciertas características de la corteza terrestre que inciden en el ángulo del plano de subducción.
Lo cierto es que en Neuquén y en el sur de Mendoza los Andes están en descenso, y en esa región el ángulo de subducción de la placa oceánica, que hace 12 millones de años era horizontal, ahora posee entre 30 y 45 grados.
En cambio, en el norte de Mendoza y San Juan el plano es casi horizontal, y la región está en pleno ascenso. En otras palabras, el levantamiento andino no es un proceso uniforme, sino que se encuentra segmentado por latitudes.
Por otro lado, cuando una zona de subducción horizontal tiende a ser vertical, se comienzan a desplomar los márgenes orientales, cercanos a La Pampa, y luego los sectores más occidentales. Esto se determina por la edad de las rocas volcánicas asociadas a las fracturas. "Son más viejas en la región oriental, y progresivamente más jóvenes a medida que nos acercamos a la cordillera principal", relata el geólogo.
El desplome en el sur de Mendoza constituye un descenso incipiente, pero si el proceso no se revierte, en millones de años puede producirse un colapso total.
Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas, UBA
Premio Bunge y Born 2009
El doctor Víctor Ramos, uno de los más prestigiosos geólogos argentinos, acaba de recibir el premio de la Fundación Bunge y Born. Además de haber desplegado una carrera científica y docente excepcional, con cientos de trabajos publicados y charlas a lo largo y a lo ancho del mundo, Ramos, profesor titular de Geotectónica y Tectónica Andina en la UBA, tiene tres hijos y nueve nietos, todos amantes de la montaña. El mismo es un montañista consumado, con varias ascensiones al Aconcagua y a otras montañas de la alta cordillera de los Andes.
lanacion.com
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