No hay claridad si un hombre puede llegar a ser el papá de una cantidad importante de hijos como los que se les atribuyen a personajes de la historia como Gengis Kan, Ismael o Ramsés.
En los tiempos contemporáneos, hombres de gran estirpe y relevancia histórica que sometieron a decenas de pueblos, quizá tendrían más de un problema ante los jueces de familia para responder por la alimentación de sus hijos por cuenta de sus manifiestas dotes prolíficas. Pero en aquellas pretéritas épocas, más que líos judiciales, lo que acarreaba un talante de semental era orgullo y virilidad.
De ello se ufanaron personajes como Gengis Kan -que durante el siglo XIII conquistó a sangre y fuego lo que hoy corresponde a Mongolia, China, Irán, Afganistán y Rusia-, de quien se dice sin precisar que tuvo más de mil hijos; el monarca marroquí que reinó entre 1672 y 1727, Ismael 'el Sanguinario', quien contabilizó 888, o el faraón Ramsés II, a quien se le endilgan 101 descendientes en primer grado de consanguinidad.
Y aunque una serie de estudios han logrado establecer, gracias a la correspondencia de estructuras genéticas, que millones de personas en la actualidad pueden ser descendientes directos Gengis Kan, Ismael o Ramsés, no hay claridad si un hombre puede llegar a ser el papá de una cantidad importante de hijos como los que se les atribuyen a estos personajes de la historia.
Hasta hace un siglo quizás era posible comerles cuento a estos adalides de la fecundidad -o a sus aduladores biógrafos-, pero el descubrimiento, hacia 1920, de cómo funcionan los ciclos de fertilidad de las mujeres hoy pone en entredicho la cantidad de prole de la que alardearon. La psicóloga Dorothy Einon se hizo a la tarea de evaluar si, desde el punto de vista de las probabilidades, podía ser cierto que Ismael 'el Sanguinario' hubiera tenido los 888 hijos que pregonaba. En un detallado artículo publicado en la revista Evolution and Human Behavior, la experta señaló que era prácticamente imposible.
De acuerdo con la explicación de la investigadora, no es claro que algún hombre pueda producir suficiente esperma fértil en cuatro o cinco eyaculaciones diarias durante 40 años, o que en sus años finales logre tener cuatro eyaculaciones diarias, o incluso, cuatro coitos separados. "Para alcanzar el objetivo de 888 hijos, Ismael tuvo que haber tenido coitos diarios con cinco mujeres diferentes durante 40 años. La cuenta de espermatozoides desciende si un hombre tiene más de 3,5 eyaculaciones por semana, y la frecuencia de los coitos decae con los años", anota Einon.
Un mito en flacidez
Para llegar a esta conclusión, la científica consideró varios problemas, aparte de algunos obvios como que Ismael no nació fértil. Si fue un muchacho precoz que comenzó su vida sexual a los 15, pudo haber tenido relaciones durante 40 años, pues murió a los 55.
Eso significa un promedio de 22 hijos por año, cifra aparentemente viable si se tiene en cuenta que su harén estuvo compuesto por unas 500 concubinas. De hecho, asumiendo que 'el Sanguinario' hubiera sido un tipo de impecable puntería -y que el aparato reproductor de ellas hubiera sido igualmente infalible-, podría haber tenido 365 vástagos por año teniendo sexo todos los días.
Sin embargo, el margen de probabilidad del semental comienza a achicarse cuando se tiene en cuenta el "primer problema" planteado por Einon: las mujeres no son fértiles todo el tiempo; lo son apenas el 12,5 por ciento de su ciclo. En este supuesto, la investigadora calculó que las cifras de hijos se reducen a 55 si lo hiciera diariamente y a 110 si lo hiciera dos veces al día.
Peor aún, la medicina hoy tiene claro que las mujeres no ovulan en todos sus ciclos. Considerando las pausas provocadas por el embarazo, la lactancia o el estrés, el promedio de ciclos fértiles es de 50 por ciento.
En consecuencia, las matemáticas obligan a reducir las cifras del párrafo anterior a la mitad (28 y 55 hijos al año, respectivamente) y a asumir que el emperador, con muy cortas treguas, tuvo que acostarse a diario durante toda su vida con una mujer distinta.
Pero Dorothy Einon aún tiene argumentos para dejar mal parado al presunto semental y plantea un "segundo problema": dado que las mujeres privadas de sexo frecuente presentan ciclos más largos e irregulares -como probablemente ocurría con las 500 concubinas del harén de Ismael-, hay que reducir la tasa de éxito de cada encuentro. Así, el emperador habría tenido 23 hijos si lo hacia diariamente y 46 si fuera dos veces por día.
El "tercer problema" es la alta prevalencia de infertilidad femenina. Si se acepta una cifra conservadora de 8 por ciento, el emperador solo pudo haber tenido entre 21 y 42 hijos al año.
Ahora, si se tiene en cuenta el "cuarto problema" -que aun en momentos de óptima fertilidad no necesariamente hay concepción, y que no necesariamente toda concepción termina en implantación de los óvulos fertilizados-, Ismael comienza a dar lástima: solo pudo haber tenido 6 o 12 hijos anuales.
Ante esta evidencia, la autora concluye que, aun cuando es un hecho que un hombre puede tener muchos más hijos que una mujer, el rango no es tan amplio como podría parecer. Estudios citados en su artículo '¿Cuántos hijos puede tener un hombre?' revelan que cuando los mormones practicaban la poligamia no tenían más de 20 hijos; o que hombres temne de Sierra Leona casados con cinco esposas tenían siete vástagos; o que solo uno de un centenar de indígenas de la etnia xavante -igualmente polígamos- estudiados en Brasil en 1967 tenía más de 11.
Bien lo decía el maestro Rafael Escalona, a quien llegaron a atribuirle 50 descendientes directos: "Si cada disparo fuera un muerto, los cementerios estarían repletos". En esa alegoría reside el misterio: puede que los hombres tengan entre 20 y 150 millones de espermatozoides en cada mililitro de semen, se pavoneen con el número de mujeres y alardeen de tener sexo aquí y acullá. Pero bien enseña la sabiduría popular: cantidad nunca es sinónimo de calidad.
Kan, el supertatarabuelo
Un equipo científico liderado por el experto en genética de poblaciones Chris Tyler-Smith detectó cómo un tipo particular de cromosoma 'Y' tenía una presencia notable en la estructura genética de poblaciones cuyos territorios hicieron parte del antiguo imperio Mongol.
Tyler-Smith logró establecer que el antepasado común de esos cromosomas mongoles vivió hace unos 1.000 años, precisamente en la época de ascenso y de consolidación territorial de Gengis Kan. En esa lógica, el gran Kan sería el antepasado directo de unas 16 millones de personas que hoy viven en tales regiones del planeta.
Sin embargo, los científicos reconocen que tal hipótesis no podrá ser comprobada hasta tanto no se encuentre el rastro de la tumba del conquistador para hacer las pruebas genéticas correspondientes.
Buena puntería
En la actualidad no es frecuente que un hombre reconozca la paternidad de más 15 hijos. Sin embargo hay casos en diferentes partes del mundo que hoy son considerados como récords. Algunos de ellos son:
- En Bogotá, José de Jesús Sierra, a sus 42 años ya tiene en su haber 15 hijos con dos mujeres, cifra que le confiere la medalla de oro en los registros del Sisbén.
- En Tennesse, EE.UU., Desmond Hatchett, con tan solo 29 años, ya tiene 21 hijos con 11 mujeres.
- En Corrientes, Argentina, Cleto Ruiz, de 46 años de edad, tiene 37 hijos con cinco mujeres.
- En Emek Hefer, Israel, Shahadeh Abú Arrar, un beduino israelí de 58 años de edad, tiene 67 hijos con ocho esposas diferentes.
En los tiempos contemporáneos, hombres de gran estirpe y relevancia histórica que sometieron a decenas de pueblos, quizá tendrían más de un problema ante los jueces de familia para responder por la alimentación de sus hijos por cuenta de sus manifiestas dotes prolíficas. Pero en aquellas pretéritas épocas, más que líos judiciales, lo que acarreaba un talante de semental era orgullo y virilidad.
De ello se ufanaron personajes como Gengis Kan -que durante el siglo XIII conquistó a sangre y fuego lo que hoy corresponde a Mongolia, China, Irán, Afganistán y Rusia-, de quien se dice sin precisar que tuvo más de mil hijos; el monarca marroquí que reinó entre 1672 y 1727, Ismael 'el Sanguinario', quien contabilizó 888, o el faraón Ramsés II, a quien se le endilgan 101 descendientes en primer grado de consanguinidad.
Y aunque una serie de estudios han logrado establecer, gracias a la correspondencia de estructuras genéticas, que millones de personas en la actualidad pueden ser descendientes directos Gengis Kan, Ismael o Ramsés, no hay claridad si un hombre puede llegar a ser el papá de una cantidad importante de hijos como los que se les atribuyen a estos personajes de la historia.
Hasta hace un siglo quizás era posible comerles cuento a estos adalides de la fecundidad -o a sus aduladores biógrafos-, pero el descubrimiento, hacia 1920, de cómo funcionan los ciclos de fertilidad de las mujeres hoy pone en entredicho la cantidad de prole de la que alardearon. La psicóloga Dorothy Einon se hizo a la tarea de evaluar si, desde el punto de vista de las probabilidades, podía ser cierto que Ismael 'el Sanguinario' hubiera tenido los 888 hijos que pregonaba. En un detallado artículo publicado en la revista Evolution and Human Behavior, la experta señaló que era prácticamente imposible.
De acuerdo con la explicación de la investigadora, no es claro que algún hombre pueda producir suficiente esperma fértil en cuatro o cinco eyaculaciones diarias durante 40 años, o que en sus años finales logre tener cuatro eyaculaciones diarias, o incluso, cuatro coitos separados. "Para alcanzar el objetivo de 888 hijos, Ismael tuvo que haber tenido coitos diarios con cinco mujeres diferentes durante 40 años. La cuenta de espermatozoides desciende si un hombre tiene más de 3,5 eyaculaciones por semana, y la frecuencia de los coitos decae con los años", anota Einon.
Un mito en flacidez
Para llegar a esta conclusión, la científica consideró varios problemas, aparte de algunos obvios como que Ismael no nació fértil. Si fue un muchacho precoz que comenzó su vida sexual a los 15, pudo haber tenido relaciones durante 40 años, pues murió a los 55.
Eso significa un promedio de 22 hijos por año, cifra aparentemente viable si se tiene en cuenta que su harén estuvo compuesto por unas 500 concubinas. De hecho, asumiendo que 'el Sanguinario' hubiera sido un tipo de impecable puntería -y que el aparato reproductor de ellas hubiera sido igualmente infalible-, podría haber tenido 365 vástagos por año teniendo sexo todos los días.
Sin embargo, el margen de probabilidad del semental comienza a achicarse cuando se tiene en cuenta el "primer problema" planteado por Einon: las mujeres no son fértiles todo el tiempo; lo son apenas el 12,5 por ciento de su ciclo. En este supuesto, la investigadora calculó que las cifras de hijos se reducen a 55 si lo hiciera diariamente y a 110 si lo hiciera dos veces al día.
Peor aún, la medicina hoy tiene claro que las mujeres no ovulan en todos sus ciclos. Considerando las pausas provocadas por el embarazo, la lactancia o el estrés, el promedio de ciclos fértiles es de 50 por ciento.
En consecuencia, las matemáticas obligan a reducir las cifras del párrafo anterior a la mitad (28 y 55 hijos al año, respectivamente) y a asumir que el emperador, con muy cortas treguas, tuvo que acostarse a diario durante toda su vida con una mujer distinta.
Pero Dorothy Einon aún tiene argumentos para dejar mal parado al presunto semental y plantea un "segundo problema": dado que las mujeres privadas de sexo frecuente presentan ciclos más largos e irregulares -como probablemente ocurría con las 500 concubinas del harén de Ismael-, hay que reducir la tasa de éxito de cada encuentro. Así, el emperador habría tenido 23 hijos si lo hacia diariamente y 46 si fuera dos veces por día.
El "tercer problema" es la alta prevalencia de infertilidad femenina. Si se acepta una cifra conservadora de 8 por ciento, el emperador solo pudo haber tenido entre 21 y 42 hijos al año.
Ahora, si se tiene en cuenta el "cuarto problema" -que aun en momentos de óptima fertilidad no necesariamente hay concepción, y que no necesariamente toda concepción termina en implantación de los óvulos fertilizados-, Ismael comienza a dar lástima: solo pudo haber tenido 6 o 12 hijos anuales.
Ante esta evidencia, la autora concluye que, aun cuando es un hecho que un hombre puede tener muchos más hijos que una mujer, el rango no es tan amplio como podría parecer. Estudios citados en su artículo '¿Cuántos hijos puede tener un hombre?' revelan que cuando los mormones practicaban la poligamia no tenían más de 20 hijos; o que hombres temne de Sierra Leona casados con cinco esposas tenían siete vástagos; o que solo uno de un centenar de indígenas de la etnia xavante -igualmente polígamos- estudiados en Brasil en 1967 tenía más de 11.
Bien lo decía el maestro Rafael Escalona, a quien llegaron a atribuirle 50 descendientes directos: "Si cada disparo fuera un muerto, los cementerios estarían repletos". En esa alegoría reside el misterio: puede que los hombres tengan entre 20 y 150 millones de espermatozoides en cada mililitro de semen, se pavoneen con el número de mujeres y alardeen de tener sexo aquí y acullá. Pero bien enseña la sabiduría popular: cantidad nunca es sinónimo de calidad.
Kan, el supertatarabuelo
Un equipo científico liderado por el experto en genética de poblaciones Chris Tyler-Smith detectó cómo un tipo particular de cromosoma 'Y' tenía una presencia notable en la estructura genética de poblaciones cuyos territorios hicieron parte del antiguo imperio Mongol.
Tyler-Smith logró establecer que el antepasado común de esos cromosomas mongoles vivió hace unos 1.000 años, precisamente en la época de ascenso y de consolidación territorial de Gengis Kan. En esa lógica, el gran Kan sería el antepasado directo de unas 16 millones de personas que hoy viven en tales regiones del planeta.
Sin embargo, los científicos reconocen que tal hipótesis no podrá ser comprobada hasta tanto no se encuentre el rastro de la tumba del conquistador para hacer las pruebas genéticas correspondientes.
Buena puntería
En la actualidad no es frecuente que un hombre reconozca la paternidad de más 15 hijos. Sin embargo hay casos en diferentes partes del mundo que hoy son considerados como récords. Algunos de ellos son:
- En Bogotá, José de Jesús Sierra, a sus 42 años ya tiene en su haber 15 hijos con dos mujeres, cifra que le confiere la medalla de oro en los registros del Sisbén.
- En Tennesse, EE.UU., Desmond Hatchett, con tan solo 29 años, ya tiene 21 hijos con 11 mujeres.
- En Corrientes, Argentina, Cleto Ruiz, de 46 años de edad, tiene 37 hijos con cinco mujeres.
- En Emek Hefer, Israel, Shahadeh Abú Arrar, un beduino israelí de 58 años de edad, tiene 67 hijos con ocho esposas diferentes.
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