La cuenta regresiva está activada: el fin del mundo tendrá lugar el 21 de diciembre de 2012. Para que las masas se enteren, Hollywood estrenará internacionalmente su versión espectacular del evento el viernes 13 de noviembre de 2009. Dirigida por Roland Emmerich, paladín del cine catástrofe (en 2004 hizo El día después de mañana), esta nueva superproducción se titula apenas 2012.
Para los consumidores de la televisión por cable no se trata de una novedad, pues durante el último par de años el History Channel se ha esmerado en exponer las profecías que sustentan este tenebroso vaticinio: el “conteo largo” del calendario maya, un libro perdido de Nostradamus, vaticinios traspapelados de las civilizaciones hopi e inca de las Américas, los Libros Sibilinos de la antigua Roma, el Apocalipsis de San Juan en la Biblia y demás “canalizadores” psíquicos de todo origen en contacto con inteligencias extraterrestres.
Según la megacampaña publicitaria emprendida por la corporación Sony Digital Pictures (también productora de Terminator. La salvación), “nunca antes en la historia una fecha ha sido tan significativa para tantas culturas, religiones, científicos y gobiernos; 2012 es una aventura épica sobre un cataclismo global que trae el fin del mundo y cuenta la lucha heroica de los sobrevivientes”.
Los dueños japoneses de la Columbia han plantado en internet el sitio de un presunto “Institute for Human Continuity” (Instituto por la Continuidad Humana) donde científicos y expertos jamás mentados antes debaten las duras experiencias que nos esperan.
No obstante, en los círculos espirituales del movimiento de la Nueva Era, también se da como ineludible la cita galáctica del 2012, pero se sostiene que los seres humanos entrarán en una nueva civilización, completamente despegada de la actual. Se esfuerzan en aclarar que eso no constituirá un cataclismo estructural sino una nueva conciencia cósmica. No sólo las librerías esotéricas ofrecen varios libros al respecto, sino que en 2007 se exhibió en circuitos independientes de Estados Unidos un largometraje titulado 2012-The Odyssey (La odisea), donde la realizadora Sharron Rose entrevistaba a los mayores exponentes de los secretos de los mayas, los incas, los alquimistas, los cristianos primitivos, los masones y otros remotos antepasados “con respecto al final de los tiempos y como promesa de nuestro destino supremo como seres humanos”. Entre ellos José Argüelles (autor de un libro pionero, El factor maya), Gregg Braden, Alberto Villoldo, Geoff Stray y Jay Weidner.
¿Se trata apenas de lecturas fílmicas disonantes? ¿Una “dura” (donde olas gigantes y terremotos feroces destruyen nuestras ciudades, incluido el Cristo Redentor de Río de Janeiro) y otra “suave” (donde lo espiritual predominará sobre lo material), matizadas ambas por el film-alegato de Albert Gore (Una verdad incómoda, 2006) sobre cómo el calentamiento global generado por la actividad humana trastorna a nuestro globo? Este cóctel contiene otros ingredientes.
Hay más de 3.500 “ojos electrónicos” orbitando la Tierra. Las agencias espaciales de las grandes potencias han montado una red de satélites artificiales y envían sin cesar al espacio sondas-robot de muy avanzada tecnología, que les permiten disponer de una información precisa y puntual sobre el estado real de nuestro globo, fuera de toda ciencia-ficción.
La NASA, de Estados Unidos, por ejemplo, regentea un vasto sistema llamado EOS (Earth Observation System), una de cuyas joyas es el complejo satelital Aura (instalado en 2004) cuya misión consiste en verificar las modificaciones de la capa de ozono y del equilibrio atmosférico. El sistema ha sido precedido por el satélite cartográfico Terra, lanzado a fines de 1999, y el Aqua, puesto en órbita en mayo de 2002 para estudiar el ciclo hidrológico de nuestro planeta. Si acaso un día enloquecen los océanos, la NASA y sus socios lo sabrán primero y mucho antes que la gente común.
¿Qué saben ellos que nosotros desconocemos?
Sólo podemos hacer conjeturas. De paso, la NASA, la Agencia Espacial Federal Rusa, la Agencia Japonesa de Exploración Espacial, la Agencia Espacial Canadiense y la Agencia Espacial Europea, con aportes de sus equivalentes de Brasil e Italia, construyen en órbita terrestre desde noviembre de 1998 una avanzadísima Estación Espacial Internacional que se completará en 2010.
Y sintomáticamente, en febrero de 2008, Noruega inauguró en una caverna del Ártico (Svalbard) una “bóveda del fin del mundo” donde se preservan semillas de todo el planeta, para “asegurar la supervivencia ante eventuales catástrofes naturales o conflictos atómicos”. ¿Quiénes serán los elegidos?
criticadigital.com
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