Por Elisabetta Piqué
Corresponsal en Roma
lanacion.com
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ROMA.- Y ahora le toca a la Gioconda. Comienza oficialmente hoy la campaña que intentará dar con la tumba y posiblemente los restos de la modelo que inspiró a Leonardo da Vinci para la Gioconda, una de las pinturas más famosas y estudiadas del mundo, que se exhibe en el Louvre.
El proyecto se anuncia en Florencia por el denominado "Comité nacional para la valorización de los bienes históricos, culturales y ambientales", el mismo grupo que hace unos meses coordenó el controvertido hallazgo de los restos de Caravaggio en Porto Ercole, en la costa de la región Toscana.
Si bien siempre se tejieron hipótesis de lo más fantasiosas sobre la identidad de la Monna Lisa -hubo quienes sostuvieron que se trataba de Isabella d'Este (que le había pedido insistentemente un retrato al maestro), de una amante de Giuliano de' Medici llamada Gualanda, de la madre de Leonardo o hasta del mismo Leonardo en versión femenina, en alusión a su presunta homosexualidad-, esta vez nadie duda sobre quién es la mujer del famosísimo cuadro.
Tal como escribió en el siglo XVI Giorgio Vasari en su biografía de grandes artistas, se trata de Lisa Gherardini, alias Monna Lisa: una dama de Florencia que era la esposa de Francesco Del Giocondo, un próspero comerciante de sedas que era muy amigo del padre de Leonardo, el escribano sor Piero.
Al morir su esposo, en 1538, la Monna Lisa se retiró en el convento de Sant'Orsola, que quedaba muy cerca de su casa. Allí murió el 15 de julio de 1542, tal como confirma un documento custodiado desde hace siglos en un archivo de Florencia. Será justamente debajo de los muros del ex convento de Sant'Orsola de Florencia donde se concentrarán los trabajos para hallar su sepulcro.
Pero hay una hipótesis que inquieta a los investigadores: los restos de la Gioconda podrían haber terminado en un basural florentino en los años '80, durante las obras de reestructruación del ex convento, cuando se construyó un estacionamiento subterráneo justo donde se levantaba el claustro, según reveló el año pasado un diario británico. Se trata de una hipótesis avalada por algunos técnicos florentinos: "lo único que queda del convento de Sant'Orsola son las paredes externas y algunos arcos", dijo uno de ellos. El convento de Sant'Orsola fue un sitio religioso hasta 1810, cuando fue transformado en una fábrica de tabaco; después, a principios del siglo pasado, funcionó como hospedaje de refugiados durante la I y II Guerra Mundial, luego como aula universitaria, hasta que quedó abandonado.
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