Lu Zhihao tiene cuatro años y un apetito voraz. Su precoz obesidad le ha hecho saltar a las páginas de los periódicos chinos, donde recuerdan que con sólo un metro de estatura pesa ya 62 kilos. El suyo es, como explican los especialistas, un caso de obesidad monogénica, es decir, ligada a un solo gen que podría recibir tratamiento con una inyección de la hormona leptina.
Aunque los mismos medios locales que muestran su imagen devorando atribuyen su obesidad a sus hábitos dietéticos, el doctor José María Ordovás, colaborador de ELMUNDO.es y director del laboratorio de Nutrición y Genómica del USDA-Human Nutrition Research Center on Aging de la Universidad de Tufts (EEUU), señala que la culpa hay que buscarla en uno de sus genes.
"Este tipo de obesidad tan temprana, de forma tan mórbida y con el comportamiento descrito de apetito incontrolable es característico de un defecto congénito del metabolismo de origen monogénico. Es decir, a diferencia de la obesidad típica que se presenta en niños y adultos en la que posiblemente estén implicados varios genes y el ambiente, en casos como el de Lu, el defecto se debe a un solo gen y de tal potencia que les lleva a un apetito voraz e incontrolable porque ha perdido genéticamente el control del mismo".
Conocido desde 1997
Este defecto genético fue descrito por primera vez en 1997 en dos primos de origen paquistaní, prosigue Ordovás, que es además profesor de Nutrición y Genética e investigador colaborador senior en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (Madrid). Científicos de la Universidad británica de Cambridge hallaron una mutación en el gen que codifica la hormona leptina, implicada en el apetito.
Es decir, se trata de individuos que carecen de una de las piezas geneticas claves para controlar el apetito, por lo que ni siquiera una dieta sana sería suficiente para hacer frente al problema. En cambio, añade el doctor Ordovás, sí se ha observado que una terapia a base de inyecciones de leptina (cuyos niveles serán prácticamente indetectables en la sangre del niño) "les devuelve el control y ya se les puede poner una dieta apropiada. Los resultados son espectaculares".
Se calcula, explica el especialista español, que un 3% de los casos de obesidad mórbida en niños se deben a este problema genético. "Sin embargo, todavía no entendemos completamente la genética de la obesidad y estas cifras varían continuamente debido a los avances de la investigación en esta área".
Precisamente, esta misma semana, el presidente de la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición, Roberto Sabrido, ha reconocido que los datos de obesidad infantil en España podrían ser mayores de lo que se pensaba hasta ahora, y los sitúa en torno al 30%.
elmundo.es
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