Los piojos son el enemigo público número uno de los chicos y sus papás. Con el comienzo de clases, el contagio recrudece. Los sufren más de la mitad de los nenes y nenas que van a la escuela primaria, según revela una encuesta online para Clarín que D’Alessio Irol realizó a padres de todo el país. Las autoridades educativas de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires reconocen que es un problema sanitario serio. Por eso, desde este año harán por primera vez acciones integrales para intentar frenarlos.
El 53% de los chicos en el nivel primario tiene piojos, pero también los sufren el 39% de los niños de jardín y el 37% de los secundarios, según el sondeo. También señala que el 60% de los padres reconoció que en el último año gastó más de 100 pesos para combatir el problema, pero que las soluciones son sólo temporales. Y 3 de cada 10 dicen incluso que hubo un incremento en la aparición de piojos en sus hijos en el último año.
En la Ciudad pondrán en marcha una campaña de concientización con afiches en las entradas de las escuelas: apuntan a desterrar el mito de que el piojoso es un chico sucio y a que los padres incorporen el hábito de pasar el peine fino todos los días, al igual que el cepillado diario de dientes. “Estamos preparando una campaña puntual con asesoramiento de pediatras y dermatólogos. La idea es que toda la comunidad educativa esté más atenta y preparada para frenar este fenómeno creciente”, contó a Clarín , Max Gulmanelli, titular de la Unidad de Apoyo a la comunidad educativa del Ministerio de Educación porteño. La Provincia, en tanto, incluirá por primera vez el tema en su programa de salud escolar que se llama Entorno Saludable e incluye, además, temas como higiene bucal, alimentación y vacunas. Los maestros serán capacitados en cada problemática.
“Si bien es una lucha de todo el año, marzo y abril es la época del ciclo lectivo con mayores niveles de infestación. El calor y la humedad crean el clima propicio para estos parásitos”, subraya Luis Crovetto, director de Medicina Preventiva del Ministerio de Salud bonaerense. Y agrega: “Es un problema epidemiológico mundial, que en su mayoría afecta a niños sin distinción de clases sociales”.
Hasta ahora, el tema se había tratado en forma aislada en las escuelas, en general en respuesta a pedidos de padres o de autoridades escolares. Pero ahora, las acciones serán planificadas e integrales. Maestros, padres y chicos conocerán en detalle cómo es el ciclo de vida de los piojos, cómo se alimentan, dónde se alojan, cómo se contagian, los riesgos que pueden provocar y cuáles son los tratamientos recomendados para combatirlos. Según la encuesta, al tope de los métodos elegidos está el peine fino (80%), siguen los productos químicos (56%), el vinagre (21%) y el palo amargo (24%). Los más cruentos, como el kerosene (1%), cayeron en desuso.
La batalla se hizo más difícil en la última década: estos bichos se volvieron resistentes a los productos químicos. El uso intensivo de la permetrina desarrolló poblaciones resistentes de piojos. Para matarlos hay que usar dosis 100 veces mayores que hace 10 años. Ahora, los laboratorios buscan desarrollar pediculicidas con métodos diferentes a los habituales.
MEJOR METODO: CONTROL DIA POR MEDIO
La lucha contra los piojos debe ser permanente. Aquí, los expertos consultados aportan una serie de consejos: Revisar la cabeza de los chicos cuando vuelven de la escuela y pasar el peine fino para remover las liendres al menos 3 veces por semana.
Primero hay que desenredar el pelo con un peine común y luego pasar el peine fino, también a contrapelo para garantizar un mejor desprendimiento de piojos y liendres. El vinagre de alcohol –se puede diluir con agua en partes iguales– ayuda a aflojar los bichos.
En cuanto al uso de pediculicidas, se recomienda consultar primero con el pediatra o dermatólogo infantil.
Hay que tener en cuenta que los piojos han desarrollado una fuerte resistencia a determinados compuestos, como por ejemplo la permetrina, de manera que usar un producto que lo contenga no será muy eficaz.
Los productos “mágicos” no existen. Una alternativa a los insecticidas convencionales –que siempre hay que combinar con el peine fino– son los compuestos botánicos, como los aceites esenciales de plantas aromáticas, que despiertan interés por su poder repelente e insecticida y su baja toxicidad. Pero atención: no todos los productos “naturales” son efectivos: un estudio del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (Cipein), dependiente del Conicet, que analizó 20 productos, demostró que la mera incorporación de productos naturales en un champú, loción o crema capilar, no asegura la mortalidad de los piojos.
Otra opción es utilizar un producto nuevo en el mercado (desarrollado por los biólogos del Cipein) que recubre al piojo con un film inmovilizante que seca y sella al piojo dentro de su propia coraza: en pocos minutos el bicho se deshidrata y se muere.
Los que están contraindicados son aquellos que no fueron desarrollados para humanos, como los aerosoles insecticidas o las pipetas de uso veterinario. Tampoco debe usarse kerosene ni remedios caseros como mezclas de alcohol con “algún yuyito”.
Cuando en la cabeza del nene hay baja cantidad de piojos (menos de 10) es mejor usar el peine fino. Los pediculicidas se deben emplear ante grandes cantidades de piojos, no hay que usarlos “por las dudas” o como “repelente” porque no previenen el contagio.
De nada sirve tratar sólo al chico infestado si no se revisan y tratan también, en simultáneo, sus compañeros de grado, amigos o familiares. Un buen método de control de la enfermedad es que todos los papás de los chicos de un grado (si es posible de todo el colegio) limpien de piojos la cabeza de sus hijos los mismos días de la semana, por ejemplo: todos los lunes, miércoles y viernes.
Además, como parte del tratamiento hay que lavar con agua caliente la ropa de cama y de uso personal del chico infestado. También los peines, cepillos y sujetadores del cabello.
clarin.com
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