Aún no es mayor de edad, su nombre significa Afortunada en árabe y está ingresada en un centro de trastornos alimentarios, diagnosticada de anorexia y bulimia, entre otros problemas como el abuso de alcohol y drogas. Es europea de nacimiento, aunque su familia es marroquí. Sus padres, de extracción humilde, son muy religiosos y de costumbres tradicionales, pero ella siente "todo lo contrario".
Este "choque cultural", según refieren tanto sus terapeutas como ella misma, fue uno de los motores que puso en marcha un insoportable caudal de emociones adolescentes, que empezó con una profunda tristeza y acabó arrastrándola al lugar donde ahora se encuentra. Llegó allí "engañada" por su familia y tuvo que ser "sedada" para poder ingresar.
El Instituto de Trastornos Alimentarios (ITA), una red asistencial privada especializada en bulimia y anorexia, destaca que se ha producido un notable incremento de estas patologías en la población inmigrante, debido en parte al denominado "choque o estrés por aculturación, que se produce por el esfuerzo en asimilar la cultura para minimizar las diferencias".
De acuerdo con los expertos consultados por ELMUNDO.es, la anorexia y otros trastornos alimentarios no pueden atribuirse exclusivamente al influjo sociocultural, pero parece claro que éste desempeña un papel decisivo. Un estudio ya clásico sobre el tema comparó a familias indias que habían emigrado a Inglaterra con otras de similares características que se habían quedado en su país de origen. En estas últimas, la incidencia de estas enfermedades era irrelevante, mientras que los hijos de los inmigrantes presentaban unas tasas de anorexia que se acercaban a las de los nativos ingleses.
En España, este efecto también se empieza a notar. De hecho, "ocurre en todas las partes del mundo donde se está produciendo un acceso de los inmigrantes a las clases medias. Intentan adecuarse al modelo de apariencia física de quienes ya están situados en esta clase". Así lo afirma el doctor Carlos Lupresti, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Quirón en Barcelona, quien apunta una complejidad añadida a la hora de enfrentarse a estos trastornos. "El tratamiento con los inmigrantes es exactamente el mismo, pero hay que tratar de amoldarse a la cultura del paciente y hacer un sobreesfuerzo de pedagogía con las familias. Esto se ha llamado a veces psiquiatría cultural, aunque, en realidad, se trata simplemente de sentido común".
Incomprensión familiar
El problema es que las familias no siempre entienden que se encuentran ante una grave enfermedad que precisa de un tratamiento profesional y muchas veces urgente. "Para mis padres, una persona bien alimentada era símbolo de buena salud", comenta la paciente 'afortunada' con la que se abría este reportaje. "Nunca comprendieron la enfermedad, decían que estaba loca... Para ellos el problema era el acceso a la comida, no entendían lo contrario [el rechazo a comer para estar más delgada]".
"En la medida en que estos pacientes cambian de marco cultural, tienen una mayor susceptibilidad a desarrollar estos trastornos", comenta el doctor Eduardo García-Camba, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital de La Princesa en Madrid. "Estamos viendo cosas que antes no veíamos", comenta sobre el aumento de casos en inmigrantes. "Pero hay un posible sesgo", advierte. "Antes no veíamos a estos pacientes. No es que aumente la prevalencia de trastornos psiquiátricos, sino que ahora vienen aquí y acuden a los servicios sanitarios".
"Lo que está claro", resume este experto, "es que estamos exportando el modelo de anorexia y bulimia, como también exportamos el modelo de la obesidad". En este sentido, la televisión, internet y los medios de masas han diseminado ya algunos de los valores culturales que se asocian a los trastornos alimentarios. "Muchos inmigrantes ya han vivido en sus propios países un incremento de estos trastornos. A lo mejor en sus lugares de origen no acudían al sistema sanitario y aquí sí", señala García-Camba, quien apunta a una "colonización" o "globalización" de los trastornos alimentarios.
En todo caso, desde ITA destacan que el diagnóstico en inmigrantes de estos trastornos "puede ser más difícil y complejo por la presencia de rasgos atípicos". Los expertos saben que muchos casos, sobre todo de bulimia, pasan inadvertidos y no se identifican hasta años después, por lo que insisten en la necesidad de estar prevenidos y no menospreciar los síntomas. Se trata de problemas médicos serios, y no ya de 'manías' que puedan superarse con disciplina. "Hay que explicar que, por mucho esfuerzo que se ponga, el trastorno lo supera. Cuando está avanzado, es imprescindible acudir al profesional, y en muchos casos la única solución es el ingreso", explica Lupresti.
elmundo.es
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