martes, 17 de agosto de 2010

El uso malintencionado de fármacos en niños

Seguramente, todavía esté reciente en la memoria de muchos lectores el caso de intoxicación con tranquilizantes de al menos seis bebés en una guardería de Navia (Vigo), de los que cuatro fueron ingresados en el Hospital Xeral. El uso malintencionado de fármacos o alcohol en menores es una forma de abuso, menos reconocida que el resto (negligencia, maltrato físico, psicológico o sexual o abuso emocional) pero no por ello menos frecuente y menos dañina.
De hecho, la revista 'Journal of Pediatrics' saca a la luz la forma en que muchos padres o tutores envenenan a sus hijos con medicamentos y las consecuencias de este hecho.
En el estudio, llevado a cabo por Shan Yin, de la Universidad de Colorado y del Centro de Medicamentos e Intoxicación de las Montañas Rocosas del Centro de Salud de Denver (EEUU), se revisaron los casos de intoxicación producidos entre 2000 y 2008, recogidos en el Sistema de Datos Nacionales de Envenenamiento y se incluyeron aquéllos en los que se detectó el abuso con alcohol y fármacos: analgésicos, productos contra el resfriado y la tos, sedantes, somníferos y antipsicóticos en menores.
De los 1.439 casos estudiados, en cerca del 14% el abuso con fármacos tuvo consecuencias moderadas o graves en los niños, incluida la muerte. En el 50% de los casos se administró al menos un sedante. De hecho, en 17 de los 18 fallecimientos producidos durante los años de estudio se empleó este tipo de medicación. "La media de casos anuales de abuso farmacológico ronda los 160, incluidas dos muertes", señalan los autores del ensayo.
Nada justifica esta forma de maltrato ni ninguna otra, pero al parecer, los motivos que esgrimen los científicos estadounidenses van desde el castigo, la diversión o el deseo de acabar con las responsabilidades familiares. "Los resultados ponen de relieve un problema grave. La administración malintencionada de fármacos debería considerarse como una forma importante de abuso infantil", afirma el director de la investigación.
Este experto recuerda que "cada vez que un adulto está dando un medicamento con otro propósito que no sea para lo que está expresamente indicado se corre el riesgo de dañar al menor".
Tanto él como su equipo reconocen que hay casos en los que los padres hacen uso de productos simplemente para calmar al niño, pero las "consecuencias pueden ser igualmente desastrosas". Aclaran también que uno de los defectos de los progenitores es pensar que un medicamento que se vende sin receta no puede ocasionar efectos secundarios graves.
Dado que se trata de un problema más frecuente de lo sospechado y teniendo en cuenta las consecuencias del mismo, el equipo investigador defiende que se "modifiquen las guías de malos tratos infantiles para incluir el uso malintencionado de medicamentos como otra forma de abuso".
Solicitan, además, que tanto pediatras como médicos de Urgencias tengan en mente su existencia para en caso de sospecha se realicen test de fármacos a los pequeños.

elmundo.es

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