viernes, 11 de septiembre de 2009

Se encadenó para reclamar su trabajo


Roberto Méndez consiguió por las malas lo que venía intentando desde hacía tres meses por las buenas. Este chofer montevideano se había postulado a un concurso municipal entre 16.000 postulantes. Pese a ser uno de los 30 ganadores, no pudo empezar a trabajar: le exigían que bajara más de 20 kilos.
Cansado de esperar, ayer a la mañana tomó una decisión extrema: encadenarse frente a la intendencia. Ante la mirada absorta de los peatones –y la oportuna rapidez de las cámaras– un funcionario solucionó la insólita situación en 15 minutos.Casado y con dos hijos, Roberto tiene 33 años y desde hace cinco está habilitado para conducir autos, camiones y ómnibus.
Es su ocupación actual: maneja un taxi y el micro oficial de Deportivo Juventud de las Piedras, un club de la divisional B charrúa. El sueldo de chofer de camión recolector, sin embargo, le permitiría reordenar sus finanzas y su agenda diaria. Pero no fue sencillo. Después de ganar el concurso, él y su compañero Jorge Walker acordaron con el director de Recursos Humanos de la intendencia, Pablo Anzalone, que en junio ingresarían “condicionados por seis meses” dado que excedían el peso máximo requerido.
Sin embargo, en julio les dijeron que debían seguir esperando. Roberto estaba en 110 kilos (bajó 22 en dos meses), pero Jorge había alcanzado los 93,600 exigidos. Tras dos meses de espera, Roberto se cansó y exhibió su situación.
Después de la reunión posencadenamiento, Anzalone explicó que el límite a la masa corporal se fija “en dos o tres concursos, por el tipo de tareas a desempeñar. Pasados ciertos límites, puede afectar el desempeño de funcionarios como conductores o inspectores de tránsito”. El directivo reconoció que Walker y Méndez “habían hecho un esfuerzo, pero no llegaron a los límites planteados”. Su ingreso, aclaró, está condicionado a que pasen los controles de salud.
Los Gordos Organizados del Uruguay (GOU) criticaron esos requisitos. Luis Cherro, su presidente, recordó que “hace un par de días el intendente, Ricardo Ehrlich, dijo que jamás se discriminaría a un gordo durante su gestión, pero son frases para la tribuna. O pensó que los uruguayos somos todos rubios de ojos celestes”. No es el caso de Roberto, quien antes de encadenarse escuchó una frase conmovedora de su hijo mayor: “Papá, nadie te quiere, pero yo te quiero”. Eso le hizo pensar que “acá hay muchos tránsfugas, gordos o flacos, que no quieren laburar. Yo tuve que exponerme de esta forma para obtener un laburo decente, que me gané en buena ley y por concurso”.
En el Uruguay, informó el diario El País, la obesidad constituye el primer factor de riesgo para la salud: “El 60% de la población tiene sobrepeso o es lisa y llanamente obesa”. En este sentido, Cherro opinó: “Como no somos todos iguales, no se pueden hacer políticas uniformes. Nos discriminan a nivel social, laboral, la ropa es más cara…
Hay un entorno que no está no preparado para entender que la obesidad es el mayor problema de salud pública del siglo XXI”. En efecto, Jorge debió someterse a una dieta muy exigente: se desmayó, le bajó la presión y varias veces se sintió mal por la ansiedad por no comer. “Nuestros médicos nos decían que era un dispararte, cada uno tiene su tiempo para bajar de peso”, recordó Cherro.
El GOU espera para este año la aprobación de una ley de obesidad en el Uruguay, donde por ahora los comercios sólo están obligados a vender ropa de todos los talles.
criticadigital.com

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