miércoles, 16 de septiembre de 2009

Recién casados... recién deprimidos


ISABEL F. LANTIGUA

MADRID.- Si algo tiene claro Héctor es que quiere a su pareja, flamante esposa desde hace un mes. No lo duda un segundo. Por eso no entiende por qué se siente apático, triste, angustiado desde que se dieron el 'sí quiero' en el altar. Lo único que espera es que esta falta de ánimo, a la que no encuentra explicación, se le pase pronto, para poder empezar a disfrutar del matrimonio. Su caso no es único. Según los expertos, el estado de pesadumbre tras la boda es más o menos común y suele darse en personas "un poco inmaduras".

"No es algo patológico, sino una reacción emocional que vemos bastante en consulta, pero nada grave", reconoce a elmundo.es Jesús de la Gándara, psiquiatra y jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos. "Algunos recién casados sienten miedo por el paso que acaban de dar y no asumen esta vinculación con su pareja", señala. "Sabemos que hay personas que no tienen capacidad para llegar a un verdadero grado de compromiso. El por qué les pasa es un misterio", añade este experto.

Curiosamente, este 'bajón postboda' se da con mayor frecuencia en aquellas parejas que ya llevaban años conviviendo y el único cambio al que se enfrentan es a la firma de un papel que avala su nuevo estado civil. Ésta es la situación de Héctor. Tras siete años compartiendo techo, intimidad y rutinas domésticas con su chica, decidieron sellar su compromiso este verano. Fue un día feliz, pero tan sólo 24 horas después el humor de él empezó a cambiar. ¿Por qué? Él no lo sabe. Gándara apunta una posible explicación: "Se trata de una conjunción de varios factores, pero fundamentalmente esconde un sentimiento de miedo a la pérdida de libertades y dificultades para aceptar el compromiso para toda la vida".

El 'bajón' tras la boda se da con mayor frecuencia en aquellas parejas que llevan años conviviendo


La relación de pareja tiene unas fases bien conocidas. Primero se da la etapa del enamoramiento inicial, que dura unos tres años y es la fase platónica, la del deseo, en la que la hormona más activa es la dopamina -relacionada con el placer-. Le sigue lo que Eduard Punset denomina la 'fase de construcción del nido', que incluye "asumir una cierta responsabilidad, la negociación de las libertades individuales y comprometerse más con la pareja", según explica el psiquiatra, y la hormona oxitocina gana protagonismo, por encima de la dopamina. Es en este periodo en el que pueden surgir problemas, ya que "todos estos acuerdos a los que hay que llegar no son verbalizados, sino que es una cuestión de actitud, del día a día y ambos tienen que ceder en algún aspecto", indica.

Si esta última fase no está bien asentada, dar el paso hacia el matrimonio puede no ser una buena idea. "Hay que pensárselo mucho antes y analizar si realmente el compañero sentimental es la persona ideal para compartir la vida, por mucho cariño que exista", aconseja el especialista, quien considera que si no se está muy seguro, lo más probable es que la pareja dure poco tiempo casada".

Los datos corroboran esta idea. Según la información sobre divorcios recopilada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), de 2006 a 2007 -últimas cifras disponibles- las únicas separaciones que aumentaron se dieron en aquellas parejas que no llevaban ni un año casadas, con un incremento de un 15,9% respecto al año anterior. Mientras los divorcios en todas las demás circunstancias descendieron, las rupturas en el primer año son una tendencia en aumento.

Idealización y realidad

Marta, de 29 años y felizmente casada desde hace cuatro, reconoce que al principio "no todo es tan bonito como lo pintan". El problema, cree, es que ocurre todo muy rápido y hay un momento en el que tienes que asumir la situación. "Estás un año preparando la boda y casi todo tu tiempo gira en torno a ella. Después llega el día y, justo a continuación, te vas de viaje de novios. Así que cuando vuelves de la luna de miel te paras y piensas: 'Bueno, y ahora ¿qué?', recuerda esta madrileña.

Sin embargo, manda un mensaje tranquilizador a los novios que estén pensando en formalizar su relación. "El estado de inquietud dura poco, sólo unos días, hasta que te acostumbras a tu nueva vida", dice Marta, que no se arrepiente de su decisión y ya está pensando en los niños. "Hablando con otras amigas casadas hemos descubierto que a todas nos pasó lo mismo, que casi nos fuimos llorando de nuestras casas para empezar la nueva etapa", afirma. Algo que corroboran Alejandra y Ana, casadas desde hace dos y un año, respectivamente.

"Pienso que es normal, porque aunque comienzas algo que te hace mucha ilusión, también dejas atrás muchas cosas y da un poco de pena", añade Marta. Otro aspecto importante, que influye en el estado de ánimo después de la boda, es que el enlace no salga según lo previsto. "En ocasiones existe una diferencia muy importante entre cómo imaginamos ese día y cómo es realmente", dice Jesús de la Gándara. Algo en lo que coinciden las tres amigas. "La mayoría tenemos idealizado el día de nuestra boda y todo lo que gira en torno a ese evento y la realidad, por muy buena que sea, nunca será igual que nuestra imaginación", sentencian.

Separaciones de verano

Todos los informes señalan, año tras año, que las vacaciones son catastróficas para los matrimonios, pues en la época estival aumenta el tiempo que los cónyuges pasan juntos y, también, las discusiones. Por eso es durante estos meses cuando los juzgados reciben el mayor número de peticiones de divorcio. Sin embargo, esta influencia negativa de las vacaciones en la pareja es aplicable sólo a aquellos matrimonios que hace tiempo que se prometieron amor para toda la vida. En los recién casados, esta estación tiene el efecto contrario.

"El estado de inquietud es normal, porque tienes que asumir una nueva situación, pero se va en unos días"


"Cuando uno da el paso, lo que desea los primeros meses es disfrutar de la compañía de su recién estrenado marido (o mujer) y hacer planes juntos. Por eso el verano es una buena época para casarse. Además del sol casi garantizado, se dispone de más tiempo para pasar en pareja", afirman las tres amigas casadas, que eligieron esta época para sellar sus compromisos.

Según Jesús de la Gándara, "el problema surge en aquellas parejas que están acostumbradas a pasar poco tiempo bajo el mismo techo, por sus respectivos trabajos, y que cuando llegan las vacaciones casi tienen que aprender a convivir de nuevo. Es entonces cuando surgen las peleas y las 'diferencias irreconciliables'", explica.

De momento, Ana, Marta y Alejandra son felices y disfrutan de las vacaciones en compañía de sus maridos. Héctor espera cambiar pronto el chip y ser igual de feliz con su mujer.

elmundo.es

2 comentarios:

Anónimo dijo...

saludos

Anónimo dijo...

solucionen sus diferencia en sana paz invocando el nombre de NUETRO SEÑOR JESUCRISTO que el todo lo puede y tener FE' QUE DIOS ES EL QUE NO DA LA VICTORIA PARA LA GLORIA Y LA HONRA DE DIOS EL SEÑOR ME LOS BENDIGAS