jueves, 7 de abril de 2011

Chau brecha generacional


La diferencia de edad es el último tabú, el límite final. Es muy poderoso porque es el único tabú que sobrevive y ha reemplazado a todos los demás. En el mundo moderno se puede ser swinger, bi, trans o sadomasoquista, pero está prohibido ser viejo”. Las palabras de Michel Houellebecq desnudan el prejuicio más arraigado en la sociedad moderna. Un mundo decidido a detener el paso del tiempo y las marcas corporales que el transcurrir de los años marcan sobre la piel.
La ciencia ha permitido modificar aquello que parecía irremediable. Desde postergar los plazos de la maternidad, hasta lograr una apariencia juvenil mucho tiempo después de abandonada la juventud. Y no sólo la ciencia. También la industria de la cosmética y la moda saben que “vejez” es una mala palabra.
El concepto de “edad” se ha transformado. El límite a partir del cual se comienza a ser adulto o anciano se ha vuelto difuso. “Los cincuenta son los nuevos cuarenta”, describe el slogan norteamericano para hablar del flamante corrimiento de una década en el tiempo de la madurez. Estrategia que permite que divas como Madonna o Sharon Stone sigan dentro del Olimpo de los íconos sexuales.
Las generaciones solo se constatan en las partidas de nacimiento. Ningún rastro en la anatomía permite discenir a ciencia cierta un parentesco. En la línea de la filiación, abuelos, padres e hijos pueden ser parte del mismo espacio temporal con la ilusión de ser coetáneos.
NOTICIAS reunió a un grupo de especialistas para hablar de los “trans-etarios”, la nueva categoría creada por los profesionales para hablar de la “gente sin edad”, aquella cuya apariencia, hábitos y pensamientos coinciden, aunque la cronología los haya hecho nacer en tiempos diferentes.
Historias. La escasa diferencia de edad entre Rocco (10), el hijo de Marcela Tinayre y Marcos Gastaldi y Ámbar (7), la primera hija de Juana Viale; impedirían sospechar a un desconocido que ambos son tío y sobrina. Con 32 años de diferencia, Marcela (60) y Juana (28) fueron madres en la misma época y protagonizaron, casi al unísono, separaciones, reencuentros y escándalos mediáticos.
Milagros de la cirugía estética, Susana Giménez (66) logra acercarse cada vez más a su hija, Mercedes Sarrabayrouse (47), vírgen de operaciones y envejecida por las constantes crisis de su matrimonio con Eduardo Celasco. Como siempre, la diva aterrizó este verano en Punta del Este con flamante retoque de papada y nueva liposucción, dispuesta a ahorrarle trabajo a los expertos en photoshop. No sólo se la ve casi tan joven como a su hija, también luce más contenta y con más vigor. Y Mercedes es la compinche ideal de sus conquistas y romances.
La experiencia de las famosas puede ser un espejo para reflejar lo que pasa en la sociedad. “De forma similar a lo que sucedió con el sexo, los límites de la edad se volvieron más laxos”, explica Ricardo Iacub, psicólogo especializado en mediana edad y vejez. “Como se habla de ‘unisex’, podríamos referirnos al fenómeno como ‘uni-age’. La edad no define a las personas, sino los proyectos individuales. También solemos llamarlos ‘trans-etarios’, gente que no vive según las expectativas que existen para su edad”. Los trans-etarios parecen haber perdido la referencia que los ata a una variable biológica. Se aferran a la juventud y son mucho más jóvenes que los adultos de antes. “Desde cierto punto de vista es muy positivo. Eso supone que la vejez está cada vez menos estigmatizada”, asegura Iacub.
El sociólogo canadiense Stephen Katz habla de “envejecimiento positivo”. Según él, la mediana edad se prolongó y las etapas de la vida –universidad, casamiento, hijos- perdieron rigidez. Para él es un serio error considerar que la estetización de la edad madura es negativa. Por el contrario, “no se trata de resistir el paso del tiempo, sino de invertir en sí mismo”.
Intereses comunes. Araceli González (43) y su hija, Florencia Torrente (22), compartieron el raro privilegio de cruzarse sobre la pasarela. Ícono nacional de belleza (y sin ninguna clase de cirugía en su rostro), Araceli todavía realiza campañas de moda, mientras su hija vive de la profesión de modelo desde hace algunos años. Imposible sospechar su parentesco. Como dos caras de una misma moneda lucen y se comportan como si tuvieran casi la misma edad.
Esta comunidad de intereses ya es un signo de la época. Los adolescentes comparten con sus padres hábitos, ropa, música, películas y juegos. Un estudio publicado por la oficina de investigaciones de Turner, para sus canales Cartoon Network y Bumerang, llamó al fenómeno “age blurring”, que podría traducirse como “desdibujamiento de los límites”. La expresión da cuenta de esta indiferenciación por la cual padres e hijos se parecen cada vez más.
Las chicas usan los tacos y el maquillaje de las madres, en un acelerado crecimiento. Los varones acompañan a sus padres al recital de Paul McCartney y luego, les enseñan los últimos trucos de los videojuegos.
Niños adultos y adultos niños (“kidults” les llama el estudio). Chicos que crecen antes de tiempo y hombres y mujeres que siguen con sus costumbres adolescentes aún pasados los 30 años: van a bailar, viven con sus padres, no tienen relaciones de pareja estables y adoran divertirse en grupo.
Estos nuevos padres abogan por una educación que los acerque a sus hijos, lejos del modelo de crianza en que crecieron. Creen en una relación democrática dentro de su hogar y prefieren la amistad a una relación autoritaria. Son confidentes de sus hijos y no dudan en compartir con ellos el relato de sus vidas. Los roles en el hogar se alejan cada vez más de los tradicionales hasta el punto en que ya no queda claro quién toma las decisiones en la casa.
Intervenciones. Parece un chiste que Daniela Cardone (46) confiese que va a ser abuela. Su hija, Brenda Gandini (26), espera un hijo de Gonzalo Heredia. Madre a muy temprana edad, Cardone es el ejemplo más acabado de la “trans-edad”. Entusiasmada con su nuevo metier -es DJ en importantes boliches de la ciudad- siempre fue una fanática de las cirugías estéticas. Desde muy joven, además de operarse las lolas, se hizo retoques en los labios, los ojos y la cara. Hoy, la cuenta de sus intervenciones es innumerable. La última que se filtró a la prensa fue un levantamiento de la cola con hilos tensores, aunque ella nunca lo confirmó. Según rumores, alguna vez le recomendó a su hija que se pusiera siliconas porque “nadie respeta a las mujeres sin tetas”.
“La cultura de la resignación con respecto al cuerpo está cediendo paso a un deseo de control, una lucha sin fin contra el tiempo y la naturaleza”, escribe Giles Lipovetsky en su artículo “Un futuro para el bello sexo”. El cuerpo intervenido, dócil y campo de modificaciones permanentes reafirma, sobre todo a las mujeres, en la idea de que la belleza no es un destino sino una tarea a emprender.
“Después de los 40, las mujeres tienen el cuerpo que se merecen. Si se han cuidado, mantienen el peso y se operan, van a estar mejor que si no lo hacen”, opina el cirujano plástico Alberto Rancati. A las operaciones anti-age tradicionales (ver infografía); en los últimos años, los tratamientos no invasivos sumaron recursos para disminuirle edad a la imagen con menor sufrimiento.
“La última estadística de la Sociedad Americana de Cirugía Plástica demuestra que en los últimos 12 años, los procedimientos quirúrgicos aumentaron un 50% pero los procedimientos no quirúgicos aumentaron un 740%, los liftings bajaron un 5% y las blefanoplastías un 5,8%. Hay más alternativas, menos tiempo de recuperación y menos riesgo de complicaciones”, explica Rancati.
A estos recursos hay que agregarle el inmenso arsenal de la industria cosmética, empeñada en una constante investigación.”Los últimos adelantos de L’Oreal”, explica Eleonora Kaplan, Relaciones Públicas de L’Oreal París, “se encaminan a estimular la acción de los ‘lifters’ naturales de la piel para lograr más firmeza. También lanzaremos la tecnología Pro Gen, que actúa sobre los genes”.
Una mujer de más de 40 años puede invertir entre US$ 5.000 y US$ 10.000 anuales en intervenciones, productos, spas y salones de belleza para mantenerse con una apariencia 10 años menor. Pero en la era de la “trans-edad”, esa inversión es el recurso más seguro para mantenerse en “circulación”.
Salud. La medicina preventiva ha contribuido, indirectamente, a echar leña al fuego de la obsesión con la edad. Y la cuestión del peso suele ser el principal motivo de consulta a médicos clínicos y nutricionistas, aún cuando los pacientes no presenten un extra de kilos peligrosos. “En los últimos tiempos se incrementó la consulta de mujeres de más de 40 años”, cuenta la nutricionista Romina de Cabo. “La mayoría quiere pesar lo mismo que 10 años atrás. Lo que las ayuda a verse mejor es combinar una buena alimentación con actividad física, 8 horas de sueño diario y poco estrés”. La comparación con sus hijas y la pretensión de una silueta más joven también se observa en los gimnasios. “Los beneficios de hacer actividad física son enormes”, explica el deportólogo José Ghergo “Si se estimula la fuerza muscular es más fácil bajar de peso. Las mujeres observan que una breve inversión de tiempo diario les permite obtener excelentes resultados”. Tal vez la moda sea el terreno donde resulta más palpable el fenómeno de la abolición de la edad. Madres e hijas, padres e hijos, consumen prendas de las mismas marcas, intercambian modelos y aspiran a verse iguales. Delfina Frers usa el pelo tan largo como su hija, Delfina Blaquier, y conserva el flequillo de su adolescencia. Susana Giménez hace topless por la mañana y circula en calzas por la noche. Reemplazar la vieja ropa y mantenerse al día con las tendencias es la clave para verse siempre joven. Y los cuerpos trabajados durante horas en los gimnasios soportan mucho más las prendas juveniles de lo que lo hacían tres décadas atrás. Lo real es que el look debe ser planeado una vez que se cruza la frontera de los 40. Pero los transetarios tienen todo tiempo y el poder económico para crearse una imagen impecable. Y cuando no saben qué ponerse, allí tienen a sus hijos como inspiración.
Con una expectativa de vida que en la Argentina ronda los 78 años, es lógico que la mediana edad todavía pueda vivirse como una prolongada adolescencia, aunque el esfuerzo por mantener la belleza exija invertir cada vez más energía y más tiempo.
revista-noticias.com.ar

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