lunes, 4 de abril de 2011

Los misterios del orgasmo


Por Juan Yesnik
RevistaOhlala.com

Existe un momento, apenas, promedio, unos 10 segundos, en el que el cuerpo logra liberarse de una manera descontrolada. Es el resultado de la excitación sexual; el instante previo a la tensión muscular y a la congestión sanguínea en la zona pélvica y la conexión con el más allá. Imaginemos una pava calentándose en la hornalla. Así como cuando el agua alcanza la temperatura necesaria para hervir, el cuerpo llega al clímax ideal y encuentra el orgasmo. En ese momento, como con la precisión de un reloj suizo, cientos de descargas musculares que comienzan en la zona genital se conectan con el resto del cuerpo y marcan la hora. Es el gong del placer, la campana que anuncia la recompensa por la entrega. Es la cita más deseada con la plenitud.

Cada uno podrá definirlo acorde a su experiencia o sensación corporal y emocional. Aunque resulta difícil definirlo con palabras, encontrar la mejor definición tal vez puede ser un buen ejercicio para conocer algo más de lo que nos da placer o de lo que realmente buscamos. Estarán quienes creen saberlo todo, los que supongan tener una definición limitada o incompleta e, incluso, los que no sepan de qué estamos hablando. Por lo pronto, intentemos dejar la ansiedad y las exigencias de lado. Si hay una contraseña para develar los misterios del orgasmo, esa es: "relájate y goza". A la que, como segunda clave de acceso, deberíamos sumar: "Conócete a tí mismo". Hoy vamos a intentar hablar del orgasmo femenino (la semana que viene nos ocuparemos del hombre; aunque, claro está que esta nota requiere de la atención de ambos sexos).

En un principio algo anticipamos a propósito de ¿Qué es un orgasmo?. El resto dependerá de la búsqueda en la experiencia y la definición a la que llegue cada quien. La pregunta que sigue es: ¿Cómo se llega y cuántos tipos de orgasmos hay? Lo cierto es que hay sólo un tipo de orgasmo. Lo que existen son diversas maneras de alcanzarlo. Los distintos caminos dependen de la zona de estimulación que se prefiera: clítoris o "punto G" (una zona de tejido diferente al del resto de la mucosa vaginal. El clítoris no es sólo la parte externa visible, sino que sus raíces se prolongan hasta la entrada de la vagina detrás de los labios mayores y menores), los pezones, el monte de Venus, etc., etc. (los "etcétera" también los completa cada quien).

A diferencia de lo que muchos creen, el orgasmo no depende exclusivamente de la penetración (es más, el "orgasmo por coito" llega a causa de la fricción del miembro en la zona del clítoris o del tacto o la auto-estimulación en la zona mientras ocurre la penetración).

El orgasmo es tacto y contacto y, en algunos casos, sólo alcanza con la mente. En 1992, se confirmó a través de una medición en laboratorio que las mujeres pueden alcanzar el orgasmo con sólo concentrarse en alguna
fantasía sexual preferida. A no deprimirse, aún son minoría las que llegan a semejantes extremos de creatividad.

Con lo expuesto hasta ahora, ya sea con el poder de la mente o del tacto por sobre las zonas erógenas, no es que se trate de promover exclusivamente la práctica de la autosatisfacción. Por el contrario. El encuentro implica y ofrece mucho más que el autoerotismo. El vínculo de "amor y placer responsable" (ese en el que se habla, se busca, se comparte.) permite alcanzar otros niveles o escalas de satisfacción. Claro está que cada quien hace lo que quiere y/o lo que puede; aunque siempre se invita a practicar la comunicación y a promover el encuentro como fuente de placer. Un buen orgasmo también necesita de besos, caricias, abrazos..

Hablando de contacto y calidad en el vínculo, la pregunta que seguiría es: ¿La mujer puede simular un orgasmo? Claro que sí. De hecho, este es uno de los recursos que forma parte de
"las mentiras del sexo" . Si bien en muchos casos las alivia o las aleja de situaciones de presión o desgano, en definitiva, la continua simulación da cuenta de que algo de la vida sexual y afectiva no está funcionando como se necesita. El orgasmo es un derecho y no una obligación. Quien finge en forma reiterada es porque está negando su derecho, se está "esclavizando" y promoviendo futuros cuadros de anorgasmia (la imposibilidad de llegar al orgasmo, de lo que hemos hablado reiteradas veces al abordar los distintos trastornos sexuales ).

En la escala de supremacía, vendrá la pregunta casi obsesiva o exigente: ¿Cuántos orgasmos se recomiendan o se pueden tener? Ante todo es necesario recordar que así como cada quien es dueño de sus deseos y posibilidades, también se es dueño de los tiempos, estilos y cantidades. Cada mujer sabe cuántos y en qué circunstancias suele ocurrir la "bendita llegada". A diferencia del varón, algunas mujeres tienen la posibilidad de obtener múltiples producciones, tanta cantidad de orgasmos así como cuanto dure el juego. Si de algo hay que estar seguro es que, como suele decirse en tantos otros órdenes de la vida, la cantidad no hace a la calidad o la intensidad del placer al que se pueda llegar.

Y en materia de encuentros y de preguntas perfeccionistas, estarán quienes quieran saber: ¿Cómo lograr el orgasmo simultáneo, cómo llegar juntos al momento de máximo placer? No es condición fundamental ni habla mejor o peor de cada pareja. Seguramente, si hay entrega, comunicación y búsqueda responsable y creativa, todo puede ocurrir. Para las mujeres que creen no haber llegado al orgasmo o padecen de este trastorno, demás está la saludable y fundamental sugerencia de hablar ante todo con sus parejas y consultar al profesional responsable. La semana que viene, hablamos del orgasmo masculino.

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