sábado, 9 de abril de 2011

La etiqueta del avión: ¿Quién se queda con el apoyabrazos?


Por Scott McCartney
En qué lugar sino en un avión la gente se ve obligada a estar amontonada en un espacio muy pequeño, donde tiene que compartir aire que circula varias veces por la misma cabina y soportar conductas inapropiadas? Una persona se recuesta e invade a otra, la barriga o las piernas largas de su vecino se extienden hacia el espacio por el que usted pagó y el olor de los anillos de cebolla de un pasajero invade una fila entera de asientos.
El estrés, la fatiga, el poco aire y la necesidad de estirarse sacan a flote los malos modales de muchos. Los viajeros hacen cosas que nunca harían en su casa o en su oficina. Chocan codos con extraños para quedarse con el apoyabrazos del asiento o extienden las piernas para acaparar la mayor cantidad de espacio posible.
Padres frustrados y resignados miran con resignación mientras sus hijos patean asientos o golpean las mesitas. Los que se entretienen con videojuegos o quienes escuchan música suben el volumen sin pensar que quienes están alrededor de ellos no tienen más remedio que escuchar también el sonido de su aparatos.
Para algunos, el empeoramiento de los modales entre los pasajeros coincide con un declive en la atención al cliente y la comodidad que ofrecen las aerolíneas y un aumento en lo que cobran. Al reducir el espacio entre los asientos, ocupar con más frecuencia las sillas del medio y sustituir servicios con gastos, las aerolíneas han ayudado a sacar lo peor de los viajeros.
"En primer lugar, usted está amontonado de una manera que no debiera. Estresado, muchas veces con prisa, cansado, con hambre, con sed y aburrido. Nada de eso conduce a que se pueda llevar bien con extraños en un espacio reducido", dice Anna Post, experta en etiqueta del Instituto Emily Post y una viajera frecuente.
Los expertos en el tema —viajeros frecuentes, líderes de la industria de la aviación, auxiliares de vuelo y los entendidos en ética y etiqueta— no siempre coinciden en la mejor forma de lidiar con los agravios a bordo.
La tolerancia para las intrusiones varía. Algunos viajeros veteranos han adoptado la decisión de patear si las piernas de alguien invaden el espacio previsto para las suyas. Otros dicen que los viajeros deberían tener más tolerancia por las personas con piernas largas que no caben en el espacio estrecho.
"Pienso que muchos viajeros frecuentes asumen un tono más conciliador. 'Estamos en esto juntos por X número de horas y tenemos que tratar de que funcione'", dice James Versper, un viajero frecuente de nivel platino de Delta Air Lines y de US Airways.
Y dado que las aerolíneas están llenando sus aviones más que nunca con pasajeros, el viajero frecuente Ron Goodenow tiene una sugerencia. "Pienso que sería buenísimo que una aerolínea, como parte de sus avisos previos al vuelo, dijera algo como: 'tenenos un vuelo muy lleno hoy, por favor sea amable con sus vecinos'".
Está en el asiento del medio con dos extraños. ¿Quién se queda con el apoyabrazos?
Anne Lowe, auxiliar de vuelo:
"Los pasajeros en el pasillo y la ventana tienen la opción de inclinarse hacia sus lados con un descansabrazos. El pobre que le tocó en el medio ya tiene que sufrir lo suficiente, así que como premio de consolación se queda con los dos apoyabrazos.
James Vesper, viajero frecuente:
"El del medio se queda con los dos apoyabrazos".
Anna Post, experta en etiqueta:
"No hay un ganador innato . Si estoy en el medio, trato de tomar uno. Los dos descansabrazos no son para el viajero del medio durante toda la duración del vuelo".
Richard Wishner, viajero frecuente:
"Comparta. El que sea más alto o pesado toma la parte delantera".
¿Reclina el asiento o no?
Lowe:
"Cada vez más personas deciden no reclinar en consideración con sus compañeros de viaje. Si alguien reclina el asiento y usted no puede hacer su trabajo, puede pedirle que ajuste el espaldar. Espere una mirada matadora y un chance de 50% de lograr su objetivo".
Gordon Bethune, ex presidente ejecutivo de Continental Airlines:
"Reclinar es un derecho".
Thom McDaniel, auxiliar de vuelo:
"Tiene el derecho a reclinar, pero sería un gesto amable si revisa si el de atrás tiene su computadora abierta o algo que se puede derramar. Si decide reclinar el asiento, hágalo despacio o hasta la mitad".
Wishner:
"Ponga sus rodillas en el espaldar del asiento de enfrente".
Está en la ventana y los dos extraños en el medio y el pasillo están dormidos. Tiene ganas de ir al baño.
Ron Goodenow, viajero frecuente:
"Aguanto lo más que pueda y golpeo suavemente el hombro del que está al lado. Nunca he tenido problemas ni me han mirado mal por eso".
Bethune:
"Vaya al baño y diga 'perdón' al pasar".
Post:
"Toque el hombro en lugar de la pierna o la mano. Algunas veces con sólo desabrocharse el cinturón ya despierta a sus vecinos. Lo que no es aceptable es pararse cada 20 minutos".
Wishner:
"Pase por encima de ellos".
Está en un vuelo largo, en un avión lleno y niños empiezan a llorar y a golpear asientos.
Lowe:
"Dígale algo a la mamá o el papá. Si esto no funciona, hable con la auxiliar de vuelo".
Marion Blakey, ex directora de la Dirección Federal de Aviación de EE.UU:
"Observé a una auxiliar de vuelo manejar esto hábilmente diciendo 'detestaría sacarte del avión'. No hubo una patada más".
Wishner:
"Suba el volumen de sus audífonos".
Post:
"No es recomendable corregir a los niños de otros. Pida lo que necesita, pero en un buen tono. No querrá ponerse a pelear con los padres".
Alguien alto se sienta a su lado y abre las rodillas invadiendo su espacio.
McDaniel:
"Usted tiene derecho al espacio que hay entre los apoyabrazos en el puesto que compró, así que si alguien le quita espacio, debería decir algo".
Wishner:
"Tire algo al piso. Cuando se agache a recogerlo, reclame el espacio perdido".
Bethune:
"Gentilmente empuje al invasor".
Kirk Hanson, profesor de ética:
"Nadie tiene la culpa de ser alto. Una conversación franca cuando todos se sienten es muy efectiva para que todos se acomoden".
Su vecino lleva comida con un olor intenso y empieza a masticar a su lado.
Lowe:
"No hay mucho que pueda hacer una vez que la persona empieza a comer".
Goodenow, viajero frecuente:
"Mi solución es subir el volumen de mi MP3 y encogerme mirando a la ventana hasta que se acabe, rezando para que mi ropa escape al olor".
Blakey:
"Básicamente tiene que aguantar, a menos de que lo salpique".
Post:
"Puede ser burdo, pero el daño está hecho. No le puede decir a alguien que no puede comer".
Nota: Las respuestas fueron editadas y condensadas.
wsj.com

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