miércoles, 13 de abril de 2011

Falta de sueño aumenta reactividad emocional: científicos de la UNAM


Emir Olivares Alonso
México, DF. Investigadores de la UNAM demostraron por primera vez que la privación del sueño aumenta la reactividad emocional.
Se trata de un estudio único en el que se estudió por primera ocasión el efecto de la privación de sueño de Movimientos Oculares Rápidos (MOR) en la modulación emocional de los seres humanos.
Los universitarios concluyeron que la reactividad a estímulos emocionales se incrementa en ausencia de dicha etapa, explicó María Corsi Cabrera, especialista de la Facultad de Sicología de la UNAM, entidad donde se realizó esta investigación precursora.
Se conoce que durante esta fase —que tiene lugar varias veces durante el sueño y que usualmente ocupa la cuarta parte del tiempo que duerme una persona—, la actividad cerebral se vuelve rápida, el tono muscular disminuye, comienzan los movimientos oculares y se reprocesa la información emocional.
El equipo de investigación intentó responder una pregunta: ¿qué pasa si no se llega a este estadio?
Para llevar a cabo esta investigación, se tomó a un grupo de 19 individuos para someterlos a un proceso de privación selectiva —es decir, se les permitió llegar a todas las etapas del sueño, menos a la MOR—, con la finalidad de determinar los efectos de esta carencia en la reactividad emocional, reacción crucial a la hora de establecer relaciones interpersonales, laborales y cotidianas.

El proyecto, realizado en conjunto con la Universidad McGill de Montreal, Canadá, consistió en hacer que un grupo de voluntarios durmiera cuatro noches en un laboratorio, mientras que por las tardes se les pidió que realizaran una tarea específica dentro de un resonador, con la finalidad de analizar su actividad cerebral antes y después de la privación del sueño MOR.
“La primera velada era para que se adaptaran a las condiciones de registro (electrodos, cama y ambiente); la segunda fue tomada como línea base para que lograran un sueño habitual; en la tercera fueron privados de la fase MOR, y la cuarta fue para que se recuperaran”.

Como contraparte, se creó un grupo control con individuos que eran despertados el mismo número de veces que los del otro grupo, pero nunca en la fase MOR, aclaró. 

La prueba a realizar durante las tardes consistía en ver imágenes dentro de un dispositivo de resonancia magnética funcional, o resonador, que mide la actividad metabólica cerebral. “Las fotografías iban desde un hombre que apunta al observador con una pistola, hasta un bebé.
Dentro del aparato, los individuos tenían dos botones, uno para disparar si se sentían amenazados por lo que veían, y otro que oprimían si no percibían peligro. Esta actividad se realizaba entre las 17 y las 19 horas, antes de ir a la cama”.
Poco después, al dormir en el laboratorio, si en la polisomnografía de los voluntarios había indicios de fase MOR, eran despertados y se les mantenía así durante dos minutos, para evitar que regresaran a esta etapa del sueño.
La segunda vez que los sujetos de control realizaron la tarea, tras las interrupciones de sueño, mantuvieron el mismo nivel de reactividad. Su respuesta era estable y la activación cerebral al tomar una decisión, disminuyó.
Sin embargo, en los sujetos privados de sueño MOR aumentó significativamente el número de disparos y también la activación cerebral, tanto al comparar estos datos con los de su sesión anterior, como al cotejarlos con los del grupo de control.
Lo que indican los resultados, destacó, es que la reactividad a estímulos emocionales aumenta si una persona no ha tenido el sueño MOR necesario durante una noche; además, la actividad cerebral metabólica se incrementa.
Sin embargo, se desconoce qué pasaría si esta situación se prolonga. “Estos resultados son consistentes con estudios realizados en los años 70 con animales.
En ratas se demostró que si se les privaba de esa misma etapa de sueño, eran más agresivas y atacaban a sus compañeras, pero hasta ahora no se había hecho nada similar con humanos”.
La especialista detalló que durante el sueño MOR, el cerebro experimenta una gran activación de origen endógeno, es decir, no provocada por estímulos. Además, se activan áreas del sistema límbico (parte involucrada con la emoción).
Al respecto, Corsi Cabrera señaló que las experiencias recogidas sugieren que, durante el sueño MOR, hay un reprocesamiento de la información emocional, pues si se priva a un individuo de esta etapa, al día siguiente se incrementa su reactividad y el cerebro requiere igual o mayor nivel de activación que la primera vez, como si nunca hubiera hecho la tarea asignada previamente.

Además, esto indica que evitar que el sistema límbico se active durante el sueño MOR incrementa la activación cerebral en dos áreas en particular. Una es la corteza prefrontal izquierda, relacionada con las funciones ejecutivas, toma de decisiones y evaluación de la pertinencia de las respuestas.

Por ello, si las personas privadas de sueño MOR realizan la tarea por segunda vez, activan esa área. La otra es la región occipital, que participa en el análisis visual de las imágenes y que trabajó más en los sujetos estudiados que en los del grupo de control.

“Por un lado, aumenta la reactividad conductual ante un estímulo de amenaza y, simultáneamente, se registra una mayor activación en las áreas cerebrales que participan en la toma de decisiones y en las áreas visuales. Esto sugiere un incremento en la excitabilidad cerebral y la necesidad de mayor activación para ejecutar la tarea”.
Corsi Cabrera recalcó que durante el sueño MOR hay un reprocesamiento de la información que, si es inhibido, provoca que al día siguiente el cerebro reaccione como si fuera la primera vez que realiza una tarea conocida, es decir, incrementa su reactividad ante estímulos emocionales.
jornada.unam.mx

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