miércoles, 24 de noviembre de 2010

Y usted, ¿qué tal duerme?

¿Se levanta cansado aunque ha dormido toda la noche o es de los que, por el contrario, les bastan cuatro horas para despertarse con energía? La clave de estas diferencias podría estar en la genética, según investigadores de la Universidad de Pensilvania (EEUU). Concretamente, en el gen DQB1 *0602, asociado a la narcolepsia, un trastorno del sueño que causa episodios de sueño profundo durante el día. Como aclara Mamni Goel, autora del estudio que publica 'Neurology', "no todas las personas que tienen esta variable genética desarrollan la enfermedad". De hecho, entre el 12% y el 38% de los portadores no presenta este trastorno; sin embargo, "sí hemos observado que quienes tienen este gen (y no sufren narcolepsia) se muestran más adormilados y cansados, incluso aunque hayan dormido suficiente".
Su investigación analizó a 129 adultos sanos (sin trastornos del sueño), unos con el gen DQB1 *0602 y otros sin él. Durante las dos primeras noches, los participantes pasaron 10 horas en la cama y las cinco siguientes sólo podían dormir cuatro horas. El resto del tiempo, con las luces encendidas, podían leer, ver la televisión o jugar.
Los expertos midieron la calidad del sueño, su somnolencia, su atención, su memoria y su capacidad para evitar el sueño a lo largo del día. Con los datos en la mano, concluyeron, en primer lugar, que aquellos con el 'gen de la somnolencia', tenían más tendencia a sentirse cansados, a pesar de haber dormido 10 horas. Sin embargo, en las pruebas de atención y memoria, ambos grupos rendían de igual manera.
Dados los resultados, señala Francisco Javier Puertas, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario de la Ribera (Valencia), "los portadores sanos de este gen no tienen un sueño igual de reparador, se despiertan más durante la noche y de día tienen algo más de somnolencia". De la misma manera que se ha observado en otros estudios, "en el rendimiento cognitivo no se aprecian diferencias significativas en ambos grupos. En este caso, como por ejemplo en el insomnio, no se ha podido concluir que un sueño de menos calidad se asocie de forma clara a un peor rendimiento diurno".

Sueño reparador

Con causa genética o no, una cosa sí está clara: "Cuando el sueño es reparador los músculos están muy relajados y la persona pasará el día sin sensación de cansancio", subraya Vicente Prieto, vocal de la Junta de gobierno del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Y como añade este experto, dormir muchas horas no garantiza un buen descanso: "Depende de si tenemos acceso al sueño REM (caracterizada por un descanso absoluto y músculos relajados), y alcanzarla depende a su vez de numerosos factores externos e internos: el estilo de vida, el estrés, las preocupaciones, otras patologías...".
"Aunque depende de cada persona, por lo general, cada hora y media o dos, entramos en fase REM", comenta el psicólogo. Se puede decir que "si, a lo largo de la noche, esto no sucede dos o tres veces, nos levantaremos más cansados y si interrumpimos dicha fase, aún más". Para un adulto, añade, lo saludable sería dormir entre siete y ocho horas.
Además de esta fase del sueño, existe otra aún más relacionada con la sensación de cansancio: el sueño de ondas lentas. "Se experimenta durante las primeras horas de sueño, momento en el que es más difícil despertar", añade el doctor Puertas.
Lo ideal es completar todas las fases y dormir las horas necesarias. "Los bebés duermen unas 18 horas; a los seis años, unas 10-11 horas; en la pubertad es aconsejable un mínimo de nueve y en los adultos, la recomendación es de siete u ocho", indica el especialista. A pesar de lo que se pueda pensar, en los mayores no hay menos necesidad de sueño. "Lo que ocurre es que algunos empiezan a echarse la siesta y, por lo tanto, durante la noche duermen menos tiempo. Otros tienen artrosis, dolores y problemas que les limita bastante dormir bien", argumenta el psicólogo.
En general, "los españoles tienen algo más de falta de sueño que en el resto de los países, por la tendencia cultural a acostarse más tarde", señala Francisco Javier Puertas. "Se le da poca importancia a dormir, a pesar de ser un factor que influye muchísimo en la salud. Por ejemplo, a nivel metabólico, la falta crónica de sueño se asocia en algunos casos a más riesgo de obesidad y diabetes".
elmundo.es

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