domingo, 21 de noviembre de 2010

Así comemos, así somos

Ingestum in gero, poner dentro, meter, introducir, echar en.
Comer es un acto de amor por algo que deseamos y que para obtenerlo destruimos. Como afirma Felisa Kociak, "la incorporación necesita de la destrucción previa del objeto para poder ser incorporado".
Gracias a los dientes, la actividad de la mordedura y la acción de devorar logramos la destrucción del objeto. Con ello conseguimos tres cosas fundamentales: la obtención de placer haciendo penetrar el objeto en nuestro cuerpo, la destrucción del objeto y la integración de las cualidades de ese objeto conservándolo dentro de nosotros.
Creo en el carácter mágico y simbólico del arte de comer. "El hombre primitivo comía el corazón del león para tener su fuerza y lo hacia bajo el imperio de una creencia, lo que le aportaba un carácter mágico", dijo Freud.
Somos lo que comemos
Una de las cosas que más me gustan del mundo es comer. Los sabores, el ritual de la comida, la sensualidad que despierta, son una parte importantísima de mi vida. Y como siempre, al lado de lo bueno, muy cerca, está lo malo: los excesos y los errores del mundo de la alimentación industrial. Son las cosas que más nos perjudican. No hay bien que mal no contenga, ni mal que bien nos traiga.
De pequeño fui alimentado bajo el síndrome del hambre. Recibí una sobrealimentación por la obsesión de todas las madres de que sus hijos comieran bien. Era un pequeño monstruito acostumbrado a comer cualquier cosa que llegara a mi alcance y en cantidades importantes. El dinero que me daban para comprarme el TBO lo invertía en adquirir garbanzos cocidos, y durante el recreo en el colegio me comía los bocadillos de mis compañeros. Mientras jugaban a baloncesto los dejaban confiados en las rejas de las ventanas de las clases. El mejor era el de Casimiro, hijo de pasteleros: un brioche con mantequilla y jamón dulce; una delicia.
España ha sido un país pobre, y como consecuencia de ello existe aún la costumbre de ingerir grandes cantidades de alimentos. Por otra parte, somos un país de cachondos amantes de lo lúdico y creemos que cada día es fiesta. En mi opinión, respecto a la alimentación, con un día de pecado y fiesta a la semana es más que suficiente. No creo en las dietas ni es los esfuerzos cruentos para cuidarse. Hay que descubrir el placer de cuidarse. El placer y la salud.
Si tuviera que hacer un retrato de un español con un plato de comida lo haría sin dudas con una paella. Es el plato que mejor nos representa a todos, potente como nuestra cultura, y lleva desde conejo o gambas hasta guisantes o garbanzos, que un amigo notario dice que son los culpables de la mala leche española. La paella es variada como nosotros. Cuando sale bien es una maravilla. Y si sale mal no hay quien se la coma, como los milagros o desdichas de nuestra cultura. Es solo para los domingos. Potente, surreal, divertida, loca y siempre precisa de una buena siesta y de lo que convenga.
Hoy tenemos, afortunadamente, mucha mas información y conocimientos sobre alimentación que por desgracia no se aplican. Es evidente que en nuestro país seguimos bebiendo y comiendo demasiado. Un viejo proverbio chino dice: si quieres ser feliz unas horas, emborráchate; si quieres ser feliz un día mata un cerdo; si quieres ser feliz unas semanas haz un viaje; si quieres ser feliz unos meses búscate una buena pareja, y si quieres ser feliz toda tu vida cuida de tu huerto.
Creo que hoy lo mas revolucionario es hacerse un huerto.
Todo por ilusión, nada por obligación
Hace 10 años hice mi primer huerto ecológico y mi vida mejoró mucho. Mi entusiasmo por una alimentación sana fue creciendo como el tamaño de mi huerto.
El símbolo de la riqueza no es un lingote de oro, es una semilla. El culto a los alimentos me apasiona, son una parte importantísima de nuestras vidas. Me gusta hablar de comida incluso mientras como, cosa que echo siempre en falta cuando estoy con anglosajones.
Los mejores consejos sobre alimentación los he oído a Michael Pollan, un sabio de ese mundo en el siglo XXI. Recomiendo encarecidamente sus libros, y en especial Food rules.
Y para terminar, tres sugerencias que me han ayudado a vivir mejor y a acercarme más a descubrir el placer de cuidarse:
- No ingerir nada que no sepas qué es, de dónde viene ni qué contiene.
- Comer como mínimo cinco veces al día, solo una comida importante y cenar poquísimo.
- Limpiar los platos en casa por lo menos un día a la semana.
elpais.com

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