martes, 30 de noviembre de 2010

¿Es un hombre o una mujer? Las neuronas nos engañan

El modo en que percibimos un objeto depende del lugar que éste ocupe dentro de nuestro campo visual. Esta afirmación, que contradice teorías anteriores de la neurociencia, vale también para las caras. Y, más en concreto, para el sexo que las atribuimos.
Investigadores de EEUU y Francia acaban de presentar un experimento para el que han empleado rostros masculinos y femeninos sobre un monitor, y cuyos resultados son sorprendentes: una misma cara puede parecernos de hombre o de mujer, según desde dónde la veamos.
Los investigadores, dirigidos por el psicólogo Arash Afraz, de la Universidad de Harvard, mostraron a los voluntarios rostros generados por ordenador, que presentaban una graduación desde los más femeninos hasta los más masculinos y estaban inspirados en caras reales. Sin embargo, al estar desprovistos de cabello y cualquier adorno, no siempre era fácil distinguirlos.
Además, las caras aparecían durante sólo 50 milisegundos, en diferentes áreas de la pantalla. Cuando surgían las caras más andróginas, las mismas personas las identificaban bien como masculinas o bien como femeninas, dependiendo del lugar del monitor en el que se mostraran.
Los resultados han llamado la atención porque, hasta ahora, los expertos en este campo creían que el modo en que el cerebro humano percibe un objeto no depende de la posición que este ocupe en relación con la retina. Los resultados del estudio han mostrado que el sesgo para interpretar el sexo de los rostros es individual en cada persona.
Es decir, unos tienden a decir que un rostro es femenino -aunque no lo sea- cuando éste asoma por la derecha y en la parte de arriba del monitor, y en otros casos puede ocurrir exactamente al revés. Pero estos patrones, aunque distintos entre sí, son fijos en cada individuo.
"Es la clase de resultado que no puedes predecir, que vas a mirar a dos caras idénticas y te van a parecer diferentes", comenta Afraz, en cuyo estudio han colaborado también el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad París Descartes (Francia). Los resultados han sido publicados en la edición 'on line' de la revista 'Current Biology'.

Sesgo estadístico

Los investigadores creen que las disparidades en la percepción de los rostros se deben a un efecto de sesgo estadístico, al que están acostumbrados quienes realizan encuestas, pero que esta vez tiene lugar en nuestro propio cerebro.
Siguiendo el ejemplo que ponen los propios autores, una encuesta que preguntara a unas cuantas personas de una ciudad si son de izquierdas o de derechas, podría arrojar el resultado de que todas son de izquierdas o todas son de derechas, ya que el grupo entrevistado es muy pequeño y no representa al conjunto de la población.
En la percepción del sexo de los rostros, ocurre algo parecido, aunque a nivel neuronal. Cuando miramos algo, las neuronas de la corteza cerebral se agrupan en función de la parte de la escena que están analizando. Cuando la información que nos interesa aparece sólo en una parte de la escena que tenemos delante, tal y como aparecían las caras en uno u otro lado de la pantalla, sólo un grupo de neuronas se encarga de procesar lo que vemos.
Cuanto menor sea el estímulo visual, menos neuronas participan en su reconocimiento, y más probable es que estén sesgadas hacia una interpretación u otra. En este caso, hacia lo femenino o masculino. Si la imagen aparece en otra parte de la pantalla, otro grupo de células cerebrales entra en juego, y el sesgo podrá ser distinto, aunque siempre único para cada persona.
elmundo.es

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