jueves, 8 de julio de 2010

En pleno siglo XXI, la audacia en el arte sigue generando escándalos

Todavía estaba fresco el techo de la Capilla Sixtina y todavía estaba fresco el cuerpo de Miguel Angel cuando el papa Pío IV le encargó a Daniele di Volterra que cubriera los cuerpos desnudos de El Juicio universal , obra cumbre de Buonarroti. Fue poco después de que el Concilio de Trento –el mismo que confirmó la exigencia del celibato clerical– condenara la desnudez en el arte religioso. El trabajo de il braghettone , como Volterra pasaría a la inmortalidad, terminó en 1565 con la muerte de Pío IV. Pasaron cuatro siglos y medio, guerras mundiales, la liberación sexual y el feminismo, sin contar las fracturas, los pecados y cismas de la iglesia, pero aun así el pudor y la pacatería del poder siguieron intentando marcar –en vano, pero con relativo éxito– los límites del arte.
Por el mismo reflejo censor y por insistencia de la Iglesia Ortodoxa Rusa y de grupos ultranacionalistas, dos de los personajes más importantes de la escena artística de Moscú tienen buenas chances de cumplir condenas de hasta tres años de cárcel. En 2007 y en un paradójico esfuerzo por combatir la censura, el entonces director del Museo de Sakharov, Yury Samodurov, y el curador Andrei Yerofeyev montaron la muestra Arte prohibido en el centro que lleva el nombre del físico disidente Andrei Sakharov. La exposición, que incluía trabajos que fueron prohibidos en grandes museos y galerías durante 2006, pretendía mostrar la vigencia de la censura. Dos imágenes de Jesucristo llamaron la atención de la conservadora Iglesia Ortodoxa Rusa. Una ilustraba la crucifixión de Jesús, con la salvedad de que la cabeza de Cristo había sido reemplazada por una medalla de la Orden de Lenin, el máximo honor de la URSS. Otra, de Alexander Savich, representaba a Jesús, rodeado de los Apóstoles, con la cabeza del ratón Mickey.
La reacción fue inmediata y no cesó durante todo el proceso judicial. Esta semana el reverendo Vsevolod Chaplin, vocero de la iglesia oficial reclamó penas ejemplares. “Deben ser castigados”, dijo desoyendo a los militantes que pidieron detener el proceso y al propio ministro de cultura ruso que había asegurado que los acusados jamás quebraron la ley contra la incitación al odio religioso. Samodurov, de hecho, tuvo que pagar, en 2003, 3.600 dólares por violar esa ley con la muestra Cuidado: ¡Religión! Peor suerte corrió Anna Alchuk, la curadora de esa exposición, que por la persecución sufrida decidió exiliarse en Alemania y, poco después, apareció flotando muerta en las costas del río Spree.
El futuro de Samodurov y Yerofeyev es incierto. Acaso en 100 años, la historia los reivindique como al genial Gustav Klimt, que en 1902 generó un escándalo con su Friso de Beethoven . Las mujeres desnudas y sugerentes en la obra de 34 metros revolucionaron Viena en 1902. La obra recién volvió a exhibirse en 1986. Esta semana casualmente se presentará por primera vez en Alemania en el Museo de Balingen. Que nadie se extrañe cuando el Cristo de Savich empiece a viajar por el mundo.

clarin.com

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